COSAS QUE PASAN COSAS QUE PASAN. Desde esta atalaya que da vistas al melancólico puerto de los Cristianos, donde vivo, Tenerife, Sur. Esta tarde de un 14 de febrero: de vientos Ábregos y mar en calma. me pongo a escribir por aburrimiento. La “mar rizada” no me inspira gran cosa. A pesar del viejo velero que se mece anclado fuera ya del puerto, recordando mejores tiempos. Con las velas plegadas con las que en sus buenos tiempos cortaría el mar. “No corta el mar, sino vuela un velero bergantin” de Espronceda. Lo utilizan para los cortos recorridos entre la isla Gomera y esta donde estoy. Lugar donde se avistan las ballenas, o calderones, una especie parecida, afincadas por este mar. Y eso a los turista les mola. El problema en esta época del año, es que esto esta repleto de gente que ha vivido mucho y solo les gusta darse el paseillo bajo el resplandeciente sol, mientras miran la mar calma, hasta donde se pierde el horizonte. Procurando fotografiar el ocaso, cuando el sol tiende a ocultarse bajo el mar. A partir de aquí es hora de dar cuenta de un buen plato; huevos frito con patatas. Es lo que observo cuando me toca sortear a esos comensales en plena calle bajo un escueto toldo, ya entre dos luces. Se echa de menos el vigor, la alegría de la gente joven que (ésta si ) en verano se tuesta al sol llena de crema solar, para presumir a la vuelta en un lugar donde el sol no se deja ver. Procuran no dejar nada tapado; ni un lugar donde éste no llegue. Por que ese bronceado se cotiza en su país como el buen paño. Venir por aquí en esta época es (por lo que observo) para escapar de los rigores del invierno. Que dicen se ceba con los achaques del ya añoso esqueleto. Claro que no es igual para los que vienen aún de luna de miel. A estos de momento no les duele nada. Es solo por placer. El Atlático, es un mar bastante fresco, como el Cantábrico, nada que ver con el Mediterráneo. Los surfistas se protegen con el neopreno. Desde éstas costas, Colón decía adiós por última vez a la tierra conocida. Después de haberse provisto de agua para las travesías. A primeros del pasado siglo, los que vivían en este entorno y cuando el turismo no existía aún se aventuraban a cruzar el charco, el inmenso Océano hasta alcanzar la otra orilla. Venezuela. Donde prosperaron, Hasta que las dictaduras los han ido despojando del esfuerzo de generaciones. Las islas, una tierra volcánica y pobre no da para mucho. “Las Afortunadas” las llaman, debe ser por su clima. Hemingway para escribir “El Viejo y el mar,” Escogió las tibias aguas del Caribe mucho más acogedoras. Alguno llegamos por aquí por primera vez en los 80, de fijo, a partir de 2003, con las cañas a punto y la ilusión de emular a don Ernesto, con un pez de su mismo tamaño. Los años han acabado con esa ilusión, y las cañas duermen su sueño debajo de las camas. Luego surgió otra afición ese 2003. 'busca tesoros' por las playas, siempre con un anhelo por delante En esto sería pionero por estos lares. Sabía que no iba a durar que tendría imitadores. Así ha sido. En cuanto vieron que sacaba euros de entre la arena, siempre la misma pregunta. “¿donde se puede comprar eso?”el detector de metales. Han surgido tantos imitadores que las distintas playas que rodean la isla, hoy están limpias. Encontrar una joya o una moneda en la arena es una aventura que no esta al alcance de cualquiera. Así que dos detectores y otras tantas cañas, duermen olvidados bajo las camas en el pequeño apartamento. Y ahora con pocas ilusiones y cargado de años, me he sumado a los que perdidas todas sus batallas, un pie tras otro, ensimismados en su negro furo. Un día tenga la oportunidad de marchar como polizón y explorar un mundo nuevo y anónimo. -emirey- |