Épila - Zaragoza

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Por eso debe de cambiar desde el colegio. Educación para el progreso de las mentes futuras. A nosotros nos educaron para machitos, para hacer muescas en la bragueta contando los trofeos, y sobre todo contarlo en el bar. Porque después de un p--vo sino lo contabas con pelos y señales, era como sino hubiera sucedido. Ahora que las mujeres también os lo contabais todo, que menudo cachondeo con los tamaños...eran tiempos de sombra.

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El hombre habla siempre de la mujer callada; porque de la habladora tiene miedo, por la cuenta que le trae.

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Pero al final, todo es agua de borrajas. La gente sigue con su vida, tiene su espacio y todo se olvida. Y afortunadamente, los tiempos cambian despacio pero cambian. No esta el asunto para preocuparse de sí fulana o mengano, conversaciones babosas de bar, aburrimiento y curiosidad malsana. Antes era una fiebre, de las 3 a las 5, los ociosos haciendo el recuento de las frescas, siempre que no hubiera algun pariente, claro. Había que esperar que se fuera para decir: Y este, con lo que tiene encima y habla de todo. Horas muertas de barra de bar. Pero que sepa, todas tienen sus hijos, su marido, su trabajo y nadie se acuerda de esas tonterias. A lo mejor, por dentro ella o él, no perdona, pero la vida es más que eso.

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Sí te digo la verdad, son pocos los casos que recuerdo y los que recuerdo hicieron como yo, poner tierra por medio. Aunque en mi caso espere a estar bien, fuerte fisica y psicologicamente. Y cuando estaba bien, en vez de quedarme a esperar estar mal, me di el piro. Y me han ido las cosas bien, inestables pero bien, no me arrepiento. No recuerdo de nadie que se quedará a sufrir todo el tiempo la presión, el cuerpo y la mente se rebela y te empuja a escapar. Lo otro es enfermar.

No creo que sea cuestión de valor, el animal menos valiente huye para salvar la vida. Claro, puedes optar por hacer como la avestruz, pero para mi eso no es vida. La vida es libertad, tirar la ropa y meterte en el mar, tumbarte al sol a secarte, piel y sol, arena, y tomar un café en una terraza y la poca gente que te conoce se sienta o para un rato y reir, reir mucho para dar masajes al corazón de felicidad. Estar vivo, sentirte vivo, hasta en el dolor.