Valdescorriel - Zamora

«Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Lc 16, 13)
Nadar entre dos aguas, deslizarnos como quien no quiere la cosa por el terreno de la simulación, dividirnos simétricamente en dos y destinar cada parte al servicio de lo que por sí es antagónico: no resulta. Lo solemos hacer, pero no resulta. El aviso de Jesús al respecto es claro: «No podéis servir a Dios y al dinero»
¿Se trata de no hacer uso del vil -por lo corrupto que lo podemos llegar a hacer- metal? Imposible, si queremos vivir en sociedad. Más bien consiste en ser señores de éste y no viceversa.
Al hablar de dinero no sólo nos referimos a la moneda corriente, sino a todo aquello que representa fortuna y hacienda en mi vida o lo puede llegar a ser y por ello puede poner en apartheid -separación- a Dios, situarle como ciudadano de 2ª clase, desplazarlo.
-¿Qué o quién representan mis dineros? Cosas tales como:
- Poder
- Honores
- Riquezas
- Placeres
- Competitividades…
Todo lo señalado y más representan el dinero que hay en nuestro corazón. Se trata de optar y no de una vez para siempre, sino a cada momento que se presenta la ocasión.
«Ningún siervo puede servir a dos amos»
- ¿Quiénes son mis amos?
- ¿De qué o quién soy siervo?
En el evangelio de Juan, Jesús nos dice: «Ya no os llamo siervos, os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (15,15)
No somos siervos de Jesús -el Dios con nosotros-, sino que somos sus amigos y hasta tal punto llega la profundidad de su amistad que nos ha revelado y sigue revelando el Corazón del Padre cuyo icono es Él mismo.
Dios no es nuestro amo, es Nuestro Padre, porque somos hijos en el Hijo: puro regalo.
No nos traigamos a engaño. Por nosotros mismos: pobreza radical, nada interesante a ofrecer, ningún expediente con matrículas de honor en lo tocante a la vida. Es Cristo Jesús, el Señor quien nos lo regala.
Se trata de acoger para ser, más que afanarnos en hacer, hacer, hacer.
Todo lo dicho: -¿Me lo creo?
Creer significa en este caso dar credibilidad a Otro. -¿Es así?
Cada uno en primera o última instancia escoge, decide donde poner su corazón y por ello la vida: Dios o el dinero. Ambas cosas en el sentido de señoríos paralelos es imposible.
- ¿Ante quién me arrodillo?
La respuesta como siempre es personal e intransferible