Badajoz - Badajoz

Dentro de un rato, empieza el fútbol. La final de un torneo donde sólo llegan los más luchadores, ese que antiguamente se llamaba "del Generalísimo" y que hoy decimos del "Rey".

Qué diferente sería todo si, en vez de esos calificativos tan raro y fuera de tiempo, a este torneo lo llamáramos los españoles normales que aún tenemos trabajo y que siempre cotizamos con nuestra alicuota parte tanto a la Hacienda Pública como a todo lo demás, igual que en otras partes de Europa más civilizadas. Por ejemplo, La Copa, sin más adornos ni ditirambos. Así, hoy, doña Esperancita, esa condesa consorte alias la Lideresa, tan soflamera y bocazas ella, se habría ahorrado tener que renunciar a estar presenciando un encuentro deportivo en el que debería estar presente dado que es la Presidenta de una comunidad con más deudas y con más trampas y mojastras que la Bankia que en el resto de España la representa.

Porque esa es otra porque, esta buena jembra, salerosa de alto standing procedente de Lavapies o de donde leches sea, cuando se arropa en su mantón de Manila y en su bandera española persiguiendo desviar la conversación de sus responsabilidades, es capaz y capataz de soltar cualquier burrada de las suyas que, eso sí, eso, le sale de rechupete.

Pero no nos creamos que los justicieros esos que no tienen por qué saber si una reunión en movimiento de los cachorros del fascismo que nos rodea por todas partes, algunos de ellos vestidos con el uniforme que les ha caracterizado desde su fundación, puede ser un peligro para la gente normal de los madriles e incluso, para los aficionados y simpatizantes de los clubes de fútbol, Barça o Atlheti, y subceptibles, de causar graves daños materiales e incluso en las personas, porque, su peligrosidad o no, depende de La Policía, de la que espero, estén hoy a la altura, como en otros tiempos y que no ocurra como en Valencia contra los adolescente del Lluís Vives o en la Ronda de Sant Antoni barcelonina y sus aledaños.

Bien, celebro no vaya su eminencia a ver el partido de gañote desde el palco porque, si hoy pitan, que seguramente pitaran haciendo uso como su reverencia de su libertad de expresión, no lo harán contra su altísima ineptitud, que en su fuero interno --de los que pitan-también sino contra unas aptitudes que les agobian desde ese concepto de una España irreal que sólo se mira el ombligo ajena a la realidad.

Que gane el mejor..........

Salud.