Villafáfila - Zamora

¿Vuestra campaña electoral es la de hablar de vuestra condición social (pobres y ricos) como si los unos o los otros sufrieran una enfermedad de la que tuvieran que avergonzarse?. Que poco hemos avanzado si os consideráis sólo “condición social”.

Yo soy PERSONA - sin blasones - camino descalza … muy despacio, para no herir la tierra que piso.

Soy OBRERA, y me siento tan orgullosa de mi condición que, DIOS bendice mi barro. Porque la tierra y la sangre de mi barro es pura.

Un saludo,
Emilia-Pillolla

Querida Emilia.

El primer impulso ha sido levantarme de la silla, después de haber leído con indiferencia, los aconteceres del Foro, más de lo mismo. A pesar del día lluvioso, me apetecía respirar el aire húmedo.

Tus líneas, me han retenido, obligándome a la reflexión. Te confieso, sin adulación, que tu corto párrafo, me hace ver la grandeza de tu mente y de tus sentimientos.
Me describes algo que yo percibo a diario en mis paseos por la rivera del Esla, de una forma sublime. En el asfalto de la ciudad, las sensaciones eran diferentes por el entorno, incomodas a ratos; solamente al caer la noche, recuperaba parte del sosiego.
Ahora comprendo que sumar kilómetros no siempre significa avanzar. Pueden ser vueltas alrededor de uno mismo o pasos de ciego o un constante ir y venir de cualquier sitio a ninguna parte.
Por eso, cada vez que me toca cambiar los neumáticos de mi taxi por otros nuevos, me pregunto si esas briznas de caucho quemado y abandonado en el asfalto, también quemó mi tiempo sin dejar cenizas o bien creó otro hombre más viejo y más sabio.
Pero sé, como tú sabes, que la respuesta no está en los neumáticos, sino en la carrocería del taxi. ¿Cuántos golpes he recibido o he provocado en este tiempo? ¿Cuántos arañazos? ¿Cuántos faros rotos?
Esto me recuerda a Crash, impactante film de David Cronenberg, cuando después de un accidente entre dos coches una voz en off dice: <<Es la sensación de contacto. En cualquier ciudad por la que camines, ¿comprendes?, pasas muy cerca de la gente y esta tropieza contigo. En Los Ángeles nadie te toca. Estamos siempre tras este metal y cristal; añoramos tanto ese contacto, que chocamos contra otros sólo para poder sentir algo>>.
De este modo, cada vez que la compañía de seguros de mi taxi me sube la prima (por excederme en el límite máximo de accidentes), me siento más sabio. Más pobre, pero más sabio. Más atolondrado, pero más sabio. Y tú me acabas de confirmar la certeza, de mis dos anteriores frases. ¡Gracias Emilia!

Un fuerte abrazo, amiga.

Goyo Cañibano.