Muelas de los Caballeros - Zamora

Es poco más de medianoche. La lluvia ha dejado en el suelo la frangancia de la tierra mojada. El silencio es total, con la salvedad de las olas interiores, que rompen contra los altos acantilados del espíritu. Se diría que son golpes del corazón y que hay mareas de sangre, por fortuna jubilosa. Uno ya tiene recorrido como para saber que de la felicidad a la desdicha apenas median dos pasos, dos minutos, una pequeña variación en el camino del viento... Lo que acaso no pueda adquirirse nunca, a pesar de los intentos, es la suficiente fortaleza de espíritu como para “aceptar con ánimo parejo la derrota y las palmas”, por expresarlo con palabras de Borges.

Pero hoy el viento ha pegado con suavidad en mis mejillas y en mi frente, hoy la lluvia ha caído sobre mi cara en forma de caricia y no de latigazo, hoy se han dado la mano las tempestades y la calma y yo he salido al jardín y he contemplado una luna que no había. O sí había... Había huido del cielo para meterse en las cuencas de mis ojos y ofrecerme su luz toda la noche.... No sé lo que ocurrirá por la mañana, si habrá lluvias o sol, brisas o huracanes, pero esta luna blanca dejará una marca de dicha cuando, saliendo de mi pecho, vuelva a brillar en los campos infinitos de la eternidad.

Todo ello con la gratitud expresada por estas manos mías, juntas y temblorosas, que apenas aciertan a volver a ser lo que eran hasta hace apenas un rato: palomas desprendidas de un sufrido libro de carne.

Un abrazo

¡¡¡¡Qué preciosooo Mariano!!!.
Qué hermosa oración, para mí lo es, una oración de alabanza y de acción de gracias!!!!
El relato es hermosísimo, qué dicha contemplar la luna!!! (aquí casi que no se ve, hay demasiada iluminación, tampoco las estrellas!!!! el cielo no es totalmente negro!!!)
Tampoco tengo jardín, para poder oler la tierra, como cuando era chica, pero...puedo oler el mar y me complazco en ello!!!!
Algo muy importante lo que dices en tu relato, las palabras de Borges, no tener la fortaleza, la templanza de espíritu, para aceptar con el mismo ánimo y la misma entereza, tanto la derrota como las palmas!!!!!
Me ha encantado, y el leerlo me ha dado serenidad!!!!!!
Un abrazo
Natalia

Una nota breve:
La contaminación lumínica derivada de las ciudades, constituye un auténtico problema ambiental. Joan

Cierto Joan,

hubo un tiempo en que se respetaba la noche, que era de las estrellas, de la luna o de la oscuridad sin nombre. El sereno velaba porque se respetara el silencio nocturno necesario al descanso reparador y al genio creador. Pero hay lugares en los que ya no hay noche, porque no se apagan las luces, ni se permite a la noche que cubra los sueños o los desvelos con su negro manto, ni cesa la actividad propia del día, ni se permite ocupar su lugar al silencio. Se ha profanado la noche, como tantas otras cosas.

Joan, tienes toda la razón!!!!! por culpa de tanta iluminación, ya no veo estrellas!!!!! ni la luna, se ve muy opaca, pero...¿cómo se soluciona ese problema????, y eso que han cambiado por una luz anaranjada, antes era muy blanca, y aún era peor!!!!!
Ya la noche no es la noche, el cielo tiene color anaranjado, pero no negro ni estrellado!!!!
Un abrazo
Natalia

Es cierto que no vemos las estrellas por la noche, que no se oscurecen las ciudades y sufren los pájaros, cobijados en la arboleda, y que los ciudadanos tienen pesadillas de tinieblas. Queda despejado el cielo de la fría Alaska, del abrasante Sahara, y de los pueblos abandonados de Teruel, León, Zamora. Tal vez en la Alpujarra se pueda pasear la mirada por las distantes constelaciones
La luna de Mariano, su relato, es miel de roble, amanecer del Camino (El Rocio), primera lluvia de otoño en campos deseosos, brisa de nuestra Marina, declaración de amor de joven azaroso y recuerdo de nuestro mejor poema. En suma, es un obsequio que alegra toda una tarde. Gracias Mariano.