Santiago del Campo - Caceres

El DIOS DE LA LLUVIA LLORA SOBRE..
Esta tarde de final de octubre, gris y melancólica. Parece que el otoño quisiera despedirse con un
leve llanto en forma de lluvia. Alguien ha hecho un video de esas calles y plazas. Donde se ubica la biblioteca (quizá hoy mismo) 25 de octubre.Y Santiago mi pueblo. aparecía inmerso en una suave lluvia que me ha trasportado a mi lejana infancia. Cerca está la casa de mis antepasados. A unos cien m. La calle del Silencio. Por lo que me resulta familiar cercanos, todo este entorno. Sus habitantes dispersos o desaparecidos. Desfilan por mi mente como fantasmas en la niebla. Lugares tan populares como la calle Los Pozos plaza del Diezmo, el viejo ayuntamiento. Formaban parte de mis correrías ya desde la escuela de párvulos, que estaba frente a mi casa. Pegado al iconico reloj, la escuela de los mayores de seis años. A la que tuve que faltar pronto. Era zona donde proliferaban los artesanos. Los Paleros. Tio Herrador. Tio Fragüin en su fragua haciendo sonar su martillo sobre el yunque con su ritmo invariable y acompasado.
Las tardes de tedio que no había donde ir. Ahí nos refugiábamos los jóvenes imberbes, viendo al
maestro haciendo clavos herraduras o añadiendo una punta a una reja de arado gastada por el uso, mientras en la rueda de afilar sacábamos filo a la navaja. Fuimos la quinta de postguerra 1957. Alguno habíamos perdido a nuestro padres demasiado pronto. Tampoco conocimos a los abuelos.
Era un tiempo que escaseaba lo mas elemental. El pueblo estaba aún al completo. Asi que casi eramos felices en este apartado rincón. Los crios hacíamos fuego al anochecer en la calle, por el llano de tia Tórtola. El que no aportaba leña no se calentaba. La leña se acababa y después de oír un cuento de lobos, de 'tio Lucas y tio Donato' que lo pasaba muy mal, cada uno a su casa. Buscando las sopas donde las madres habían frito un pimiento que nos sabían a gloria.
Ya por el año 45: venían por el pueblo titiriteros con una vieja maquina de cine. Era de manivela; una novedad, unas veces en una plaza con una sábana otra en el salón de la Escuela Vieja.
Que como su nombre indica había servido de escuela, y al final de la guerra de cárcel. Debajo el ayuntamiento de toda la vida. De recios muros y escasa luz diurna. Ahí se oía al auxiliar, Sebastián aporreando una vieja máquina de escribir con su sonido característico de caballo cojo que perdió
una herradura. En esa época todo era así de rudimentario. Salvo el reloj que nuestros antepasados nos legaron. En un lugar estratégico, nos convocaba a la hora de la comida. Era el que gobernaba nuestras vidas, su sonido llega más allá del pueblo. Carca de la carca la Era o cerro de las Vacas.
Las madres se servían de sus repetidas campanadas para decirnos de pequeños “ Son las diez, el fuego se está apagando, al candil le falta aceite y en la cama os quiero ver”
Un pasado que a las nuevas generaciones no le dice gran cosa. Pero es rico en matices, historia
viva. Muchas cosas han cambiado desde los años 40. El asfaltado de las calles. El viejo y venerado
puente, de recuerdos y quimeras en las cálidas noches sin luna.
El rincón donde se ubicaba la fragua desapareció. Las paredes de pizarra sin lucir hoy revocadas. Un lavado de cara que ha trasformado al pueblo. Pero si nos fijamos en la esquina de enfrente
mirando desde la biblioteca. Hay una especie de cuadra o chamizo que hace esquina. Nadie repara en ella desde hace mas de 70 años. nada la transformó después que la dejara la familia de tio ´Pirinola´.Tiene historia; lo conté en mi libro. En un retazo biográfico sobre las andanzas de
el personaje. La manía casi 'kazquiana' de vivir en sitios imposibles. De cuadras sin tabicar.
En ese antro murió su hijo mayor con no más de diez años. El ultimo aposento no difería mucho del anterior..Pasado el tiempo recordando lo lúgubre del lugar, intentaba husmear al fondo. Solo siniestras telarañas que dan fe del olvido y el paso de los años. Ahora tiene puerta nueva o recién pintada. Emilio Rey. Noviembre 2o20.