Candás - Asturias

ROMANCE DEL CABALLERO

Sorprendido el caballero,
miró el castillo del alba
que, llenando el horizonte,
sus palacios levantaba.
Sus palacios y bastiones,
donde, siempre alborotada,
teje sus tapices claros,
cuando llega la mañana.

Sus palacios y sus torres,
que el brillo de sus murallas
a las sombras puso cerco
de la noche ya pasada.
Y, al rumor de arroyuelo,
oyó que cerca cantaba,
si no un jilguero canoro,
un herrerillo en las ramas.

Y, al desmontar de la yegua
con el primer rayo del alba,
sintió el amor en su pecho
al hallar una muchacha.
Por los senderos camina
y por las veredas baila,
viejas canciones cantando,
contando viejas hazañas.

Los romances que ella sabe
los cantan a la alborada
los labriegos de la villa,
cuando empiezan sus jornadas.
Y ella, que cuida ganados
desde la hora más temprana,
con el cántaro a la fuente
anda dichosa a por agua.

–Claro color que ilumina
con sus ojos la alborada,
haciendo verde el bermejo
y azul la más blanca plata.
–Los favores que me hacéis
con palabras cortesanas,
porque la mentira siempre,
lejos de herir, nos halaga.

–Ya que no sé vuestro nombre,
no ignoraré tanta gracia,
que a esta fuente que refresca
venís alegre a por agua.
–No es bien en una doncella
escuchar las alabanzas
de quien jamás conoció
el color de su mirada.

–Pues no penséis que acostumbra
a decir palabras vanas,
porque el palacio conoce
del marqués de la comarca.
–No sé yo que es lo que tiene
el marqués en su morada,
que en la villa soy dichosa,
donde nunca faltó nada.


2011 © José Ramón Muñiz Álvarez
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