Zardaín - Asturias

Si sois un poco observadores vereis que casi siempre emito mis mensajes a horas intenpestivas de la noche. Esto no es debido a que padezca insomio, sino que, desde hace 25 años trabajo en el turno de noche y suele venirme la inspiración sobre las 4 de la mañana. Hoy me vienen a la memoria los traumas y complejos que arrastro desde la infancia, fundamentalmente debido a la precaria situación económica en que se vivía en aquellos años de mi niñez. Cuando íbamos a la escuela de Morados, llevábamos madreñas. Luego vinieron "los chanclos", (el que no sepa qué son es que no es de ahí) Bien, pues recuerdo que los chanclos se rompían muy fácilmente y entraba agua al pié, y para mí era un drama que se rompieran, pues en casa no había dinero para comprar otros, y me los llevaban a arreglar a Navelgas, a la zapatería de Ramoncito, pero los arreglaba mal y a los pocos días estaban igual. Una vez que se me rompieron, como dejábamos todos los chanclos a la entrada de la escuela en un hall que había, a la salida se los cambié a una chica que se llamaba Alicia, y era de Tremado, pensando que no se daría cuenta, pero se dió, y me acuerdo que fué llorando a la maestra y se lo dijo y se descubrió el cambiazo. No me acuerdo si me castigaron o no. A la escuela llevábamos una pizarra donde escribiamos y hacíamos las cuentas,(cada uno la suya) y si no tenias cuidado se rompía muy fácil. Mäs tarde vinieron los primeros cuadernos y lapiceros que comprábamos en el comercio de Morados, y después las plumillas, que se mojaban en el tintero, y por ultimo llegaron los bolígrafos Bic. Bien pues me acuerdo que era un drama cuando se me perdía o se estropeaba alguno de estos elementos pues no había dinero para comprar otros. Estudiábamos todos en la enciclopedia Alvarez, de segundo o de tercer grado, pero ¡ay! el primer curso que con el nuevo sistema, hubo que comprar cuatro o cinco libros. Me acuerdo que mi tía fue a Santa Eulalia a buscarlos y supuso para ella un verdadero sofoco. Si es que, me acuerdo hasta que una vez que hubo que cerrar el solar donde se salía al recreo, con palos para que no cayese el balón al prado de Secundino y tuvimos que llevar cada uno los clavos de casa. Tiempos de miseria, de escasez, de precariedad, pero auténticos, verdaderos, donde nos fortalecimos, nos hizimos fuertes y de esa manera supimos enfrentarnos a la vida, independientemente de que a mí se me han quedado grabadas esas pequeñas cosas, pero ese es mi problema.... o no..... ¿es el tuyo también?