Avilés - Asturias

La cazuela de barro afumaba al chup-chup, recién retirada del fuego. De entre la salsa cuasi ligada, emergían los albos tajos de la merluza del pincho; los lomos de los suaves espárragos encallaban en las márgenes, entre el sabroso verdor de los arbejinos asturianos y a veces presentíanse los finos ajinos en juliana.

Acá y allá divisábase el carnoso pimiento rojo. Unas substanciosas almejas abrían su cáscara en sin par risada; negras barcas exhibían el rojo mejillón, la gamba rallada asperjaba por entre el resto del manjar cuyo conjunto despertaba el apetito al aroma del suculento plato que en leve vaho flotaba sobre la mesa.

No pude contenerme más, así que metí en la cazuela un buen garito. Cuando el miajón estuvo bien empapado, paladee con parsimonia aquel bocado... ¡Que placer! ¿Como describir el meloso sabor de aquella suculenta salsa a base de género fresco en su justo punto?

Apurriéronme un culín de sidra, y aquello ya fue el sumun. Así que callo porque me da vergüenza seguir contándovos más de aquella sinfonía de sabores.

Hala salud a tod@s (V.Castrillón)