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San Esteban del Molar - Zamora

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España > Zamora > San Esteban del Molar
26-06-11 14:41 #8239797
Por:Marceloo

Libros
Para el interés general del foro presento el libro de José Antonio Marina y Marisa López Penas,titulado "Diccionario de los sentimientos"

DICCIONARIO DE LOS SENTIMIENTOS

José Antonio Marina,Marisa López Penas
Editorial Anagrama

Es un libro que habla de palabras, pero no es un tratado de lingüística. Habla de los sentimientos, pero no es un texto de psicología. Estudia muchas culturas, pero no es una obra de antropología cultural. Cuenta la historia de los diccionarios, pero no es un estudio de lexicografía. Leído del principio al final es una narración. Leído del final al principio es un diccionario. Los extraterrestres son así de raros y eficientes. El lenguaje sentimental guarda una enorme cantidad de información sobre el ser humano, recopilada, organizada, tramada por muchas generaciones. Es más, el léxico contiene una teoría completa del ser humano, de su comportamiento, sus motivos, sus esperanzas, incluso de su propia estructura mental. Hay una profunda 'psicología popular', emboscada en las frondas del lenguaje. Resulta por ello utilísimo realizar un 'psicoanálisis lingüístico' que ponga de manifiesto ese inconsciente atávico.

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24-08-11 12:09 #8604394 -> 8239797
Por:Marceloo

RE: Libros
LA NOVELA ZAMORANA DE SUSO DEL TORO,AL CINE

laopinióndezamora.es
IRENE GÓMEZ

José Luis García Sánchez dirigirá la película basada en «Siete palabras», que se rodará en Toro, Zamora y Sayago, por donde transitó la vida del abuelo del escritor.

El periplo comenzó en Toro, donde nace también la novela - «Todo empezó en Toro»-, en el torno del antiguo hospicio, hoy residencia de ancianos, donde abandonaron al abuelo Faustino. Hasta allí se desplazaron el autor de «Siete palabras» y José Luis García Sánchez con parte del equipo de la película -el productor Roberto Oltra o Federico Ribes, director de fotografía- y de la mano de José Navarro Talegón, «la conciencia de Toro», como lo describe el novelista.

El pequeño pueblo sayagués, donde nació el padre de Suso de Toro, fue todo un descubrimiento para el equipo. Formariz y otros puntos de la comarca servirán de escenarios del rodaje. Un trabajo que se prolongará durante más de un año porque se quieren captar imágenes de Sayago a lo largo de las cuatro estaciones.

«La película tratará sobre qué maldición ha caído sobre estas tierras para hacer que estén despobladas, qué falta de ternura ha habido».

Suso de Toro dio mucho en esta novela tan personal, se desnudó en busca de los orígenes y le salió una obra muy literaria, también muy íntima. Un viaje interior donde emerge la dureza de la emigración. «Es un momento para explicar por qué esta tierra se vacía».. Y Sayago en el centro de la historia.

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SIETE PALABRAS DE SUSO DEL TORO

Editorial Alianza
Año de publicación:2.010
Tema:Narrativa

«Todo empezó en Toro» Años atrás, durante un viaje familiar a dicha localidad, en una noche de agitado insomnio, el narrador se percató de que no sabía nada de su abuelo ni de sus orígenes, que indudablemente debían de hallarse en Toro. La pérdida de memoria de su padre y un susto, durante tres fatídicos segundos se vio ante un espejo con medio rostro paralizado, actúan de catarsis que le impulsan a emprender un viaje en busca de las huellas que recompongan el árbol genealógico truncado, el acceso al otro lado de la puerta cerrada en la mente paterna. ¿Por dónde empezar? Por «Formariz, Sayago, Zamora, España», nombres que brotan de la memoriade su padre. En el periplo, que le lleva hasta La Habana, se imagina a su abuelo, Faustino de Toro, criándose en un hospicio, sufriendo penurias, y, una vez casado y con dos hijos de corta edad, perdiéndose en un barco camino de Cuba. Una partida que dejó en uno de aquellos niños, el padre del narrador, una sensación de abandono y desafecto que le marcará durante toda su vida. Nada relevante consigue en su investigación salvo carta que trata de disuadirle de que no siga hurgando en el pasado. Siete palabras es una una narración emotiva y cautivadora que discurre por el indefinido linde entre la biografía y la ficción. Entrecruzando con acierto distintos géneros y las notas trágicas con las de humor, Suso de Toro nos brinda una obra literaria de múltiples facetas. Un relato de viajes, tanto físico como íntimo a lo más profundo del ser, en busca de la identidad familiar y del propio sosiego. Una narración de intrigas y misterios; un monólogo plagado de reflexiones metaliterarias; una novela de la memoria, personal y colectiva, que ensalza a los desheredados de la tierra de ayer y de hoy. Un relato de familia en suma, tramado con los mimbres de la mejor tradición literaria, en el que subyacen el peso de la ausencia y del abandono, del amor paterno-filial con las resonancias bíblicas de las Siete palabras
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24-08-11 13:07 #8604733 -> 8604394
Por:Marceloo

RE: Libros
Siete palabras
Suso del Toro
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04-09-11 14:45 #8670768 -> 8604733
Por:Marceloo

RE: Libros
VATICANO S.A.

Autor:Gianluigi Nuzzi
Editorial: Martínez Roca
Año de publicación: 2010
Temas:Ensayo : Periodismo

Por las páginas de esta rigurosa y apasionante investigación periodística encontraremos personajes que ocuparon importantes cargos de responsabilidad dentro de las finanzas del Vaticano;asistiremos a la fundación de asociaciones fantasma contra la leucemia o de ayuda a los niños pobres que no eran más que simples tapaderas; conoceremos a prelados por cuyas manos pasaron ingentes cantidades de dinero sin que diesen ningún tipo de explicación sobre su paradero final; veremos operaciones financieras respaldadas por monseñores cuyo objetivo era fundar un nuevo partido de centro en Italia, descubriremos paraísos fiscales, dobles cuentas... Todo ello gracias a los miles de documentos que componían el archivo secreto de monseñor Renato Dardozzi, una de las figuras más importantes en la gestión financiera de la Iglesia desde 1974 hasta finales de los noventa y uno de los pocos eclesiásticos que tuvieron acceso a las reuniones reservadas a los más estrechos colaboradores de Juan Pablo II.

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08-09-11 14:05 #8693776 -> 8670768
Por:Marceloo

RE: Libros
ALIMENTOS BAJO SOSPECHA
Recetas para una alimentación inteligente.

Autor: Gustavo Duch
Editorial: Los libros del lince

Páginas: 96
Formato: 18 x 12 cm
PVP con IVA: 7,00 euros.

En pocas páginas, ocho capítulos y varios apéndices se recopilan escritos sobre cómo la agricultura, y por lo tanto la alimentación industrial, cegada por los intereses económicos empobrece a millones de personas -sin nada que comer- y pone en riesgo la salud de los que podemos malcomer.

“Así es la alimentación del siglo xxi. Un rarísimo sistema contranatura que está en manos de muy pocas multinacionales, que ganan dinero a base de arruinar la pequeña agricultura tradicional, de ensuciar y contaminar el planeta, y, como vemos a menudo, susto tras susto, de poner en jaque la salud de la población consumidora. Vacas locas, dioxinas, gripes, E. coli… Todas estas enfermedades siguen el mismo patrón; patologías graves cuyo origen es bien conocido: la codicia.

Pero hay una alternativa por descubrir, otra forma de crear alimentos que debemos exigir: una agricultura que garantiza la salud para la población consumidora, una economía que sabe evitar el hambre del Sur y la obesidad del Norte, una tecnología sujeta voluntariamente a las leyes del medio ambiente, y, además, un menú en nuestras mesas que sería la señal de que hemos recobrado la seguridad y el sabor de nuestros alimentos, y que devolvería la vida al medio rural. Es la soberanía alimentaria.

Gustavo Duch Guillot
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12-09-11 00:03 #8719645 -> 8693776
Por:Marceloo

RE: Libros
REACCIONA
10 Razones por las que debes actuar frente a la crisis económica,política y social.

Varios Autores
Editorial: Aguilar
Año publicación: 2011

Temas:EnsayoEnseñando la lenguaolítica
10 Capítulos en 169 páginas

Reacciona trata de clarificar y encauzar la pesadumbre de un sector creciente de la sociedad española con la crisis económica, política y social que estamos viviendo, con la crisis del sistema. Y varios factores están en juego: nuestra estabilidad, el equilibrio global, una generación de jóvenes sin futuro y el futuro mismo. Una mezcla singular de especialistas, un comité de sabios, entre los que destacan José Luis Sampedro o Baltasar Garzón, que nos brinda diez respuestas con una idea común: la necesidad de tomar postura y actuar, de concienciarnos y despertar pues todavía hay esperanza, hay soluciones. Una ciudadanía informada y responsable puede impedir los atropellos. Todos con un mismo rumbo, con un objetivo claro: defender la dignidad, la democracia y el bien común. Ha llegado el momento. El primer paso es reaccionar.

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19-10-11 15:43 #8962800 -> 8719645
Por:Marceloo

RE: Libros
LA INUTILIDAD DEL SUFRIMIENTO

María Jesús Álava Reyes
Editorial: La Esfera de los Libros
Año publicación: 2010 (2006)
Temas:Ensayo:Autoayuda y superación

La inutilidad del sufrimiento de María Jesús Álava Reyes:Claves para vivir de una manera positiva

Esta obra, que con sus 80.000 ejemplares se ha convertido en un título de referencia en el mundo de la psicología, parte de una premisa muy clara: nada justifica el sufrimiento inútil y prolongado; por el contrario, vivir de manera positiva nos permite huir de este encadenamiento y recuperar la ilusión. Para ello su autora nos ofrece sugerentes reflexiones, pautas de conducta, ejercicios de autocontrol y numerosos testimonios que nos permiten entender la vida como un presente lleno de oportunidades que hay que aprovechar.

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19-10-11 17:02 #8963253 -> 8962800
Por:Soitu

RE: Libros
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19-10-11 17:04 #8963268 -> 8962800
Por:Soitu

RE: Libros
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19-10-11 17:10 #8963300 -> 8962800
Por:Soitu

RE: Libros
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19-10-11 20:41 #8964692 -> 8962800
Por:Marceloo

RE: Libros
Muchas gracias,amigo.

Estoy leyendo el libro de María Jesús y ahora tengo más interés.
Los otros bídeos son también muy interesantes.

Gracias de nuevo por compartirlos con nosotros en el foro.

Un abrazo:Marcelo
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07-01-13 02:12 #10924778 -> 8962800
Por:Marceloo

RE: Libros
Razones para la rebeldía

Autor:Willie Toledo

Con la colaboración de Pascual Serrano
Prólogo de julio anguita

Colección: ATALAYA PEQUEÑO

Willie Toledo repasa su vida de activista, sus razones para la indignación permanente, así como sus opiniones sobre el mundo, España, la política, sus colegas actores, la ley sinde, y muchas más cuestiones de actualidad política y social de nuestro tiempo

«Absténganse los súbditos, lean los ciudadanos» (Julio Anguita).

«Hemos perdido la soberanía, ya que son los mercados y las instituciones financieras las que dictan a los gobiernos lo que deben hacer.
Los derechos constitucionales como la vivienda o el trabajo no se cumplen.
Se están dando los primeros pasos, que pueden ser irreversibles si no le ponemos remedio, para que la sanidad y la educación se privaticen, sin pensar además que los grupos religiosos controlan ya la mitad de la educación de este país.
Tenemos una ley de extranjería racista e injusta.
Nuestro ejército participa en guerras por diferentes zonas de la Tierra y los ciudadanos ni saben dónde ni por qué.

No sé si vamos a poder cambiar la situación, pero, en cualquier caso, los ciudadanos somos los dueños de nuestro destino y en nuestras manos está seguir aguantando o salir a la calle y exigir nuestros derechos».

Guillermo Toledo
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07-01-13 02:15 #10924782 -> 8962800
Por:Marceloo

RE: Libros
Guillermo Toledo

(Madrid, 1970), es actor y productor teatral (miembro fundador del grupo Animalario).Tanto en teatro como en cine y televisión, ha cosechado numerosos éxitos y reconocimiento habiendo trabajado a las órdenes de directores de cine tan prestigiosos como Pedro Olea, Martínez Lázaro, Alex de la Iglesia, Fernando Colomo, Vicente Aranda, José Luis Cuerda, Mario Camus o Adolfo Aristarain, ente otros. Capaz de pasar del registro cómico al drama con asombrosa facilidad, su temprano interés por la interpretación le llevó a trasladarse a Estados Unidos en 1986, donde pasó una temporada estudiando en un Instituto de Teatro. Debutó en el cine en 1994 con Morirás en Chafarinas y, a partir de entonces, ha ido apareciendo en algunos de los títulos más destacados del cine español. En televisión, todavía se recuerda su interpretación de “Richard” en la serie Siete vidas. Con Animalario, «vocación de equipo, de intentar recuperar esa parte del trabajo abandonada en los años 80 por las compañías de teatro, debido en parte a las exigencias económicas y de mercado», ha cosechado innumerables éxitos y premios destacando El fin de los sueños (2001), Alejandro y Ana (2003), Marat Sade (2007), Argelino, servidor de dos amos (2007) Urtain (2008-2010), y Penumbra (2010), entre otras piezas. Defensor de los derechos humanos y activista no adscrito a ningún partido político, Guillermo, Willie, Toledo es uno de los actores que ha convertido su compromiso político y social en una forma de vida.
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09-01-13 18:28 #10930967 -> 8962800
Por:Molarin

RE: Libros
Novenas y festividades religiosas.

La vida en los pueblos discurría en ciclos que se repetían cada año, siempre iguales y siempre distintos: las estaciones, las faenas agrícolas, las novenas y las fiestas, casi siempre religiosas.

Antes de que se pierda su recuerdo con cada castellano que desaparece, trataremos de evocar estos pequeños acontecimientos que rompían la monotonía de la vida diaria, cuando los pueblos vivían tan encerrados en sí mismos, en un tiempo ido, no tan lejano.

A finales de enero, cuando el campo solía aún “estar cerrado”, las ovejas en El Raso o en los cabañales, mulas y labradores en holganza, o todo lo más haciendo matanzas tardías, y alumbrando majuelos, los carámbanos en las lagunas, endurecido el barro de las calles, llegaba la humilde novena de San Blas. Se celebraba en la Iglesia de San Pedro, era novena poco concurrida, de las que no llenaban el templo. Alguien de cada familia solía acudir para pedirle protección contra las enfermedades de la garganta.

El viejo organista cantaba, con aquel peculiar estilo: “Glorioso mártir san Blas, /patrono de los mortales, / por tu glorioso martirio/ líbranos de enfermedades”.

Los últimos días de la Novena, las devotas llevaban roscas. Bendecidas en la Misa del día de la fiesta, el Sacristán las partía al medio. Cada mitad se devolvía a la dueña, quien, en casa, repartía un trocito a cada uno de la familia, para que, al comerlo, su garganta y oídos quedaran protegidos de las anginas, garrotillo y otros andancios. Las mitades restantes quedaban al servicio del altar: sacristán, curas y monaguillos.

Las Candelas el día antes de San Blas, las Aguedas dos después, eran medias fiestas que daban lugar a bailoteos culminados en los Carnavales: -“Las mozas de poco seso, desde las Candelas comienzan el antruejo”.

Desde que recuerdo, se celebraban Carnavales, aunque estuvieran prohibidos los disfraces y máscaras, sencillos, alegres, muy animados. El domingo gordo “la carrera de cintas”. Los días de febrero, los de un “ratico al sol y otro al humero”, o los primeros de marzo, preludiaban la primavera. En aquellas tardes bonancibles, todo el pueblo acudía al Camino de Berrabueyes. Los quintos, que ese año cumplían los 21, lucían su destreza como jinetes. Las mozas lucían sus manteos, rodaos, corpiños, pañuelos de ramo. Ponerse el traje regional, eso era vestirse de carnaval.

Por la noche de los tres días de carnaval “estaba permitido sobrepasar en una hora la queda”, se celebraban muy animados bailes. Las muchachas se ponían muy elegantes: mantillas, tules, gasas, más pintaditas de lo normal, y, hasta las más procaces o decididas, ¡se vestían de hombre!

El martes de carnaval, por la tarde, los quintos que iban a marchar, ya con 21 o 22 años cumplidos, a la mili, corrían las gallinas, costumbre bárbara que se perdió mediados los 50.

Eso se hacía en el camino del cementerio, frente al Caño de Santa María. A un hermoso álamo plantado junto al pilón, ataban una soga. Del otro lado del camino hincaban un poste para sujetar el otro extremo. De la soga colgaban la gallina o gallo que cada uno había aportado.

La “juerga” consistía en pasar cabalgando en burro por debajo de la soga, agarrar a la gallina por el cuello, y arrancárselo. Recuerdo que aquello repugnaba mi sensibilidad de niño: la gallinas revoloteando, soltando sangre. Muchas veces el poste no aguantaba, se venía todo al suelo, se preparaba un revuelto de burros, mozos llenos de sangre, gallinas,…

Por la noche, ¡menudo baile! ¡Había que aprovecharse! El baile de Los Mantecas y el de Torti no se volverían a abrir hasta el Domingo de Pascua. ¡Venía la Cuaresma! La diversión, en los domingos: paseo por la carretera en la tarde, por los soportales en la noche, y el cine, quien tenía para la entrada.

La Cuaresma: los viernes ayuno y abstinencia. Por la noche el Miserere, al que acudía todo el pueblo: Vía Crucis, Cantos Penitenciales (las salmodias repetidas de generación en generación: “Perdón a tu pueblo señor, perdón a tu pueblo, perdónalo señor ¡ “Amante Jesús mío, oh cuanto te ofendí, perdona mi extravío y ten piedad de mí”).Al final el “Miserere mei Deus, secundum magnan, misericordian tuam” en particular gregoriano entonado por el señor Macario, lo cantaba todo el pueblo.

Cuando era entrada, o a punto, la primavera, cuando los pares estaban en plena barbechera, llegaba la Novena que levantaba más expectación: la Novena de la Dolorosa.

Consideremos que, por aquel entonces, no había televisión, la gente no estaba saturada de imágenes en color, ni de culebrones televisivos (en la vida real del pueblo había algún que otro “Benaventano” drama rural). Empezaba a haber radios en casi todas las casas, pero, para oír un disco, había que tragar una serie interminable de dedicatorias. Eran famosas las de Radio Andorra por las noches. Había tres o cuatro suscripciones de periódicos, únicos que llegaban al pueblo. ¡Menos mal que, de vez en cuando, los copleros nos ponían al día de los escasos crímenes que a finales de los cincuenta sucedían, y de la letra de “La Campanera”, “Silencio en la Noche”, “Doce Cascabeles”. O sea: que las diversiones eran pocas u otras.

Por ello ir a la Iglesia, ir a la Novena de la Dolorosa era religiosidad, acto social y de relación, y hasta folclórica diversión, tradición, espectáculo. Como oír a Maese Pérez, el Organista, el de las Leyendas de Bécquer, era oír al señor Macario, el organista, acompañar con el armonio a los hombres y mozos que cantaban aquellos impresionantes solos, aquellos misterios, aquellos dúos.

La iglesia de San Nicolás se llenaba hasta arriba. Los pares soltaban antes para llegar al atardecer a la Novena, y más si el gañán era cantor. Algo difícil de conseguir: el señor Macario realizaba una escrupulosa selección. De seis a diez los cantores.

Con cada misterio del Rosario se cantaba un misterio doloroso. Las notas del armonio daban la entrada a un cantor, o él mismo, que entonaba los cuatro primeros versos en forma de pregunta y en baja tesitura: ¿Quién es esa mujer que angustiada / vacilante y llorosa camina? / ¿Quién es esa mujer tan divina? ¿Quién esa mujer celestial?.

Estos primeros versos de pregunta o exposición eran respondidos por el segundo cantor en tesitura de barítono, de tenor o de cantaor de “jondo”, según los estilos, pero siendo capaz de alcanzar unas notas muy altas de la escala musical en el último veros de aquel “in crescendo” estremecedor: “ Esa triste mujer es María, / que en el templo perdió a su hijo amado / y en su rostro divino ha grabado/ la congoja su huella fatal”. Después los dos cantores, a dúo, repetíamos esta segunda parte. Y todo el pueblo cantaba: “Por tus dolores / ten compasión / pide y alcanza / nuestro perdón.”

Al finalizar el acto de cada día se cantaba la “Salve Dolorosa”. Una voz blanca, de niño, cantaba el primer verso:

¡Saaaalve Virgen Dolorooooooosa!, al que respondía todo el pueblo:

¡Salve de mártires reiiiiiina!. Madre de Misericooooordia,/ entre espinas y azueeeecenas, / entre espinas y azuceeenas!.

Seguía el niño: ¡Dioos te salve a ti llamaaaaamos!.

Los hijos, los hijos de Eeeeeeva,/ pues en la cruz vuestro hiiiijo / a vos por madre nos deeeeja / a vos por maaaadre nos deja.

¡Oooooooh madre toda piedad!.

¡Oh madre toda clemencia!
¡Oh dulce virgen Maríiiiiia!,
Por nosotros siempre ruega,
Por nosotros siempre ruega.

¡Paaaara que seamos dignos!

De conseguir las promesas
De nuestro Jesús amado,
E ir a la gloria etereeeeena,
E ir a la gloria etereeeeena.

Fueron famosas las voces blancas de Félix “Nitro” y Manolito Seoane.

Al salir, en el atrio, los mayores entendidos, enjuiciaban la actuación de cada uno: “que si éste cantaba de nariz, que si el otro se ahogó en “la congoja” y no llegó a arriba”. Incluso cuando la crítica era favorable, nunca llegábamos a los cantores de “antes”, ni a Venancio Redondo, ni a Cándido Boyano, por ejemplo.

Sería interesante remontarse a los orígenes de esas letras, y sobre todo de esa música, que tiene reminiscencias Mozárabes. Aún se siguen cantando esos versos, aunque de forma colectiva y deslavazada, sin coro, sin armonio, con la nueva iglesiona semivacía, sin jóvenes. Nada qué ver con aquello en el viejo San Nicolás.
Dela Semana Santa haremos leve alusión. La de ahora, con una liturgia sin latines, supera en medios a aquella Semana Santa de nuestra niñez, en cofradías, túnicas, imágenes sobre carrozas, flores, cornetas y tambores. Dudo que en autenticidad. Las procesiones, no ya organizadas por Maestros y Alguaciles, son más brillantes, pero se han convertido en un espectáculo, confiemos que para muchas personas, no exento de fervor, sobre todo para los emigrantes que, cuando los mira el Nazareno, enraízan más profundo el recuerdo de la infancia, de la casica de adobe y el miserable pueblo que abandonaron, al que quieren, porque es el suyo.

Recordemos dos actos que desaparecieron cuando la renovación litúrgica, creo que, incluso antes, del Vaticano II: “El Oficio de Tinieblas” y el “Recorrer los monumentos”.

El miércoles santo, por la atardecida, en la iglesia de San Nicolás, todas las imágenes tapadas con un lienzo negro, alumbrada solamente por los hachones, se reunían los Sacerdotes y el Organista. Tras el canto de interminables latines, apagaban un hachón. Más cantos y otro. Así hasta el final.

Los muchachos, armados de matracas y carracas, esperábamos impacientes y aburridos a que apagaran el último, a que la iglesia quedara en casi tinieblas, en la penumbra de la luz del atardecer y los escasos ventanucos. En ese momento hacíamos sonar nuestros instrumentos. El litúrgico carraqueo, matraqueo, brincos sobre el piso de tarima, o sobre los bancos, era tan estridente que, Don Cayo, había de finalizarlo desalojándonos de templo a cingulazos .

En la mañana del Jueves Santo, uno de los tres que relucían más que el sol, después de celebrar los oficios litúrgicos, por la mañana, el Santísimo quedaba expuesto en los Monumentos de cada iglesia. El pueblo, con los Sacerdotes, o en grupos aparte, recorría los de las cinco o seis iglesias abiertas al culto. Acto solemne este “recorrer las estaciones. Muchas señoras y muchachas “lucían la clásica mantilla española”.

El mes de Mayo era, ¡cómo no!, el de las flores, y el de Junio el dedicado al Sagrado Corazón y, sobre todo, el de las Octavas del Corpus.

Se celebraban en cada una de las cuatro iglesias abiertas al culto. Mi abuela me recordaba, de cuando había ocho parroquias, el día de cada Octava, a partir del Jueves Santo. Yo recuerdo las que viví:: Santa María, en la iglesia de las Clarisas, el viernes; San Nicolás, el domingo, San Miguel, el lunes; y San Pedro, el miércoles.

Estaban muy bien delimitadas las jurisdicciones de cada parroquia. Cada casa del pueblo sabía a qué parroquia pertenecía. Solía haber un mayordomo que costeaba la fiesta, o si no algunas mujeres se encargaban de salir a pedir por las casas “para la Octava”. La víspera, al anochecer, se encendía una hoguera en la plazuela de cada iglesia. Los muchachos nos encargábamos de pedir los manojos para la hoguera de la octava. Si la tenada daba a la calle, a veces, los robábamos. Cada hoguera era una fiesta con baile de chinganillo o gramola, al aire libre.

La fiesta litúrgica consistía en una Eucaristía Solemne: sermón, procesión con el Santísimo bajo palio, todos con el traje de los domingos. Al acabar la procesión había limonada en casa del Mayordomo o de las encargadas de pedir el donativo.
Cambiado el día del Corpus, aún se celebran tres octavas, sin hoguera desde hace no muchos años, pero con la esencial, tradicional y entrañable Misa y Procesión que, esperemos, dure lo que nuestra generación, al menos.

Entre tanto, los trigos iban encañando y poniéndose cereños. Las mulas pastaban, después de la arada en el Prado de “Huelga Pedro”. Las barbechera iban concluyendo y nos metíamos en el verano, en que sólo había Misa sencilla por la mañana y el Rosario por la tarde, preludio del paseo por la carretera y por el de “Venus”.

En la canícula de agosto, cuando el único calendario eran los días que faltaban de trilla, un buen día, poco antes de aparvar, los bronces de la Queda se desparramaban jubilosos entre parvas, trillas, carros y tornaderas. Esa campana que se oía desde los pueblos vecinos, no nos avisaba estremecedora de un incendio, ni nos levantaba para ir a respigar, nos cantaba que empezaba la Novena de San Roque. Aquello, tan simple, llenaba de alegría a agosteros y trilliques en las azacanadas tardes de la recolección. Era novena para “los pájaros de pueblo, y cantábamos, como ahora: “Líbranos de peste y males, Roque Santo peregrino”.

Ya en el tardío, cuando comenzaba la otoñada, se celebraba en la iglesia de San Miguel la Novena de la Virgen del Carmen. Terminaba el primer domingo de octubre. Tenía sabor. Era iglesia poco utilizada. Acudían las mujeres del Arrabal: calle Olleros, Rincón de la Gloria,... . Subíamos a la torre, única en la que había campanas volteables. Nos rescolgábamos de la maza de la grande. A la pequeña, tirando de la cuerda, le hacíamos perder el paso. O sea: conseguíamos tal fuerza centrífuga de giro que el badajo dejaba de golpear. En las campiñas veíamos las hoguera en que, puesto el sol, se convertían los montones de cardos, atropados en esos días al preparar la sementera.

El mes de Noviembre, “dichoso mes que empieza con los Santos y termina con San Andrés”, cuando “el vino nuevo, añejo es”, llegaba con sus nieblas, los labradores en plena sementera y las Novenas de Ánimas.

Era un mes lúgubre. El día de Los Santos y el de Los Difuntos, lo pasábamos en el cementerio. Tenía pocos mármoles y pocas flores: unos pocos crisantemos de las huertas, humildes cruces de hierro moldeado, que vendían en el Comercio Grande, sobre la mayoría de las tumbas en tierra, desprovistas de hierbajos, y faroles, muchos faroles lucían esos dos días, en los que todo el pueblo iba al “camposanto”, incluidos los muchachos, que jugábamos a las cartas sobre la pared de la fachada.

Días lúgubres los de noviembre: las campanas tañendo a muerto en aquellos melancólicos atardeceres plomizos; la Novena de Ánimas, en San Nicolás, con el túmulo en el centro y los cantos fúnebres, entre escalofriantes e ininteligibles del Sr. Macario; y luego la Novena de Ánimas, en Las Monjas, más terrorífica aún, con calaveras brillantes, fémures y tibias rodeando el túmulo; unas monjas de clausura invisibles, que cantaban desde el alto coro enrejado lleno de pinchos puntiagudos,... Sin duda ese escenario podría inspirar a los románticos decimonónicos.

¡Menos mal que después, cuando ya iba acabando la sementera y las matanzas estaban próximas, llegaba la Novena de La Milagrosa, en la Capilla de las Hermanas. La iglesita se llenaba a tope. Había mucha luz. Era muy bonita: los relatos reconfortantes de las apariciones de la Virgen a aquella monjita francesa, Santa Catalina de Labouret, el coro del Colegio, adolescentes y jóvenes, dirigido por Sor Vicenta, que cantaban hasta a tres voces, el altar tan iluminado con tubos fluorescentes alrededor de la Virgen de la Medalla Milagrosa,.... .

Acabada la anterior, dos o tres días de Rosario simple en San Nicolás, y comenzaba la de La Purísima: Misa a las diez de la mañana para todo el pueblo, a la que asistíamos los niños en procesión de dos filas, cada una por una acera; por el medio, organizando, los Maestros, detrás del primero, que portaba la cruz, desde las escuelas. Excluidos los de párvulos, entre las “Escuelas de Villa” y la de “Las Hermanas”, unos cuatrocientos, entre muchachos y muchachas. Al llegar, parábamos en el atrio y en la plazuela para cantar: “Señora a tu templo/, casa de oración / venimos los niños / con gran devoción / a implorar los frutos / del espíritu amor/. También, ya dentro: “Oye mis clamores / aurora de los cielos / tu concepción pura / todos alabemos /tu concepción pura / todos alabemos.

Volvíamos a regresar en dos filas, regreso que ya casi se empalmaba con el recreo.

Por la noche, a las ocho de entonces, era el Rosario y la Novena: el viejo San Nicolás, lleno de gente por todas las naves y recovecos, los muchachos en las escaleras del coro, sin parar de dar guerra, también mucha luz, alegría canciones de las cantoras con el organista desde el coro. La víspera, los carros con la leña, a los que salíamos a esperar, toda la tarde rebrincando por el montón, la hoguera en la plaza, faroles en los balcones del Ayuntamiento. Algunos mozos cogían brasas para calentarse en la gurrumbada celebrada en bodega o en alguna casa, sin molestar al resto del vecindario que dormía.

El día ocho, Misa Solemne, procesión grande, por la tarde; buena comida y buen baile, y cine por la noche. Como ahora, alguna que otra borrachera, aunque muchas menos.

ATISBANDO EL BORRAJO.
A. Modroño Alonso

Así intentaba titular un libro para el que ha buscado editor fuera de la provincia. Como dada, qué novedad, la crisis, no lo encontro, ha decidido, por capítulos, irle publicando en su blog.
Puntos:
09-01-13 19:48 #10931273 -> 8962800
Por:bbbb-8

RE: Libros
Agapito fué ,durante un breve espacio de tiempo el maestro de nuestro pueblo y también el que recogía el orujo de las bodegas. Aún lo recuerdo con el carro de varas y la reata maniobrando por el camino de Vidayanes.
Agapito es un amante de la tierra que le vió nacer.
Puntos:
09-01-13 22:43 #10931970 -> 8962800
Por:DANZANTE 1964

RE: Libros
¡ Eh ! ABU...tu también recuerdas a D. Agapito. Un tío elegante.

Gracias Molarin, por endosarnos temas entrañables, a diferencia de Marcelo que se mosquea, cuando menciono la pedantería.
Y que sepas Marcelo que tú y tú amigo de "ilustraus" poco. Ahora nos metes la jaculatoria del pega y copia. Va ROllO, con lo que tu eras. Te desinflas, chaval.
Sigue teniendo razón....Juancito.
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10-01-13 00:14 #10932221 -> 8962800
Por:bbbb-8

RE: Libros
Quiero aclarar que cuando hablo de Agapito, me refiero al de Villalpando Agapito Modroño que es primo de D. Primitivo.
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10-01-13 00:41 #10932269 -> 8962800
Por:Marceloo

RE: Libros
Sobre Villalpando y Comarca
A. Modroño Alonso

ATISBANDO EL BORRAJO.
La Sementera.

De la Virgen de los pastores al Cristo de Villanueva, las eras quedaban vacías. Las escobas de agujera, los rastros y el aparvador habían arrebañado hasta el último pajuco de parvas, muelos, solares y ranaceros.

En el horno de la era, en el cabañal o en el portalón de la casa se guardaban trillos, tornaderas, bieldos, bieldas, armajes, balancines. Los arreos se colgaban en la pared de la misma cuadra. La aventadora bien protegida bajo cubierto, lo mismo que la agavilladora. Si acaso quedaba en la era algún trillo viejo. Los muchachos, en la otoñada, los levantábamos para coger ratones con que asustar a las muchachas.

Todo recogido y en orden, el verano había terminado, la recolección estaba hecha. Si el año había sido bueno, los hijos de los labradores, con la propina de los padres o con el importe de unas faneguillas de “cañuela”, se iban unos días a las ferias de Valladolid. Escaso pero intenso asueto de dos, o tres días a lo sumo, porque pronto los reclamaban en casa: había que empezar a preparar la sementera.

Se empezaba por tirar el abono. Los carros iban y venían del muladar a las tierras. La jornada de trabajo ya era normal, de sol a sol. Se habían acabado los madrugones del acarreo de la mies, pero el trabajo seguía siendo duro: cargar y descargar a purridera. Cuatro “deshojaus” por cada cuarta de tierra. El estiércol que se hacía durante el año llegaba para pocas tierras. Se echaba en las que iban a sembrarse de cebada o en las que habían “estau de garbanzos”. También, los que podían, abonaban a telera, a “rial” cada oveja y noche o sacaban a los pastores el abono de los cabañales a cambio de paja.

Si había caído alguna tormenta durante el verano, lo ligero había echado broza. Otro par de días cortando y amontonando garamatas, agaloyas, cardos merineros o burrales. Y algunos más “esparramando” los montoncillos de “istiercol” que con el carro se habían repartido.

Por el Cristo de Villarrín solían llegar las primeras lluvias otoñales. Eso era lo bueno para que el terreno cogiera tempero y para que se purgara. En tal caso, cuando oreaba, se empezaba por arar, con el “Oliver” o “El Económico”, las tierras que habían estado de legumbres: las de garbanzos para el cocido diario (no todos tenían garbanceras), la de los titos “pa el marrano”, las de muelas y algarrobas para vacas y ovejas. Con todos los preparativos nos metíamos en las vísperas del Pilar. Entonces comenzaba de lleno la sementera.

A últimos de septiembre se habían ya sembrado “las reñales” de centeno, que por mayo se segaban en verde. Troceadas las cañas a mano, con una hoz sujeta en una puerta era excelente forraje pa las mulas, hartas de comer paja todo el invierno. En las tierras malas del Raso se cultivaban centenales pa grano.

Las sementeras se hacían sobre barbecho. Cada tierra recibía la labor requerida. De San Blas a la Feria se habían reblado, binado, terciado y, algunos, hasta cuarteado. Los buenos barbechos eran condición para la buena sementera. Se acababa por un lado y se empezaba por el otro. ¡Cuánta brega! ¡Cuántas patadas sobre los terrones!. Todo el día agarrados a la mancera. ¡arre Rubio!, ¡vuelve Pastora!, ¡cuánto ramo!, ¡cuánta cerradera!.

Las labores, distintas según la categoría de la labranza. En las casas grandes, las de tres pares de mulas, tenían sembradoras de hasta nueve botas. Preparaban con grada (la canadiense de brazos curvos) y rastra. La sembradora detrás lo dejaba bordado. ¡Hasta cinco yeras, o más; diarias se podían sembrar así!.

Pero no todos disponían de esos artefactos, o no tenían el barbecho en muy buenas condiciones. Por ello, buena parte del término se sembraba a mano y se tapaba con el arado, o el cubresemillas, o la rastra, según la tierra fuera ligera o fuerte, tuviera o no tempero, hubiera echado broza o estuviera limpia.

De noche aún, salían los gañanes de casa con todos los aperos y achiperres. La pareja de mulas tiraba del carretillo del arado con la rastra detrás o del cubresemillas y grada. Sobre una mula las mantas, las cebaderas repletas, las alforjas con fiambrera llena en el fardel, medio pan de kilo, el barril de vino, el botijo con agua, algún dental, alguna punta de repuesto. Si la labranza era de más de un par de mulas y sembraban con máquina, la simiente la llevaban con el carro, pero lo normal era que el muchacho, o el padre, o el amo, en el burro transportara la fanega y media, o dos, en uno o dos costales, para las seis cuartas o dos yeras a sembrar, a fanega la yera. Cada noche, al llegar del campo, se encalaba con “Piedra Lipe”, la semilla para el día siguiente.

Cuando el sol asomaba por La Maya ya todos los pares pisaban las besanas: el hato en un esquinazo de la tierra, junto a la senda, el perrillo que lo custodiaba, y una alondra, que saludaba al gañán intentando rivalizar con el graznido de los pegos. Así comenzaba la faena diaria.

El padre, o el amo, o el mismo gañán (hijo o criado) empezaban por sembrar, esparciendo, la semilla que durante la jornada la yunta podría tapar. Ponían medio costal en cada lindera, para desde ellos echar en la sembradera. Tenían en cuenta la dirección del viento para volear las puñadas a favor de él. Los buenos sembradores lo hacían a dos manos: así, en cada ida y venida, caminaban por el extremo de lo sembrado en la “mano” anterior. Acompasado, rítmico el movimiento de brazos y piernas: en un paso la mano a la sembradera, en el otro los granos al viento caían de frente y al costado del sembrador, cubriendo la tierra por igual. Bucólica, esperanzadora, altiva, poseía belleza plástica la imagen del sembrador. (....y el grano arrojo con tanto brío / que me parece que el mundo es mio...).

Cuando las lluvias se retrasaban la sementera se hacía por seco y se hacia difícil romper los cabones de los lastros. Otros años el tiempo se metía en agua, y todo el día chapicando, o había que esperar a que escampara, o había que colgar los trastos. Cada día y par venía sembrando de seis cuartas a dos yeras, aprovechando la jornada al máximo, (si no siembras no puedes recoger) de alborada a ocaso, con parada al mediodía para comer de la fiambrera los mozos, de las cebaderas las mulas; para descansar, tumbados en la tierra, envueltos en la manta.

Como siembre, la climatología decisiva: dorados días de octubre, pasadas las primeras lluvias, reverdeando rastrojos, cañadas y linderones; días ásperos con el aire de arriba, sareando rostros y labrantíos; días en que el cálido ábrego urgía acabar antes de que sus ubres benéficas se derramaran por campiñas y parameras. Se decía, ahora ya no, que la mejor sementera la de la semana antes y la después de Los Santos, pero a algunos les duraba hasta pasada la Novena de la Milagrosa y, a los más retrasados, hasta La Purísima, cuando ya las heladas extendían su sábana de escarcha por la estepa o las nieblas te calaban todo el día.

¿Ya has acabado de sembrar?. Era la pregunta por aquellos días repetida. ¡Suponía tanto el remate de aquella labor....! ¡Qué empezaran a estar preñadas “las hojas” de los ligero y lo fuerte, de barriales y amorosos, de lastros y negrazales....! ¡Que ya pudieran la tierra y el sol y el agua ir haciendo su labor!.

Para los labriegos habían llegado los días de holganza, de dormir la mañanada, de las largas partidas en el café, de tertulias en las solanas, de jugar a la chana y a la pelota. Días de holganza que sabían a gloria hasta que, pasadas las Navidades se empezaban a alumbrar los majuelos, y poco después, la barbechera.

Acabada la sementera llegaban los deliciosos días de las matanzas y de las bodas de los jóvenes labradores.

Publicado por Agapito
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11-01-13 00:14 #10945220 -> 8962800
Por:Marceloo

RE: Libros
SOBRE VILLALPANDO Y COMARCA
A.Modroño Alonso

ATISBANDO EL BORRAJO
Las bodas.

Estar de boda, en los años de nuestra infancia, era un gran acontecimiento. Cuando la alimentación diaria era austera, poco variadas, el ramplón cocido diario, los banquetes nupciales tenían mucho atractivo. Cuentan de un primo, adolescente grandón entonces, que en la boda de mis padres, todavía de postre, se zampó una fuente de natillas.

Este gran acontecimiento en la vida de las familias estaba muy ritualizado, cuando las normas de conducta, las costumbres, obedecían a unos cánones no escritos, pero que casi nadie osaba transgredir; por ejemplo: las mujeres no entraban en los bares, todos habíamos de pasear por el mismo sitio y a la misma hora, ninguna muchacha, a la hora de salir, iba sola a la plaza o al paseo, con el novio ni una confianza; ¡qué escándalo cuando una muchacha acompañó al suyo a la grupa del caballo con el que había conseguido la cinta del premio!.
Junto a esas normas de conducta, un tanto hipócritas, hace tiempo barridas por completo, existían otras costumbres, como el ritual que precedía a cada boda, que podía haberse mantenido.

Acabamos el anterior capítulo recordando las amonestaciones. Sigamos el camino marcado por la norma de los cánones no escritos.

Antes de las amonestaciones había que “dar parte” a los familiares y amigos que iban a ser invitados a la boda. Como, en los pueblos, ni existían las tarjetas de invitación, ésta la hacían los padres de los novios personalmente, por las noches, después del trabajo. Cada consorte recorría unas cuantas casas comunicando la fecha y los que podían ir a la boda de cada casa, normalmente dos. Eso era “dar parte”. Habían de saberlo los familiares directamente y antes de las amonestaciones. De no hacerlo así, sucedía el consiguiente enfado, se tomaba como menosprecio: “si quieres niña que a tu boda no vaya, invítame el mismo día por la mañana”.

El domingo de la tercera amonestación se celebraba el “día de la enhorabuena”: los padres y hermanos del novio comían en casa y con la familia de la novia. Por la mañana se habían enviado dulces de las confiterías del pueblo a parientes y amigos, incluso a los menos allegados que no iban a estar de boda.

En los días previos, las matriarcas de cada familia invitada, iban llevando los regalos, las “enhorabuenas”; a casa del novio y de la novia, según de quién procediera la invitación. En esa visita la muchacha mostraba, con orgullo, su ajuar: los juegos de cama bordados, las mantelerías, la lencería íntima,.....; todo confeccionado por ella. En la escuela había aprendido a bordar, a sobrehilar, a hacer ganchillo. En casa a zurcir, a repasar, a tejer, a cocinar. Aquellas muchachas se preparaban para ser buenas amas de casa. Su orden, su diligencia, su hacendosidad resultaban vitales para la buena marcha de una familia.

Aparte de ayudar en las labores domésticas a la madre, de ir a “respigar” o coger legumbres unos días de verano, y otros pocos a vendimiar, habían dedicado sus horas de las tardes, después de fregar, mientras oían la radio, a confeccionar con ilusión el primoroso ajuar, a prepararse para matriarcas indispensables en aquella sociedad rural tradicional.

Dos o tres antes, las familias invitadas pudientes, habían ido llevando alguna gallina, gallo, conejo, algún raro pavo; incluso, en algunas bodas de muchos invitados, mataban una ternera.

Como los banquetes nupciales se celebraban en casa de la novia, dos o tres días antes los familiares pudientes invitados habían ido llevando algún gallo, gallina,conejo, huevos, algún rato pavo,..; también allí todos los preparativos: matar, desplumar, desollar, abrir, trocear. Para ello se arreglaba el cabañal, el portalón, alguna panera; se requerían los servicios de cocineras, guisadoras; los familiares prestaban vajillas, utensilios, sillas..

La víspera de la boda hermanos y padres del novio cenaban en casa de la novia.

Y llegaba el gran día: sobre las doce la ceremonia, en la iglesia del pueblo. Hasta el acto del matrimonio civil se celebraba en la Sacristía, al acabar la ceremonia religiosa. Allí llevaba los papeles a firmar Ignacio, el Alguacil del Juzgado.

Los invitados del novio se reunían en casa de éste, de allí partía la comitiva, a casa de la novia, donde esperaban los respectivos invitados. A partir de ahí, como ahora en las bodas que se celebraban, todavía por la iglesia: la comitiva completa: novia y padrino, novio y madrina, padres y demás invitados detrás; las vecinas y gentes del pueblo que se asoman o esperar junto a la iglesia para ver la boda.

En la Ceremonia religiosa sólo ha habido los cambios litúrgicos del Vaticano II. Si alguno de los contrayentes era de Acción Católica, presidía la bandera, y acompañábamos en Misa todos aquellos muchachos idealistas, Cristianos comprometidos, como ahora se dice, siguiendo la ceremonia desde el coro. Al final cantábamos aquel himno enardecedor (¡por la causa del bien lucharé!, que alguno sigue intentando practicar, mientras el novio y, o la novia, llorando, besaban la bandera.

A la salida la felicitación, las bromas, la juerga; ya en los sesenta, las fotos. Después todos los invitados íbamos a casa de la novia a tomar el refresco: dulces con bebidas, recordemos que todos estábamos en ayunas.

A partir de ahí, “se corría el bollo”: todo el cortejo recorría una por una las casas de los invitados, cantando por las calles, agarrados del brazo los jóvenes, con carreritas, empujones, algarabía; en cada casa, más dulces y más licores. Los muchachos del pueblo seguíamos a la comitiva. Siempre había algún amigo o pariente que nos sacaba algún dulce que, en aquella hora del mediodía, a la salida de la escuela, nos sabía a gloria.

Acabado de correr el bollo, empezaba el baile de antes de comer. Los mozos de la boda “escotaban” y pagaban por un alto las dos sesiones de baile, así resultaba gratuito, sin entrada para todo el pueblo.
Después de dos horas de bailoteo, se habían hecho ganas de comer. A eso del atardecer, en aquellos días invernales, llegaba el gran momento de la comida, del banquete nupcial.

En la casa de la novia se habían desalojado las habitaciones del piso bajo, incluido los dormitorios; se disponían, con tablones mesas corridas. De primer plato, paella con menudos y desperdicios de los animales sacrificados, huevos cocidos, aceitunas de bote, pimiento en conserva,...., el marisco era desconocido.

De segundo la carne de los bichos matados, preparada de distintas maneras, guisos y asados, sobre todo. Entonces la carne, tan escasa, era un manjar exquisito, la más preciada la de pollo: aquellos escasos gallos de corral, únicos que existían antes de producirse la revolución avícola, antes de las incubadoras y las naves.

De postre abundancia de bizcochos escabechados, natillas, la montaña de buñuelos mezclados con copas de anís y coñac.

¡Además!: el pan reciente, vino de casa, mezclado con gaseosa para las mujeres, agua del caño, refrescada en cántaros y en la tinaja.

En las bodas a las que asistí de niño, había desaparecido la costumbre de “hacer plato”. En las más pobres, debido a la escasez de vajilla, habían de sentarse juntos un chico y una chica, para comer del mismo común plato. Eso era “hacer plato”. Seguro que a los muchachos de ahora les resultaría repugnante. Entonces, acostumbrados al yantar diario, toda la familia, de la tartera común, no lo era.

Después de la comida y su sobremesa, en la que había habido juerga continua con bromas, gracias, ocurrencias más o menos chocarreras, cantares, se hacía un pequeño descanso. Las chicas iban a su casa, se cambiaban de ropa; también la novia cambiaba su traje de ceremonia por otro de calle. Nos preparábamos para la gran sesión de baile.
En el pueblo, los muchachos, y bastantes mayores, excepto en el verano, salíamos a diario, acabada la jornada de trabajo, después de merendar, hasta la hora de la cena; de ocho a diez, aproximadamente se llenaban el café, los dos bares y las dos cantinas del pueblo. A esa hora, los sábados con boda, todos al baile. ¡menudos bailazos se preparaban!. Habitualmente sólo había baile los domingos y festivos, menos en Cuaresma. Por eso los bailes de boda suponían una fiesta para todos, muy animados hasta que iba a tocar La Queda, cuando desfilaban para casa todas las chicas que no estaban de boda. Los invitados seguían con su bailoteo hasta la hora de la cena, cerca de las doce.
En las cenas de boda se servía de primero la paella que había sobrado de la comida, algo de carne y, sobre todo pescado: merluza rebozada y la inevitable escarola salpicada de granada.

La sobremesa de la cena se prolongaba hasta las tres o más, altísima entonces, hora de la madrugada, cuando ya iban transcurridas quince horas de boda. Se cantaba mucho en grupo, o en solos, si había alguien que lo hiciese bien. No faltaba algún rapsoda que recitara “Un duro al año”, “Mi Vaquerillo”, “La Pedrada”, “Oigo patria un aflicción”,.... .Se preparaba mucha juerga. En las bodas todo estaba permitido. En una, mi preciosa prima Mari Cimas, que andaría por los deliciosos 20 años, ¡se puso unos pantalones!, ¡qué cosa!, de hombre ¡naturalmente!, las mujeres no usaban, en los que apenas si cabían sus "sesenta", "noventa".. Fue en la misma, la de mi prima Felisa, en la que una muñequita Riosecana, de 15 o 16 años, sobre una mesa se contoneaba a los acordes del “Negro Zumbón” que otros muchachos entonábamos.

En las bodas más rumbosas, había comida el segundo día, para terminar lo mucho que había sobrado del día anterior.

Según me he enterado después, los novios pasaban la noche de bodas, en casa de algún familiar, guardada en secreto, para que no les fueran a dar la tabarra, donde les habían preparado “colcha de seda, colcha de seda”. La luna de miel, si acaso, a la ciudad más próxima para hacerse el retrato. En el caso de los obreros, al lunes siguiente, él a arar y ella a coger legumbres, pues solían casarse en el tiempo alto.

No cabe duda eran otros tiempos.

Publicado por Agapito
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11-01-13 23:59 #10947772 -> 8962800
Por:petrusca63

RE: Libros
Es parte de lo que quiso cambiar la república y no lo consintieron los adoctrinadores,entre otras darle cultura a la mujer,nunca les intereso porque España pudo ser distinta y para mejor
Puntos:
13-01-13 11:02 #10950214 -> 8962800
Por:Marceloo

RE: Libros
ATISBANDO EL BORRAJO.
A.Modroño

Los noviazgos de antes

Algunos jóvenes de ahora se interesan, a veces, y preguntan cómo se formaban las parejas, cómo comenzaban los noviazgos, cómo eran nuestras relaciones, qué circunstancias o factores se tenían en cuenta a la hora de elegir, qué era lo que enamoraba.

La primera diferencia, en aquella sociedad rural tradicional, con la situación actual, es que los noviazgos se establecían, por lo general, entre jóvenes del mismo pueblo. Apenas nos conocíamos con los jóvenes de los pueblos vecinos. Antes de la emigración en cada uno había su baile, con suficientes muchachos y muchachas para ello. Sólo se salía, o venían, en las fiestas respectivas. No teníamos coche. Por eso las relaciones se establecían entre los que más se conocían, entre los que convivían. Ello le daba cierta verdad al dicho aquel de :”el que fuera va a casar, pero lleva o pero trae”.

Esta situación fue cambiando radicalmente a mediados de los sesenta. Los pueblos se fueron despoblando. Hasta el baile de Los Mantecas hubo de cerrarse. Quedamos tan pocos que estábamos incómodos en aquel salón tan grande. Fue entonces cuando se abrieron las primeras discotecas en los pueblos cabeceras de comarca, y cuando comenzaron a formarse parejas interpueblos. Aquí el salón citado, "La Sala de Fiestas Feliz", actual salón de plenos del Ayuntamiento, Iglesia del Templo hasta 1928, fue dividido el año 1968 en dos partes. Una se convirtió en coqueta discoteca, la otra en cafetería, ambas del mismo nombre "El Abeto Rojo". Fue la primera. Empezaron a venir los que quedaron en cada pueblo, de un amplio contorno, porque aquello fue cogiendo fama. La fueron ampliando, se construyó La Polanco, mucho más tarde la Tirachinas. Los domingos, de las ocho a las doce, como máximo, no cabían los coches en la plaza y aledaños

Antes de eso, en cada pueblo, éramos los muchachos quienes teníamos la iniciativa, nos enamorábamos o elegíamos a determinada chica. Intentábamos entablar amistad, nos declarábamos en el solemne acto de la declaración amorosa.

Algunos devaluaban algo tan bonito. Era su único recurso persuasivo y, a casi todas, en el primer baile le declaraban su amor.

Trascendente el acto para los más selectos, le dábamos enorme importancia. Elegíamos lugar y momento. Nos lanzábamos cuando había ciertas posibilidades de éxito, con las estrellas de cualquier calle por testigo, cuando “La Queda” estaba a punto de tocar, a la salida del baile.

Las chicas nunca tomaban la iniciativa, al menos oral, pero tenían sus recursos: el lenguaje de la mirada, la sonrisa, el darte baile con más o menos presteza, la simpatía o el mohín antipático, el rubor dulcemente traicionero.

Muchas de estas relaciones, las más espirituales, las más platónicas, las más desinteresadas, comenzaban en la adolescencia; lo que propiciaba largos noviazgos. Así se iban produciendo los primeros acoples. Después, cuando el tiempo pasaba, cuando te ibas haciendo mayor, cambiaban las situaciones, te ibas haciendo más calculador; también disminuían las opciones, por ello aumentaban los acoples más de conveniencia.

Hasta el gran cambio actual, iniciado a mediados de los sesenta, las chicas estaban en desventaja. Para éstas, hijas de familias rurales, casi la única salida vital era el matrimonio o el convento. Ello las condicionaba a la hora de elegir, sobre todo cuando se iban haciendo un poco mayores. Algunas preferían, valientemente, quedarse solteras que cargar con cualquiera para toda la vida. Entonces no existían en hombre y mujeres más estados civiles, ni más situaciones que soltero/a, casado/a, viudo/a, fraile, cura o monja. Yo ahora me hago un lío, cuando un "tío" me presenta a una "tía", no sé si es una amiga o su pareja, a efectos sexuales igual en ambos casos. Si es su pareja puede ser lo que antes se llamaba "estar amontonaos". o sea: vivir juntos sin papeles; pueden ser pareja de hecho, eso ya lleva papeles; casados por lo civil sólo y, además por la iglesia; estar separados de mutuo acuerdo, divorciados idem o con el juzgado por el medio y a la gresca, separada dede uno y juntada con otro. ¡Quién nos lo iba a decir allá por 1967...!.

Llegaron los años del desarrollo. Los muchachos emigraron en desbandada, antes o después de la “mili”. Algunos dejaron a la novia en el pueblo. Se la llevaron cuando se casaron.

También hubo chicas, aunque menos, que optaron por el camino de la emigración. Poseían menos opciones de trabajo que no fuera el doméstico. Para hijas de labradores era un desdoro ir de criadas, de ahí que más muchachas se quedaran en los pueblos. En aquel zarandeo que produjo la emigración, entre los no emigrados, o antes de hacerlo, se produjeron las parejas interpueblos al calor de la música del Abeto, y por los bares de la plaza. Parece que los de algunas aldeas tenían preferencia por las chicas de otra. Así por ejemplo los de Quintanilla del Monte por las chicas de Vega de Villalobos.

Pero volvamos un paso atrás. Cuando la chica se dejaba acompañar hasta la esquina de casa, y empezaba a bailar sólo con uno: señal de aceptación. Había comenzado un noviazgo. Había comenzado una relación que habría de atenerse a unos cánones establecidos.

El mozo, después del trabajo, iba a buscar a la novia. Algunos a la salida del Rosario. Los más, en las proximidades de la casa, paseaban un poco, o silbaban, hasta que la novia salía. En el hueco de alguna trasera o en cualquier rincón, “pelaban la pava” hasta la hora de cenar. Los domingos soleados de otoño a primavera, desde media tarde, se paseaba por la carretera, único lugar donde no había barro. En verano, los pocos que no trabajaban en la recolección, paseaban a diario, por la noche, por el parque y la carretera.

Cuando cualquier día de diario transitabas por las calles del pueblo, te encontrabas con las parejas de novios. Cada una tenía su sitio habitual. La luz de la bombilla de la esquina, el trocito de acera, para no estar en el barro, la helada, los sonidos de la noche, eran testigos de los arrullos, de la conversación, de la audacia y el recato.

Las chicas habían de ser prudentes y precavidas antes de comenzar unas relaciones. Éstas, si no llegaban a boda, las marcaban, las hipotecaban para toda la vida. ¡Qué estúpido machismo!. Si la relación se rompía, casi siempre porque el novio la dejaba, la pobre chica quedaban devaluada. Y eso sin que nada “grave” hubiera ocurrido.

Casi todos los noviazgos terminaban en boda. La mayoría de los muchachos, cuando se comprometían, eran consecuentes. No obstante, también los había burdos imitadores del personaje de Zorrilla. Las circunstancias jugaban a su favor. Daban con la víctima adecuada, la prometían matrimonio, y,....¡como casi no existía la gomita! (artículo superclandestino, procedente de Portugal y que “El Mellao” sólo vendía a casados, y de mucha confianza), de tarde en tarde alguna “salía p’adelante”.

La mayoría de aquellas pobres familias (aunque las madres solían decir a las hijas: "antes muerta que preñada), llegado el caso, reaccionaban con dignidad. No mandaban la criatura al hospicio. Luego esos hijos, tan dignos como los demás, han sido la alegría, la razón de vivir, el amparo de sus madres. O han sido acogidos como uno más en la nueva familia formada, cuando la comprensión y de la ternura han superado el tonto prejuicio machista.

Pero sigamos con las situaciones normales: cuando ya se tenía una edad, (los muchachos alrededor de los 25. Las chicas algo más jóvenes, muchas no pasaban de los 20), se llevaban unos años de relaciones, se podía contar con unos medios de vida o, simplemente él, unos brazos para trabajar, se decidía la boda.

Los labradores, si no corría prisa, solían casarse después de sementera; los pastores por Nuestra Señora de Septiembre, cuando dejaban de ordeñar; los obreros, menos en el verano, en cualquier época.

Un buen día, la muchacha le decía a sus padres, (primero a la madre) que el novio quería “entrar en casa”. O sea: “pedía la entrada”; lo cual quiere decir que aunque llevaran diez años de novios, él no había traspasado el umbral; lo más se había acercado a la puerta cuando ya la cosa iba muy en serio.

¡Qué tragos pasaban aquellos pobres novios la noche de la entrada....!: era obligación del padre mantenerse digno, serio, distante. ¡menos mal que la madre y algún hermano estaban allí, quitando yerro con cualquier broma y dando conversación.

El siguiente paso de aquel ceremonial: “la pedidura”: los padres del novio eran recibidos por los de la novia: -“¡bueno!, ya sabéis que los muchachos quieren casarse, es ley de vida, etc. etc.”. En ese primer contacto entre ambos familiares, se fijaba la fecha de la boda y se acordaban los pormenores.

A veces, sobre todo en los pueblos pequeños, donde los apellidos se repetían, existía parentesco entre los padres, y endogámicas bodas convenidas; en nuestra época la mayoría de las parejas se formaban libremente. Los padres lo veían mejor o peor, aconsejaban, incluso algunos prohibían, o trataban de decidir, pero la decisión que se imponía era la de los protagonistas. Otra cosa es que Cupido decidiera y no el catastro.

Se iba a casa del Cura. Leía las tres amonestaciones al final de la Misa Parroquial, una cada domingo, o las tres en uno: “es primera, segunda y tercera amonestación”, decía, con cierto disgusto, D. Modesto, cuando la cosa urgía. Al sábado siguiente la boda.
















































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































Publicado por Agapito en 13:22 5 comentarios:






lunes, 17 de diciembre de 2012




EN RECUERDO DE RAÚL, A LOS SEIS AÑOS QUE SE FUE.








EL VIAJE


Hoy no he despertado porque no he dormido, al Cielo
he volado por la inmensidad, ausente de mi destino,
rodando sin orden, y en silencio mis horas de desvelo,
mientras mi alma se mece entre recuerdos y suspiros.

A solas en mi viaje, sin encontrar un consuelo,
retorné a mi sueño sin haber obtenido
la gracia de encontrar lo que tuve y he perdido,
perdiéndome en el camino a pesar de mi alto vuelo.

Recordando los recuerdos con toda serenidad
cuando en este vaivén, en el que viajo y vuelo,
sólo espero encontrar lo que más quiero.

Seguiré buscando cerca y lejos lo que anhelo,
aunque tenga que esperar, a dejar de respirar,
mi viaje entonces lo daré por cierto y bueno.


Emilia García, “Miluchi”.




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Es el sentimiento, el dolor, de una madre, tan bien plasmado que huelga mi comentario. Por eso lo publico en cabecera.



Publicado por Agapito en 19:00 Sin comentarios:





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