Otero de Los Centenos - Zamora

¡Otero ,ay Otero…cuántos recuerdos de mi infancia me sugieres! Llegaba el cuarto domingo de Cuaresma .Ese día se celebraba la fiesta del Santísimo Cristo de la Piedad.
Había un dicho en Otero que se decía refiriéndose al tercer, cuarto, quinto, sexto y séptimo domingos de Cuaresma:”San Germán en Peica (que así se llamaba Peque), el Cristo en Otero, Lázaro, Ramos y en Pascuas estamos.”
Recuerdo la misa que se celebraba en la capilla del Santísimo Cristo. Era misa cantada en latín por los mozos y señores del pueblo. Lo recuerdo como algo muy grandioso: aquellas voces tan potentes que llenaban la iglesia con su canto. Era como algo muy especial. Es muy posible que el estipendio de la misa corriera a cargo de la Cofradía del pueblo.
Tanto la imagen del Santísimo Cristo de la Piedad, como la Cofradía del mismo, deben de ser de la misma época, porque su capilla fue subvencionada en primer lugar por la familia de los Robleda alrededor del año 1695.Ademas, los cofrades censados por entonces pagaron su primera cuota el 29 de Abril de 1695.
Cuando alguien se casaba o tenía “casa abierta” en Otero, pasaba a ser míembro de la Cofradía. Los cofrades tenían sus obligaciones y recibían ayudas. Todo estaba regulado por normas que se trasmitían oralmente, de generación en generación, amparándose en documentación escrita de muy difícil lectura.
El mayordomo de la Cofradía era nombrado por un año. Mientras duraba su mandato, tenía que organizar todos los actos y obligaciones de la Cofradía: como alumbrar al Cristo, encargarse de que hubiese velas de cera para alumbrarlo…
Cuando moría alguien, la Cofradía se encargaba de organizar el entierro. Sé hacía por vela. Los dos primeros vecinos a los que le tocara, eran los que tenían que hacer la hoya o sepultura, los cuatro siguientes, se encargaban de llevar el féretro, otros dos vecinos, enterraban y el siguiente encordaba tocando las campanas. Cuando el difunto fuera familiar de alguna persona que le tocara participar en el entierro, a ésta le pasaba la vela y participaba en el próximo entierro.
En los entierros solo participaban los hombres. Las mujeres solteras y viudas se encargaban de limpiar el cementerio.
Cuando fallecía alguien, se tocaban las campanas a encordar muy temprano para que todos los cofrades fueran a rezar a casa del difunto esa mañana.
El mayordomo era el encargado de llevar la cesta con las velas de cera a la iglesia a la hora del entierro. La cesta era grande y de mimbre. En ella llevaba las velas que cada cofrade cogía y encendía para acompañar al difunto. Después del entierro las velas se volvían a depositar en la cesta.
En Jueves Santo y Viernes Santo por la tarde se rezaba el Calvario al que tenía que asistir el mayordomo.
A los entierros, al rezo de la mañana en casa del difunto, a los Calvarios y a la misa del catorce de septiembre, que era misa de cofrades, tenían que asistir todos los cofrades obligatoriamente.
Si pasaban lista y no estaba alguno sin causa justificada, se le sancionaba con una vela de cera que pesase una libra.