Do el caballero moría Do el caballero moría Después de buscar castillos. más allá de la alborada, halló, entre nieve cuajada, en los espacios sus brillos. Recogidos los autillos al calor del nuevo día, no imaginó los lugares do el caballero moría. Después de que los dorados volaron el alto cielo, vieron sus ojos el hielo sobre los campos nevados. Del sol fueron reflejados los destellos que encendía, sin sospechar los lugares do el caballero moría. Cantó el gallo a la mañana y el bastión más luminoso hizo el mundo más hermoso al cruzar la luz temprana. Una llama soberana su sendero conocía, mas no supo los lugares do el caballero moría. Y buscó cuando, cobarde, cayó el sol en lo lejano, un crepúsculo, no en vano, apagado y sin alarde. Por eso, al correr la tarde, creyó que allí lo hallaría, sin saber de los lugares do el caballero moría. Y luego, siempre callada, vino, elegante, la noche, que, luciendo su derroche, tejió estrellas en la nada. Y, hasta la nueva alborada, con su búsqueda seguía, sin encontrar los lugares do el caballero moría. 2009 © José Ramón Muñiz Álvarez Todos los derechos reservados por el autor. |