Villalpando - Zamora

El zagal y las rejas.
La mañana de primavera tardía, finalizando mayo solo unas pequeñas nubes blancas al suroeste impedían ver ese azul tan poderoso de la meseta castellana, pero a media jornada aquellas nubes blancas se ennegrecían por momentos, y los rayos rompían el cielo por todos sus costados, y de repente un aguacero de gotas que provocaban pompas como la palma de una mano, seguido de un pedrisco que obligaba a cubrirse con la manta, el rebaño se recogió, y camino desde la lomba a los cabañales, el pastor en cabeza tenia que pararlas con sus dos perros a duras penas, cuando pasaron el Valderaduey, el cielo estaba totalmente negro, y refugiándose en las tapias del cementerio, espero a que aquellas nubes preñadas de agua y piedra descargaran con furor, una breve clara le invito a seguir el camino hasta los cabañales, pero su sorpresa fue cuando vio que cuatro ovejas habían parido seis corderos, y ante la imposibilidad de llevar tantos corderos decidió que el zagal se quedara a su cuidado y pasar mas tarde a recoger los corderos en aquellas alforjas que tenia especiales para ir con el burro, que en la cuadra descansaba aquel día .
El zagal que era bastante temerario no puso reparos en quedarse y diez minutos mas tarde el cielo estaba preñado de nubes y los rayos y los truenos eran continuados unos cortando el cielo, y otros con grandes estruendos,
Las rejas de la entrada al cementerio protegidas por aquel ancho arco era la única protección de la intemperie. Y entonces fue cuando vio aquella especie de llamaradas y sombras que recorrían las tumbas y su mirada quedo fija sobre la tercera tunba hacia la derecha, pues vio como una especie de aureola con forma de mujer se transporaba y cruzando el pasillo se paraba sobre una pequeña tumba y acogía un áurea con forma de bebe, y quedando petrificado sin poder mover ni un músculo, pues en sus trece años no le había pasado nada parecido, y cuando quiso retroceder vio como sus piernas no le respondían y las llamaradas y las sombras se hacían cada vez mas grandes y su corazón latía sin control. Cuando llego el pastor su cara estaba tan pálida como la harina y su pelo erizado se había tornado blanco, durante varios años cada noche se desvelaba, con aquellas imágenes, y las llamaradas recorriendo aquel cementerio lleno de sombras.
M.B.

Era una noche cerrada del finales de octubre, y saltando la tapia nos metimos dentro de aquella iglesia, que años atrás se había caído después de salir sus feligreses, con la linterna nos adentramos en aquel templo sin techumbre, y mirando en cada agujero, buscando pájaros, nos sorprendió una gran lechuza y pasando por encima de nuestras cabezas no hizo tomar con el cuerpo en tierra, cuando alumbre el suelo las lapidas con inscripciones estaban por toda la zona que había sido el altar, y para ser una noche cerrada, brillaban dentro de aquel recinto tan oscuro, ya era casi medianoche cuado decidimos regresar, pues ya hacia un buen rato que habían sonado las 103 campanadas que Rupi hacia sonar como nadie cada noche a las 11 en punto.
Tanto mi acompañante como yo teníamos una extraña sensación, pues había como unas corrientes de aire, que prácticamente se palpaban, y el miedo empezó a hacer huella en nosotros, y cuando mirábamos hacia el ábside, contemplamos aquellas sombras que al desplazarse, emitían unas sicofonias initiligibles.
Decidimos salir de inmediato y nuca más saltamos aquella tapia.
M.B.

La bodega del terror 1ª parte
Aquellas bodegas tan descuidadas, que aun conservaban su grandes carrales, servían de dormitorio a lechuzas y murciélagos, la falta de protección en las zarceras, las hacían muy peligrosas para los niños que por allí jugaban cada tarde después de la escuela, los mas atrevidos, bajaban a jugar y con las velas hacían de ellas sus casas particulares, aquella tarde de otoño fue terrible. Pues en aquella gran cuba, el hedor era insoportable, y aquel rastro de sangre que recorría desde la puerta hasta la misma boca de la cuba, al asomarse, Corsino vio a aquel hombre muerto y que hacia varios dias que faltaba en su domicilio, los habitantes del Villalpando estaban aterrorizados, pues, tenían en el pueblo un asesino, y nadie sabia quien era,
El asesinado era un buen hombre y no se le conocían enemigos, todo el pueblo cerraba sus puertas con llave y durante varios días había un silencio sepulcral, ya que nadie se fiaba de nadie, el crimen había sido muy sangriento , treinta y tres puñaladas habían cosido su cuerpo, y solamente Corsino con sus catorce años, recorría cada tarde aquella vereda, para ir a su casa, y aquel día un poco mas tarde que de costumbre ya casi de noche, venció a su miedo, pues el día que encontró al muerto había visto una cosa en el suelo que brillaba, estaba justo debajo de la cuba, y bajando muy despacio, y con el corazón latiéndole muy acelerado, vio que aquel objeto seguía allí, y acercándose vio aquella gran navaja, con las cachas de nácar, con las iniciales G.C, estaba totalmente nueva pero ensangrentada, la vela alumbraba la bodega, y de repente vio como de la boca de la cuba salía una figura, de aspecto muy descuidado, y tirando la vela Corsino corrió hasta su casa sin parar, y con la navaja bien guardada cogida de la mano
Nunca volvió a pasar, por aquel atajo hacia su casa. Durante mucho tiempo se desvelaba, pensando en aquel hombre de la cuba pero lo de la navaja no se lo había dicho ni a su mejor amigo Pablito.
El asesino había perdido la navaja, al introducir, el cadáver en la cuba, y ahora un testigo le había visto a la luz de aquella vela.
M.B.

pero por que no te callas!!
que no puedo dormir....


tj

La bodega del terror 2ª parte
Corsino, como cada tarde pasaba con su amigo Pablito por el mismo lugar, y al llegar a las bodegas las pasaban corriendo, pues tenían la impresión de sentirse observados, aquella tarde de aquel invierno crudo al pasar por la bodega del asesinado, pudieron ver que la puerta se movía y una voz amenazante les dijo, acabareis igual que Gratiniano, en una cuba desangrados, los dos corrían como dos galgos, y no se atrevieron a decírselo a nadie, pues estaban aterrorizados.
Pasaron los años y tanto Corsino como Pablito siguieron siendo íntimos amigos y aquella noche de verano paseando como dos buenos amigos que eran y contándose las ilusiones que tenían, Pablito quería comercializar directamente, el queso que hacia con el ganado de su padre, y Rosalía su madre hacia unos quesos de patamulo exquisitos, y Pablito decía a Corsino, que el negocio estaba en venderlos en restaurantes y hoteles, pues el beneficio se triplicaba, Mientras que Corsino soñaba con irse a Madrid o a Barcelona, y convertirse en un gran mecánico, pues le encantaba el mundo del automóvil, y de repente oyeron aquella voz inconfundible para ellos, era la voz del asesino de Gratiniano, Corsino le conto entonces que había bajado un día a la bodega y había encontrado la navaja del asesinato, y que aquel hombre se encontraba dentro de la cuba buscándola y el salio corriendo de la bodega con ella, y le dijo a Pablito, que desde que tenia dieciséis años la llevaba siempre con el, y las iniciales coincidían con las del nombre de aquella voz Gerónimo Cienfuegos, aquel hombre era uno de los pocos supervivientes de la guerra de filipinas, y ya rondaba los setenta años, era un hombre taciturno, y después de la muerte de su mujer en extrañas circunstancias, no hablaba prácticamente con nadie. Pero no era un hombre conflictivo, ni pendenciero, se le conocía por su buena puntería con la escopeta pues era un buen cazador.
Aquel hombre estaba hablando en voz alta con su hermana Engracia que dos veces por semana le limpiaba la casa y le hacia la colada y se estaban despidiendo y al vernos sus ojos se clavaron como puñales en Corsino y dando un portazo desapareció de vista.
M.B.

Felices Fiestas para todos los VILLALPANDINOS

Años mas tarde cuando pase por aquel sitio que me producía escalofríos, me llene de valor y entre hasta el final de aquella bodega, mi sorpresa fue descubrir que la única cuba que quedaba, aun con vino ya avinagrado por el hedor que desprendía dejaba el suelo un rastro de transito de roedores de diferentes tamaños, me pareció extraño que un final de bodega tuviera tanto movimiento, y decidí volver al día siguiente, con la herramienta apropiada para hacer un boquete en la parte posterior de aquella gran cuba cuyo diámetro superaba los dos metros, como me imagine detrás de aquella cuba con los años se había ido agrietando una antigua pared de piedra de mampostería, con unas inscripciones , anteriores a la época romana, y siguiendo durante un gran trayecto por aquella gruta muy bien trabajada, pues aunque era muy antigua se conservaba en un estado casi perfecto, cada cien metros mas o menos se ensanchaba en forma de circulo y en dos ocasiones en aquellos círculos se abría otra boca en la cual se decencia durante mas de cien metros para luego volver a ascender, era la parte mas húmeda de todo el recorrido, pensé que estaba pasando por debajo de un rió, pues no encontraba otra explicación a aquella tierra arcillosa tan húmeda.
Llevaba mas de dos horas caminando por aquella gruta, cuando me encontré en una gran estancia, como el subsuelo de una vieja fortaleza, mi quinquel se estaba agotando y solo me dio tiempo a contemplar las osamentas de varios cadáveres, y sur armaduras, pensé que quizás estaba bajo la vieja Intercacia y cogiendo una vieja espada de gran envergadura salí lo mas deprisa que pude de aquel pequeño laberinto.