Encinacorba - Zaragoza

Una banquera iba en su limosina, cuando vio a dos hombres a la orilla de la carretera comiendo césped.

Preocupado, ordenó a su chofer detenerse preguntó a uno de ellos

- ¿Por qué están comiéndose el césped?

No tenemos dinero para comida. - dijo el pobre hombre - Por eso tenemos que comer césped.

- Bueno, entonces vengan a mi casa que yo los alimentaré - dijo la banquera.

- Gracias, pero tengo esposa y dos hijos, están allí, debajo de aquél árbol.

- Que vengan también, - dijo nuevamente la banquera.

Volviéndose al otro pobre hombre le dijo:
- Ud. también puede venir.
El hombre, con una voz lastimosa dijo:
- Pero, Sr., yo también tengo esposa y seis hijos conmigo!
- Pues que vengan también. - respondió la banquera.


Entraron todos en el enorme y lujoso coche. Una vez en camino, uno de los hombres miró a la banquera y le dijo:

- Sr., es usted muy bueno. Muchas gracias por llevarnos a todos!!!
La banquera le contestó:
-¡Hombre, no tenga vergüenza, soy muy feliz de hacerlo!.

Les va a encantar mi casa....
¡El césped está como de veinte centímetros de alto!.




Moraleja:
Cuando creas que una banquera te está ayudando, piénsalo dos veces.

A tu no hay quien te engañe, ni la Loren puede con tu.

Un inocenton soy, parezco algo y luego me la pega tol mundo

Ya se como dices, fistro pecador de la pradera.

Miala, me dices lo mesmo quel perruca

Es que eres la misma imagen.

El se parece a cañita brava y no se lo digo todos dias y tu a la maña y tampoco te lo digo.

Ni yo a tu tampoco te lo digo tos dias

Pues no sera por decinos cosas todos dias

Quien a quien?

Tu de yo