Muelas de los Caballeros - Zamora

ambas cosas ha sido para mi Muelas de los Caballeros. Nunca podré evocarla sin que aparezca la gota salada que surca mi mejilla.
Llegué una noche de otoño del año 50 engañado. Mi familia en plena crisis tras el fallecimiento de mi padre me depositaba en casa de mi abuela sin yo saberlo.Una maleta chiquita de carton azul marino y una cuerda abarcándola.Ahora mismo al evocarla se me rompe el pecho.El viaje hasta Mombuey transcurrió en autobus de linea. Desde Mombuey, no había carretera directa a Muelas, se hizo a plena noche a lomos de un pollino. Nunca ajamás se me olvidará el reflejo de una luna grande, de planta sobre el riachuelo y sobre las rocas grises. Cuando llegamos de madrugada a casa recuerdo nuevamente a luna iluminando la noche y el alto de tijero coronado por su peculiar roble.
Todo era diferente, las sábanas olían a eucalipto y el silencio roto solamente por el castañear de las hojas de los altos chopos que aun se mantinen firme en el centro de la plaza.
Mi abuela Victorina era una mujer recta y desde el primer día me trazó lo que debería de ser mi vida bajo aquel hogar. Fui un zagal más, un criado más, un chiquillo que debeira de cumplir primero con la escuela y despues con los deberes impuestos: recojer las cabras, esperar la becera, acompañar a las vacas a los pilones del agua, cavar los huertos, sacar patatas, recoger castañas,..En julio y agosot llegaban "los veraneantes". Las casas cerradasdurante el invierno se abrían para recibir a las familias de Zamora o de Madrid que llegaban a pasar su jornada veraniega.
Ellos jugaban a todas hors, bajaban al rio, subian los montes, preparaban excursiones. Yo deberia continuar con la discimplia marcada or mi abuela y solo de vez en cuando algun domingo podía acompañarleshasta el puente nuevo.
De ahi que mi dolor creciera a medida que crecía el odio hacia aquel maldito pueblo al que había sido secuestrado.
Ahora cuando recuerdo aquellos dos años largos y tristesme einvade una nueva tristeza pero esta vez es por tantos y tantos recuerdos que se me acumulan.No existía la luz eléctrica y tosdo se hacía a gope de candil de aceite o de carburo. Las noches de invierno eran largas tertulias sentados sobre los escaños y en torno a la lumbre baja de campana mientras se comían las castallas que restrallaban al fuego.Alli aprendí a oficiar a misa, a jugar al ajedrez, a sentir responsibilidades y sobre todo, a que esta vida no se gana con sonrisas y con sueños.Ahora voy a Muelas y recorro los mismos sitios, los mismos lugares en que plante un castaño o enterramos una vaca "entelada". Visitó el hueco donde debería de estar la "roca del diamante" una roca de cuarzo cristalizado que de tantos martillazos y de tanta fragmentancion fue desapareciendo.
Tal vez algun dia que me sienta cos mas fueras siga escribiendo tantos y tantos momentos y recuerde a tantos y tantyos amigos.
Mientras ese dia llega dejarme que me detenga a recordar un poco en ello. Jose Carlos

�Qu� ha sido de ti desde que el foro abri� sus puertas?
Navarro.

Pues me ha gustado tus evocaciones, José Carlos, con ese sabor agridulce que tiene la vida!!!!.
Tus recuerdos me han encantado!!!, y hace que idealice aún más a Muelas, el olor de eucaliptos de las sábanas es todo un lujo!!!, ahora huelen a suavizates artificiales!!!
Así que cuéntanos tu infierno y paraíso, porque son muy hermosos recuerdos, con sus tristezas y con sus alegrías!!!!
Un abrazo
Natalia

Hola Juan Carlos. Solo por sentir el olor a eucalipto de las sábanas, vale la pena dormir para siempre en ese pueblo. Mi pueblo es mucho más pobre, tan pobre es, que nunca llegó un veraneante, ni perdido. Pero yo sí recuerdo con nostalgia el olor del aceite del candil y del carburo. Y lo que disfrutábamos con las bombas nada inofensivas de este.
Saludos