Las mozuelas de la villa Dedicado a la familia Cantora de Cangas de Onís Videre https://rma1987.blogspot.com La aurora, perezosa, se acercaba. La aurora, perezosa, se acercaba. La escarcha de la helada se deshizo, mirando, en lo lejano, los colores del alba silenciosa, que, serena, llegó con un bostezo entre sus labios. Las brisas refrescaron el ambiente, y el aire cristalino de la zona, cuajado de humedades, vio, de pronto, la luz de la mañana junto al Sella. La aurora, silenciosa, se asomaba. Y no se oyó cantar, entre los árboles, al mirlo y al jilguero, a los gorriones, que suelen concertar sus bellos trinos, cuando el verano aprieta con violencia. El oro distinguió las altas sierras cortando sus siluetas con su beso, y, al fin, corrió la aurora las mansiones que el tiempo les concede a sus caballos. La aurora, caprichosa, despertaba. Y reflejó su gracia y su hermosura sobre el espejo claro del arroyo, bañado por las rosas agradables que admiran tanto brillo entre sus aguas. Muy pronto, las mozuelas de la villa, dichosas como lo es la edad que tienen, saldrán, hasta la fuente, con el cántaro, sintiendo en su piel blanca tanto frío. 2011 © José Ramón Muñiz Álvarez "Las nieves y el granizo en lo lejano" “El beso del granizo de las cumbres” TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS |