Muelas de los Caballeros - Zamora

Pasen y vean,

¿Alguna vez os habéis preguntado acerca del proceso creativo y de la evolución? Yo creo que es tan íntimamente relacionados y que donde se ve uno de los dos está inevitablemente el otro. Lo digo porque tradicionalmente ha habido bronca (en el sentido más suave del término) entre creacionistas y evolucionistas o eso nos han querido vender. Sin embargo, yo creo y sé por experiencia que uno puede sentir las fuerzas o inercias de la evolución cuando emprende un proceso creativo. Tanto es así que uno llega a sentirse medio más que principio, agente creador más que creador. Y sobre todo se siente medio o agente porque ve como crece su obra más allá de lo creía posible en un principio y porque siente que algo la impulsa además de él mismo. Algo ajeno al propio autor de la obra, como una fuerza ajena, que más que una fuerza es una dirección, hecha de determinadas elecciones clave insospechadas anteriormente, de insospechados encuentros de recursos para salvar escollos que llegan en el momento en que el proceso está trabajado, revisado, ensayado, probado, escoyos que parecían insalvables al principio. En fin, es como si hubiese en el proceso creativo causas ajenas al propio creador, no hablo de un creador absoluto sino del artista, artesano o profesional de cualquier tipo que desempeña una labor no automática y en la que interviene la creatividad. Esas causas ajenas son lo que se ha dado en llamar evolución. Pero para que haya evolución, la actividad creativa tiene que prolongarse en el tiempo, es entonces cuando se ve con claridad esa evolución, imperceptible sin una perspectiva de progreso y de temporalidad. Pero además de que la actividad creativa se prolonge en el tiempo, es necesario poner energía en la misma creación, voluntad, determinación en la consecución de la obra. Esa energía que se pone es como el combustible de la evolución, sin esa energía, sin la ilusión por el proyecto la cosa no evoluciona, pero con paciencia y con voluntad la cosa evoluciona seguro, porque no depende de uno, sino que es como una ley natural.

Hay una factor que juega a favor del tiempo, en el sentido de que reduce el tiempo en el que progresa la obra. Se trata de la inteligencia. La inteligencia se desarrolló para dar respuestas rápidas a necesidades urgentes y, por eso, tiene la característica de ser reductora de tiempos. Pero si bien es un valor importante eso no la hace indispensable en el proceso creativo, la evolución se pondrá en marcha igual aunque no haya una gran inteligencia o, en algunos contextos, un gran genio. La evolución se pone en marcha símplemente con que haya ganas y medie un tiempo suficiente porque la evolución no depende de nosotros, sino que es algo ajeno a nosotros y nosotros somos tan sólo un medio, un mero ajente. En cierta manera somos conductores, sólo tenemos que poner el medio para que la electricidad circule y se haga la luz. No sé son cosas que vengo sintiendo desde hace algún tiempo y quería expresarlo. No sé si alguien comparte estas reflexiones o ha sentido algo parecido.

Saludos
Agustin

No entraré en el grueso de las muchas ideas que planteas, tocayo, pero te diré que creacionismo y evolucionismo, para mí, no son incompatibles. Yo soy un re-evolucionario; creo, además, que vivir es elegir y elegir es crear y re-crear. El que no crea no vive: Dios no es dios porque crea al hombre, sino que éste es hombre porque crea a Dios. Posiblemente, la mayor creación del hombre sea Dios, y esto es, precisamente, lo que nos hace humanos. ¿Acaso no es una magnánima creación?

Aún así, niego parte de la evolución. El fin del mundo ya ha pasado. Estamos otra vez en la caverna, Platón no se asoma ni por asomo, y lo único que puede salvar a la humanidad es una creación tan potente, bella y poderosa como la de Dios. Si Dios no se re-crea, todo está permitido.

Saludos.