Alfamén - Zaragoza

Cuentan viejos relatos que en la villa de Encinacorba vivía la más hermosa mujer del viejo reino de Aragón. Hermoso y dulce como cántaro de miel era su cuerpo. Grandes y profundos sus negros ojos. De exquisita educación e hija única de la mejor Casa de la villa, muchos eran los mozos que la pretendían. A todos desdeñaba sin embargo Rosaura Peralta, -que así dicen se llamaba la moza-. Nada quería saber de los jóvenes cariñeneros que le ofrecían magníficas propiedades en la Virgen de Lagunas. De igual manera desdeñaba a los que subían desde la Almunia o desde Alfamén a ofrecerle los mejores frutos de sus regadíos. Rosaura sólo tenía ojos para Pedro, un vendimiador del lugar que la rondaba. Casaron pronto y pronto Rosaura quedó en cinta. Con el puerperio, su cuerpo alcanzó toda la extensión y profundidad que su natural belleza le permitía. Una tarde de Otoño, después de levantar manteles y acostar al niño recién nacido, se sentó en la hamaca con la labor en el regazo y los ojos soñolientos posados sobre las brasas de la lumbre mortecina del hogar. Sus ojos se entornaron y sus párpados cayeron suavemente. A través de ese dulcísimo sueño que la vencía sin remedio, creyó ver a algo o a alguien en la sala que la desnudaba dulcemente, sin apenas tocarla. Una figura enorme con garras gigantescas y afiladas uñas atravesó su mente dormida. En los instantes siguientes, su cuerpo se alteró al sentir como una boca enorme se acoplaba en sus senos maduros y llenos de deliciosa y caliente leche. Sintió después, como una lengua viscosa y áspera le succionaba la leche blanca y densa, y como esta caía sobre su aparatosa e impúdica boca. Poco a poco el fluir del líquido fue decreciendo. El animal se enfureció, su boca se afanó y terminó por clavarle los colmillos y desgarrar sus pechos con aquellas poderosas y afiladas garras. En un instante el placer se tornó en dolor y el blanco líquido en roja sangre. Su cuerpo apareció bañado por el rojo fluido y su frente, cubierta de un sudor frío y distante. Despertó y vio a la fiera, “era como un dragón” –dijo-. Tenía la cola larga y fina, los pelos erizados le cubrían todo el torso emergiendo por entre las placas escamosas pectorales. Sus ojos brillaban lascivos como ascuas incandescentes.
No fue esa, al parecer, la única vez que apareció la fiera en Encinacorba. En otra ocasión atacó a una vendimiadora que había quedado rezagada en la viña. Dicen que la fiera desapareció como un abismo por la Peña la Cueva al sentir la presencia de más seres humanos. Aseguran los vendimiadores que vieron desaparecer al dragón por los profundos vericuetos y simas de esa Cueva que llega hasta Codos, atravesando la Sierra de Algairén.
En otras ocasiones, cuando llega el marido a casa tras largas jornadas de trabajo y busca en la alcoba el placer carnal. El dragón se posa sobre la hembra y al instante el esposo abandona el lecho sin saber por qué. Él, despacio y con dulzura, procura dejarla en cinta. Luego, torna el marido y se acuesta en el lecho como si nada hubiera sucedido.

Eres un poco pesadic@ con tus relatos eh vena, te podias ir al foro de Encinacorba....

Estoy muy de acuerdo con el que dice que eres un pesado, estaria bien que te fueras al foro que te mandan y nos dejases en paz pesadico.

No se le manda de ningun foro, es que no le hacemos caso. Si no entrais en sus conversaciones lo dejara.

SOY PROFESOR DEL INSTITUTO GOYA DE ZARAGOZA. ME LLAMO PEDRO NOLASCO Y ESTOY TRABAJANDO CON MIS ALUMNOS SOBRE LAS LEYENDAS RECOPILADAS EN ENCINACORBA. CONSIDERO QUE ES UN TRABAJO MUY INTERESANTE Y QUE DEBERÍA SER PUBLICADO EN PAPEL. ES UN GÉNERO POCO RECONOCIDO PERO MUY SINGULAR. FELICITO A LA/LAS PERSONAS QUE ESTAN HACIENDO ESTE TRABAJO.
Un saludo de Pedro Nolasco.

Pues, como muy bien dices, debería ser publicado en papel y a quien le interesen este tipo de leyendas, me parece estupendo que las lea y disfrute de ellas, pero por faaaaaaa, no nos las impongais en este foro, gracias