Santiago del Campo - Caceres

EL ADIOS A UN TIEMPO IDO.
Esa tarde otoñal se sucedían los claroscuros cuando las nubes empujadas por el cierzo ocultaban la anemia solar del atardecer. Durante unos minutos, el paisaje se tornaba gris y .prevalecía el silencio de un melancólico y solitario ocaso.
“Campos de soledad tristes ribazos “ que diría el poeta Rodrigo Caro, refiriéndose a
las ruinas de Itálica. La floreciente ciudad romana junto al Betis. En Santiponce.
“Donde solo quedan las señales.” Santiago un día también desaparecerá. Dios sabe cuando..eterno no hay nada. Lo que no tengo tan seguro es que haya un poeta para cantar su historia. Itálica fue cuna de Trajano y rivalizaba con Tarraco y Emerita
Augusta. Santiago sólo un recuerdo de mi infancia., Un pueblo sin relieve, con el
atractivo para que los niños jugáramos en paz nuestra ilusionante e inocente niñez.

Con un corto paseo, (sin cayada) desde la Cruz hasta la charca de la Era. Intentando recrear estampas de mi lejana infancia. A un 'tiro de 'piedra' de casa.
Volver a mis recuerdos infantiles,la intensa actividad de la recolección de la cosecha, la trilla de los cereales. La soledad lo envuelve todo No se oye ni el trino desmayado de una solitaria calandria por las alturas, nada que alegre la vista o el oído .
. Según avanzo hacia el este, a mi derecha, cercados que hace lustros que no se han vuelto a labrar. Algún animal deambula por ese polvoriento cercado esperando que las lluvias otoñales den el esperado impulso a la yerba o hierba que igual da.

A mi izquierda, la campiña, la dehesa de las “Mayas” con encinas centenarias y tierra fértil, que años ha, nos surtía de pan para esos largos inviernos, con bellotas incluidas
En los años 40 cada vecino tenia derecho por ley a una 'parte' el equivalente a una
fanega. Los insolvente: no tenia forma de sembrar. ¿Que hacian? venderla
por unas 500 ptas, los que regían el concejo, se dijeron. “pues vendamos para nosotros.” Creo fue una locución en el senado de Cicerón aquello de “pro domo sua”. Legislar para beneficio propio, y eso fue lo que hicieron nuestro prohombres de los 40. Los pobres sin voz ni voto le quedaba solo el camino a ninguna parte.
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Todos arrimaban el hombro para recoger la cosecha. Según las posibilidades de cada uno. En ese tiempo mi calle podía presumir de vigor, de juventud de vida. Tío García tenía cuatro hijos que solía ser la media, esos años 40.. Para recoger la cosecha se olvidaba del vergajo que llevaba al costado ( que yo con mis 7 años comparaba con el falo de un borrico) y se reciclaba de labrador, Fuimos vecino mucho tiempo.
Era un hombre contemporizador, paradigma de su tiempo. Su gorra de plato con dos letras de buen tamaño G M, -guardia municipal- le concedían status de autoridad. Le gustaba 'el chateo' con los amigos, no solía complicarse la vida. Buena
persona No era lo mismo su colega: tio Vela, este era más 'quisquilla'.

He dejado atrás la casa donde vivió tía “Boracha” y su prole; una señora muy
peculiar y dicharachera que pasaba por mi calle con sus chismes y su precaria vida.
Delgada como una sílfide. Ni un gramo de grasa en su arrugada piel.

. Me asomo .por el corral Concejo. Este servia para encerrar reses sorprendida en el sembrado. El dueño podía liberar previo pago al daño causado. No había lugar más concurrido que un atardecer en la charca un día de trilla.
Todos se ponían de acuerdo para abrevar a esa hora a los animales, que eran más que habitantes. El pueblo palpitaba, vociferaban los crío cuando el sol por fin se ausentaba y la noche estrellada invitaba al disfrute sin hambre ni frio. De la luz se prescindía.

Me acerco con paso cansino hasta situarme en el otero. Me acomodo en el banco de piedra donde el depósito del agua. Mi vieja osamenta me lo agradece. El pueblo a mis pies parece dormir el sueño de los justos. No es el de mi infancia, de calles sucias, paredes de pizarra sin lucir y un arroyo con aguas sucias..
Desde la cima; mi atalaya preferida, observo el pueblo remozado asentado en la
vaguada del arroyo. Y allá al fondo en el altozano la iglesia. Esta se yergue altiva con su espadaña rectangular como el ente más emblemático. Orgullo de los que aquí
nacimos, lugar de festejos y reuniones, bautizos y bodas. que se divisa desde cualquier lugar de la campiña.
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Las calles permanecen pulcras (quizá demasiado) como si una ráfaga de viento hubiese acabado con los seres vivos de todas las especies. . Sin alterar sus calles y .
plazas. Es lo más descorazonador ver las puertas cerradas ausentes de vida. En cuanto se acortan los días no encuentras un residente a quien dirigirte.
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Me pongo a pensar como la decadencia de mi pueblo va a la par con mi vivir.
- La biología manda-, todo tiene fecha de caducidad.. Después de 30 años ayudando a bien morir, uno se familiariza hasta con la muerte. Como diría un autor -que no viene a cuento- “Todo lo que nace, muere miserere”. Dejo el mirador, se hace tarde
estiro los músculos, Más que nada por si las piernas están como para mantener mi
verticalidad. Un último vistazo al lejano horizonte tan familiar y ameno que confío
poder volver a ver. Con otra oportunidad. ¡que Dios me oiga!!!! emirey

Es verdad lo que dices del pueblo Emeriy da pena ver tantas casas cerradas y cada año que pasa se ve menos gente en las fiestas,de seguir asi en ocho o diez años no irá casi nadie de los que vivimos lejos del pueblo unos por viejos y otros porque ya no esten.

Si las fabricas no le dan un empuje lo beo muy mal


SALUDOS Y SALUZ