Valdefuentes - Caceres

Titulo. El silencio de la soledad de mi corazón.

Nací de una madres diez y disfruté como nunca de aquellos días dentro de su abrigado y protegido vientre. Dentro de él, sentir sus primeras caricias y gocé de una paz profunda bajo su delicada piel.
Me encantó su voz la primera vez que sentir sus primeras nanas. Era dulce y nunca se cansaba de repetirme sus más bellos cuentos de hadas. Llegué a este mundo desnudo, desprotegido, y me envolvió en aquel manto que sólo rezumaba amor y bondad.
Hoy lejos de aquella mi niñez, me paso largas horas recordando sus manos castigadas por el paso del tiempo. Sus ojos siempre me estaban observando y si nota en mi cualquier silencio, alargaba su mano y me acariciaba la cabeza, mientras me decía sonriendo, no te preocupes mi niño, mamá siempre estará a tu lado.
Aquellas palabras me producían una profunda paz. Un día con voz entrecortada me dijo, escucha mi niño, ahora tendrás que aprender a caminar tu sólo y recuerda que pasarás momentos difíciles en tu andadura y qué en ella descubrirás cosas extrañas entre esos caballeros y doncellas que encuentres a tu paso, algunas de ellas no lograras entenderla y te llenaran de dolor, y tendrás que hacerle frente tu solo a ellas. Cuando llegue ese día, debes echar mano del tu instinto, pues yo no estaré más a tu lado para protegerte.
-¿Por qué me dices esos madre?
-¡Es la ley de la vida mi niño!
-Desde aquel mismo momento estuve entregado a ella en cuerpo y alma para que nada le faltara en aquel corto de tiempo que le quedaba de vida.
Cada noche al acostarse le susurraba sus viejas nanas, ella me miraba y silenciosamente cerraba sus ojos dejándome una dulce sonrisa, aquella misma que me dejó en el momento de cruzar por la frontera blanca.
Ha pasado un largo tiempo de sus ausencia, y sin darme cuenta, cada noche, viene a mi memoria mis últimas conversaciones con ella, madre no cierres los ojos, quiero seguir viéndome dentro de ese mar de bondad donde tú habitas, tengo tanto miedo de quedarme solo. Madre ¿Quien me dirá donde se encuentra ese Dios tuyo, que lo llamo día tras día y no quiere escúchame?.
¿En qué mar de bondad habitaran mis silencios y mis miedos? ¿ Prométeme que desde allá arriba seguirás protegiéndome de mi soledad? Madre, ¿Quien me llenará el silencio que me causa la soledad del corazón?.

Querido amigo ¡Que lindo! es verdad tu madre era de esas mujeres sabias que todo lo llenan......


UN ABRAZO...............

Amigo Hirojo, que verdad dices en tu Relato Corto, me gusta, según Flor dice que todo gira al rededor de tu madre, pues tuvo que ser una gran señora, felicidades. Este relato se lo he leido a mis viejos y se han emocionado, dicen que es la pura verdad, que las madres son el escudo que proteje a cualquier hijo y que cuando llega ese momento factidicos, las defensan caen y con ello la indefension.

Foro, os veo con fuerza. Un abrazo

Estimada Flor y Casillas, gracias por esas buenas palabras de apoyo.

Muchas gracias magníficos

Amigo Hirojo, el que es bueno siempre es bueno. Espero que escribas mucho.

Amigo Hirojo, he repasado tu poema y he querido resaltarlo por lo que se está diciendo en el pueblo sobre aquelloa que os marcasteis.

Hay poca boina para tapar los peazos de celebros que tienen los hijos pensantes de nuestro pueblo

Hirojo, un abrazo y demuestra con lo que tú sabes,el porqué te fuistes y no vives de aqui.