Cáceres - Caceres

Podemos y PSOE quieren ser reyes y disfrutar de los beneficios de un poder y lujos superiores a los que el Rey de España Felipe VI tiene. La envidia en las Izquierdas se ve sobrepasada por el afán desmedido de control y disfrute que persiguen nuestros máximos politicos de Podemos y PSOE.

Cuanto mas baja este la figura del Rey mejor para ellos, se les ve euforicos trabajando en despenalizar las injurias al Rey y los ultrajes a España. Al fin y al cabo un pueblo sin respeto y sin honor es presa facil, Iglesias y Sanchez lo saben y se relamen.

Horrible, increible e indecente... es todo lo que se puede decir. Estan creando un caldo de cultivo sin precedentes en la historia de nuestro pais que podria llevar a los extremismos. Hoy mas que nunca, y teniendo muy presente todo lo que ha hecho Sanchez (esa mocion que nunca debio tener lugar) y sobre todo, todo lo que no ha hecho Sanchez (lo unico es alabar su triste persona), los del mal llamado PSOE actual han puesto las simientes para destrozar mi pais. Los españoles somos los unicos que podemos hacer algo. Es hora de salir a la calle y defender lo que tanto, tantisimo nos ha costado construir: España. Nadie y menos un mal ladron de doctorados puede destruir un pais como España. Salgamos a la calle, pidamos elecciones y hagamos saber que esto no los españoles no lo permitimos.

¿Cómo se puede digerir una situación como la que estamos viviendo? Tenemos un gobierno auto proclamado con el apoyo de las minorias y presidido por un señor que viene de la calle que fue expulsado de su propio partido, que ni siquiera era diputado, no tenía escaño para acudir al parlamento, y un día se presenta allí con cuatro independentistas y un republicano, toman el poder basándose en el engaño al amparo de una constitución en la que no creen, con el fin de romper España y derrocar al jefe del estado como objetivo preferente, para posteriormente saquear y gobernar el país a su antojo, y todo esto ante la permisividad de una Europa que mira hacia otro lado, y ampara a los huidos de nuestra justicia. Yo no soy capaz de digerir esto.

Podemos, ya se sabe, está en otras cosas. Ayer lo dijo alto y claro, muy teatralmente, Irene Montero: tiene miedo tras comprobar que su “trillizo reaccionario” les deja fuera de toda influencia en el gobierno andaluz. La señora de Galapagar no puede convivir con los señoritos andaluces. Falsedad, cinismo, engaño, todo vale y todo es lo mismo. Ocultación y negación de la realidad. Y ya no estamos en un chiste de borrachos que no se enteran que están bajo la luz de una farola; estamos en el delirio de un enfermo mental. Colectivamente.

Para Podemos, la política es la guerra por otros medios. Sin prisioneros y hasta la victoria (o la derrota) total; para Ciudadanos y PP, se ha visto otra vez con las negociaciones sobre Andalucía, la política es un teatro, se finge, se exagera, se actúa, se confunden personajes y realidad. El objetivo, que nadie se levante de su patio de butacas y continuar con la función otra temporada más.

Y luego está Vox, para quien la política, tal como se juega en la España actual, no es más que un instrumento para llevar adelante una batalla cultural contra las malas ideas. Porque las malas ideas tienen como resultado, siempre, malas políticas. La virtud que ha aportado Vox en todos estos días, ha sido dejar desnudas y expuestas las malas ideas de la izquierda que ha hecho suyas, consciente o inconscientemente, el centro derecha tradicional español. Que el PP defienda con inusitada convicción que al hombre, por el mero hecho de haber nacido varón, le corresponda una pena mayor que a una mujer por el mismo, repito, por el mismo delito, creo que es significativo; Que Ciudadanos se pliegue con normalidad a dictados de personajes, como el Presidente de Francia quien le exigía no salir en la foto con Vox, también. Yo, desde luego, no me imaginaba ser un vulgar apéndice de París. Creí que los pactos de familia eran cosa del pasado.
Creo que a Vox, con su presencia en este circo en el que vivimos, hay que agradecer que aporte un granito de realidad y honestidad. Alguien tiene que recordarnos lo que somos. En realidad.