Villalpando - Zamora

El hijo del matarife:
La afición a los toros ya le venia desde niño, su padre cuando desollaba los chivos siempre guardaba las mejores cornamentas para su hijo pequeño, era el menor de seis hermanos cinco de ellos varones y la hermana que era la segunda en edad siempre lo quiso como a un hijo, mas que como un hermano.
No tenía mas de tres años cuando ya tenía su primera “tora” y corriendo detrás de sus hermanos para embestirles pasó su infancia.
Su ilusión por ser torero le ocupaba casi todo su tiempo, pues tenía una manta roja que utilizaba como muleta, siempre acompañada por un estoque de madera que el mismo había remodelado de una vara de fresno, y con un viejo carretón de madera y rueda de hierro que había remodelado a forma de toro con un agujero en la aguja y con el que ensayaba la suerte suprema, tirado por su buen amigo Federico, al que había nombrado
“mozo de espada.”
Tenia catorce años cuando le dejo aquella nota a su padre, en el que decía,”Padre no te preocupes por mi, seré un gran torero” aprovechando que en septiembre los melonares y los membrillos podían aliviar su hambruna partieron a las tres de la mañana el y Federico con un atillo cada uno y aquella alforja raída donde acoplaron la pata de chivo en cecina y una botija para aliviar la sed emprendiendo camino dirección al "campo charro"
M.B.