Muelas de los Caballeros - Zamora

Querido Trébol:

Tus mensajes transparentes me han producido sangre en el corazón, y acudo a ti porque eres como un susurro en la noche, como una luz de esperanza en la tiniebla. Mi pensamiento te busca en las montañas de harina del oriente, donde las flores son de terciopelo y de felicidad, donde el alma se alimenta de la luz blanca del mediodía y de la luna transparente de la noche. Nuestras ciudades son cárceles que nos aprisionan, nuestros campos son causa de destrucción y de codicia. Como dijo el poeta saharahui Mohamed Salem Abdelfatah, Ebnu (*) : ¿Qué felicidad puede haber / dentro de estos muros/ en estas interminables noches / de insomnio y desesperanza?

Estoy en una playa dorada, donde las olas traen espumas de una aurora de leche. Recostado sobre el tronco de una esbelta palmera y regocijado en la soledad, miro las últimas estrellas, que están en declarada complicidad con mis ojos. Ya cantan los pájaros sobre las ramas de los árboles cercanos, ya apuntan en el horizonte las primeras luces del alba. Ahora ya no quiero dormir, sino vivir intensamente este momento de pámpanos y azúcar. Miro hacia el mar, para que nada se interponga entre mis sueños y tú, que, sin saberlo, me has llenado de angélicas nostalgias. Ven y puéblame con tus reflejos de arena, con tus flashes de temblorosa fotografía. Ven, pasajero del alba, acompáñame en este sagrado levantamiento de Horus y accede a ser mi Isis particular en un interminable y hermoso amanecer que se prolongue hasta el final de las penas.

Querido Trébol: los parpadeos del día han ensanchado las facultades perceptivas de mi alma. Te intuyo, te presiento, te huelo, casi te conozco...¿Por qué será que me recuerdas tanto a mi amigo Fernando Medrano?

* Fragmento del poema titulado “Añoranza”

Mariano Estrada

Y precisamente para Fernando dejo este poema de Mohamed Salem Abdelfatah, Ebnu.

VEN
Ven a sentir la paz de la distancia
a contar las horas del exilio silencioso.
Ven a meditar sobre la gramática
de las hierbas secas de primavera.
Ven a sentir las caricias del siroco
en tu piel muerta.
Ven a besar el excitante polvo
de los caminos del viento.
Ven a escuchar los ecos del tiempo
en los ojos plateados de la memoria.
Ven a recordar juntos
el olor de la última lluvia.
Ven a sobar el vientre
de una cascabel grávida de palomas.
Ven a perseguir los espejismos
para saciar tu sed de vergüenza.
Ven a devorar las nuevas flores
que parió la ingratitud de las estaciones.
Ven a roer los huesos
que sobraron del banquete de la guerra.
Ven a beber el último vaso
del primer té de tu infancia.
Ven a escalar las alturas
de la añoranza perdida.
Ven a permutar tus dientes de leche
por los colmillos de la serpiente noctámbula.
Ven a mirarte el triste rostro
en el espejo de una mañana olvidada.
Ven con tus penas
Ven, incluso, con tus glorias.
Ven a llorar
sobre la tumba de una madre
que llora eternamente
para que tú derrames una lágrima.

Mohamed Salem Abdelfatah, Ebnu

Precioso Mariano. El hilo adquiere un "in creschendo" mágico. Me siento bien.
Saludos
Joan

Me encuentro bien, oyéndoos: se os nota amigos.
Joan: yo, a falta de un mirlo común en mi ventana, os estoy escuchando con el fondo de esta preciosa "canción de amigos", de Joan Manuel Serrat:

https://halanaycia.iespana.es/latinos/deciramigo.wav

Un abrazo,
Alfredo

¡¡Qué precioso, Mariano!!!! me ha encantado, qué hermoso poema, de este poeta, que no conozco, pero que me ha llegado al alma!!! y.....qué preciosidad de escrito, qué belleza, qué hermosura, por Dios, qué hermoso todo!!!

Ahora ya no quiero dormir, sino vivir intensamente este momento de pámpanos y azúcar.

Un abrazo
Natalia

Para Mariano

Querido Poeta:

Todas la letras de tu escrito tienen el ritmo de los pétalos al ser descargados por los muchachos de los carros de Kalaa des M´Gouna y caer al suelo en una cascada de espejos de agua. He sentido una paz dulce, como nubes de leche, que ilumina lo esencial y me distrae del ruido. Muy hermoso lo que dices,refrescante, un jardín de moreras con capullos de seda y silencios breves, un alivio cual lluvia en el desierto y flor de un día.

Soy un simple trébol de tres hojas, los hay de cuatro, los afortunados, los de la suerte. Una buna amiga me regaló hace años un trébol de cuatro hojas que guardé en un libro y no he podido encontrar a pesar de mi insistencia. Así pues, mi querido Mariano, de momento, soy feliz siendo un trébol de tres hojas, a la espera de encontrar el quatrifolium pratense y ver qué depara el hallazgo.

Pero los soñadores van pasando; sin embargo, algunos quedamos anclados en un calendario persa en trance de una bella locura. Deshojamos margaritas blancas y avistamos el cielo del sur para enviar al viento S.O.S escritos en pétalos de rosa.

En nuestras cercanías, cuando el silencio llega y calla el gallo, la noche de olivos y azahares de la Costa Blanca se deja cortejar por mariposas nocturnas, hasta que el mirlo se posa en la ventana de Joan a esperar el alba. Ese corazón alado que late, con alas temblorosas que se preparan para el vuelo, es la culminación del tiempo, es el corazón del mundo, del mundo de Joan y también mío.

El poeta saharaui transmite una llamada repleta de nostalgia y belleza que, en mi modesta opinión, es miel de dátiles en un espejismo de ríos de esmeralda.

“Ven a besar el excitante polvo
de los caminos del viento.
Ven a escuchar los ecos del tiempo
en los ojos plateados de la memoria.
Ven a recordar juntos
el olor de la última lluvia”

Ese canto otrora cruzaba el mar y, al llegar a la bella Altea, la de las dársenas y las almadrabas, la estremecía como palmera de Alejandría.

¡¡¡Qué pena que la gente aparte las cuerdas de nuestros violines y rechace vivir el mundo que hemos creado en este hilo¡¡¡ ¿¿¿Quién les podrá curar tanta tristeza???

Muy ilusionado.

Trébol

Trébol:
Yo diría que los tréboles de cuatro hojas no existen en la realidad. Precisamente su nombre genérico hace referencia al detalle de sólo tres hojas "Trifolium". Hay uno muy muy delicado: Trifolium campestre. Precioso y cuyas flores, pequeñas y de un amarillo único,se agrupan en glomérulos. Vive en los campos de cultivo y baldíos. Creo que te representa. Cada nota de tu poesía es una de sus flores. Te lo dedico.
Quizás en Inernet se pueda conseguir una foto. (Colocar en el buscador "Trifolium campestre")
Mis saludos cordiales y los del mirlo
Joan Piera

Para Trébol:

¿Por qué ocultas tu rostro, divino Trébol, bajo esas máscaras de carnaval? ¿No crees que la realidad de la vida, buena o mala, hay que afrontarla con la frente descubierta y con los ojos despejados, que tanto el placer como el dolor deben dejar sus marcas en la carne viva, como el agua de las tormentas deja sus surcos en la tierra, como el fuego del sol deja sus huellas en la uva?

¿Por qué insistes en mantener ese nombre que ni siquiera te salva del anonimato? ¿Cómo podrías esconderte si tú mismo te delatas con tus obsesivos sueños de arenas y desiertos, con tus tarros de miel, con tus montañas de harina, con tus procelosos ríos de leche? ¿No sabes que hay determinados vocablos que la literatura de nuestro entorno no utiliza en la actualidad, que tu constante alusión a los poetas de oriente, sean persas o medos, en cuyos libros menudean esos elementos, pone en evidencia tu auténtica personalidad, incluso con apellidos? ¿O es que renuncias a tu nombre y te declaras Trébol de tres hojas, padre por la una, hijo por la otra y espíritu puro por la tercera? ¿Sabes que la unidad trinitaria es monoteísta desde tiempos bien remotos y que el Cristianismo no hizo otra cosa que adoptarla? ¿Hay intencionalidad alegórica en tu nuevo nombre?

Amigo Trébol: yo no tengo inconveniente en dirigirme a una hierba, pero si realmente ha habido algún tipo de transustanciación, exijo el certificado de garantía para poder dirigirme sin recelos a la nueva corporeidad adoptada, que sin duda ha de ser vegetal y habrá renunciado expresamente a la carne, a toda carne. Si tú eres Trébol, será tu obligación consolidar una pradera y la nuestra se reducirá a contemplarla con más o menos gusto, o tal vez a reencarnarse en alguno de los animales que se alimentan esencialmente de pasto, como oveja o el pollino, aunque, si se puede elegir, a mí me gustaría reencarnarme en conejo. Y a ser posible de los que vuelan muy alto, muy alto. Tan alto que le dan alcance a la caza, ésa de la que hablaba, mucho más místicamente que yo, el poeta San Juan de la Cruz.

Un abrazo