La Bóveda de Toro - Zamora

Se recuerda a todos los quintos de 1957 que están citados en la Venta de la Gasolinera de Bóveda de Valdeguareña el próximo cuatro de Agosto de 2012, y como lo prometido es deuda os dejo este escrito:
AÑORANZAS: MIS QUINTOS, MI PUEBLO ……. MI GENTE.

“Con llegar pronto a mayores todos de niños soñamos. Crecimos con ilusiones y cuando a mayores llegamos nuestra niñez añoramos”.

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La intención, por buena que sea, a veces no coincide con la imaginada o anhelada perfección del autor del proyecto y querer contarlo todo, sería como querer apurar de un trago el inagotable vaso de nuestra niñez y eso amigos se hace repasando y reposando recuerdos, no a tragos sino a sorbos, además contarlo todo no nos daría motivos para otra reunión, aparte de que sería una empresa impensable e imposible en apenas unas líneas, al menos para este aprendiz de escritor que os agradece vuestra presencia y sobre todo el esfuerzo de escucharle unos minutos a pesar de su torpeza. Así pues:

Perdonen los entendidos
que aqueste escrito leyeren
a quien sin ser del oficio
de contar lo que viviere,
que a contar de lo vivido,
lo que recuerda se atreve.

Perdonen mi torpe prosa,
y pésima versificación
pero tengan bien seguro
que todo que aquí les digo
lo siente mi corazón

Y si cantar yo supiera
cual campana bien fundida,
para que en alto se oyera
al mundo pregonaría
que Bóveda no tiene igual
y me siento en su regazo
como el vino en el cristal.

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Según cuentan fue nuestra Bóveda, villa importante con resto de muralla que aunque mal conservada se conserva, con algún edificio de noble traza, varias ermitas, y verdes alamedas en su entorno.

Bóveda villa de arrieros, agricultores, molineros, pastores, cortadores, albarderos, carreteros, zapateros, hojalateros, panaderos, pasteleros, villa de vino y cereal, de huertas, y josas, de caza y pesca, (¡que cangrejos!, sardas, barbos e incluso anguilas). Dios mío que hicimos con nuestro Guareña?

Las uvas bovedanas, ya sean de albillo, albilla, malvasía, verdejo o tinta de Toro producen un vino que tomado en su justa medida, reconforta cuerpo y espíritu como si de la mejor medicina se tratara. Recuerdo camiones cisterna en el camino las bodegas cargando mosto de nuestras cosechas para mejorar caldos de inferior calidad de otras regiones de España. Destacan también en calidad el entre otros productos: Queso, garbanzos, alubias o fréjoles, judías, ajos, cebollas, pimientos, espárragos, tomates y los frutos de sus josas.

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Cuando viajamos al pasado buscamos en lo más recóndito de nuestra memoria aquello que un tío, un abuelo, el viejo señor X u otro nos contaron y henos aquí, reunidos de nuevo, mientras tomamos un trago para recordar y compartir las vivencias de ayer e intercambiar cromos, esta vez del álbum de lo ya vivido, de un tiempo que no ya volverá y del que por tanto debemos disfrutar aunque sea contando de nuevo los mismos cuentos, ya viejos, en definitiva rememorando la película de nuestras vidas que comienzan en 1957.


Hace ya años de 1957……, y mírese como se mire nacimos en tiempos difíciles para casi todos:
Mujeres, con tareas difíciles e interminables: la casa, las comidas, los hijos, ayudar en las labores del campo y la peor de todas el sudoku de la economía diaria.
Hombres, labrando tierras, de otro las mas de las veces, regándolas con sudor, asidos a una herramienta desde que apuntaba el día hasta el esperado ocaso.
Tiempos de sufrir en silencio, de callar lo que se piensa muchas veces, de incertidumbre en el jornal siguiente o en la cosecha venidera, de salario o beneficios escasos que apenas daban para disimular la escasez instalada por doquier. Tiempos de estirar lo inestirable: las horas, la economía, de echar remiendos y parches, de jugar a las cartas, de soñar constantemente con algo que te abstrajera de la cruda realidad. Aquello sí que era teatro……,

Un tiempo que a pesar de su dureza añoramos y nos retiene a todos prisioneros de nuestros recuerdos. Recuerdos que nos hacen olvidar que tenemos pasada media vida y que ya hay síntomas y evidencias, en lo que a años se refiere reflejan y a veces “cruelmente” , véanse el álbum de fotos que no dicen las palabras lo que marca el corazón.


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Y volviendo a nuestras vidas treinta y siente veces a lo largo de 1957 las campanas de nuestra villa fueron anunciando con tañidos de alegría que un nuevo miembro de tan solo unos días ingresaba en la comunidad cristiana. Rito o costumbre de obligado cumplimiento en aquella época que al igual que otros ritos era aceptado en la mayoría de los hogares sin la más mínima discusión.

Era nuestro pueblo entonces (ahora también) un pueblo típicamente rural, pleno de vida, de la vida que entonces suponía para nuestros padres una lucha constante y continua para tratar de llevar a casa el sustento diario de la familia y como niños que éramos crecimos ajenos a esta batalla que nuestros padres mantenían por el pan nuestro de cada día.

La primera casa en la que vivimos, la casa de nuestros abuelos, el barrio en que nos criamos, la inquietud de la noche anterior a los viajes a Toro o Zamora, suelen ser un recuerdo común de todos los aquí presentes. A parte de lo mencionado es unánime el recuerdo de la escuela del señor Luis, o mejor la guardería, en la que el viejo maestro que no pudo ejercer su profesión por injusticias de la vida, nos preparó para que una vez cumplidos seis años, pasáramos a recibir formación en escuela nacional, sita por unos meses en Casa de Tere Mangas, tía de nuestro quinto Maxi.

Se inauguró por entonces el flamante centro escolar Prudencio Rodríguez Chamorro de cuyo Director y Claustro de Profesores: don Leónides, doña Ambrosia don Alfonso, doña Candí, doña Eulalia, don José, todos guardamos recuerdos, unos más gratos y otros menos debidos a la máxima premisa que entonces reinaba…” la letra con sangre entra” que nos llevo a muchos a probar la habilidad de los maestros con la regla o la vara de mimbre.

Vemos ahora que algo no marchaba bien en aquella España en la que en el recreo se nos daba un vaso de leche en polvo, obsequio americano. No eran tiempos fáciles, prueba de ello es que algunos de los aquí presentes dejaron nuestro pueblo a muy temprana edad.

Pero no todo fueron penurias en esta etapa y en este Centro sino al contrario, fue nuestra presentación social, no todos nos conocíamos y fue donde todos empezamos a conocernos entre el repaso de los ríos y la tabla de multiplica primero y luego compartiendo juegos, habilidades, confidencias y trastadas. Sería conveniente hacer una recopilación y explicación

¡Que tiempos aquellos! ¿Recordáis los juegos? : la peonza, el puente la cimarra, el pañuelo, el jincache, la chirumba, el castro, el escondite, los tres navios, el futbol la ilusión de un domingo con mejor ropa, paga para gastar, partido del equipo futbol, cine y baile ¡ casi nada para un pueblo!

Con el inicio del curso coincidían las vendimias, días alegres si el tiempo acompañaba en los que disfrutábamos y nos reíamos si salíamos bien parados, o lo contrario si nos tocaba perder con alguna lagarada.

Con las primeras lluvias aparecían los jincaches por doquier, disminuían las tareas apremiantes por entonces y comenzaba la mayor etapa de afluencia a la escuela pues por desgracia para los mayores en la mayoría de los hogares se utilizaban todos los brazos disponibles en las tareas del campo. Por suerte para nosotros con la incipiente mecanización en el campo español: , maquinas segadoras, atadoras, limpiadoras, tractores, camiones, cosechadoras etc fuimos de las primeras generaciones que acabamos la escolarización obligatoria.

Acabada la cosecha y hecha la sementera el pulso del pueblo disminuía, se enlentecía dando tiempo a celebrar todas las fiestas, amenizadas por la orquesta del pueblo (familiares de Chor, Maite y Divi) en el salón del señor Pepe.

Llegado el mes de diciembre arreciaban las heladas y de los tejados de nuestras casas colgaban los ya olvidados chupiteles y se hacia preciso llevar a la escuela y al cine la estufa al uso que consistía en una lata de chapa (membrillo u otra conserva ) previamente agujerada en la que nuestras madres habían depositado algunas brasas.

Justo pasadas las navidades llegaba la fiesta del mozo que aún perdura, entonces en todo su esplendor, donde los mozos de la virgen ataviados con su capa bejarana leguis y votos camperos pedían al pueblo la voluntad para luego invitarles a cenar y a bailar.

Más vagos y vacíos son los recueros de las Candelas, San Blas y Santa Agueda, hasta llegar a la tradicional y esperada fiesta de los Quintos que como todos sabemos era y es un anhelo para todo joven bovedano, con la hoguera, la pedida de la voluntad al pueblo, los bailes abarrotados en los que todo el mundo presente debía ceder voluntariamente la pista de baile a los quintos y quintas so pena de probar como sienta un cinto de cuero trenzado golpeando el cuerpo del intruso, aunque algunos ya iban debidamente pertrechados para el evento. Hoy con el descenso de la natalidad suelen ser tan pocos los quintos que unos cuantos mozos viejos se bastan para neutralizarlos. En otros tiempos aquel que se hacía el listillo podía salir en camilla.
Es obligado mencionar que alguna quinta llegó a traer orquesta de renombre a nivel nacional “Los Sirex”.

Finalizaba la fiesta y aún sigue siendo así con la entrega del cinto a los quintos entrantes cuya misión inmediata consiste en poner el mayo ese mismo año, por cierto nuestra quinta puso el mayo después de haber sido abandonada esta tradición durante años y también fuimos de los primeros en invitar a cenar a la quintas presentes en la fiesta, cena que hicimos en la “posada de la Sra. Atilana.

En lo que va de Noviembre a Febrero la “matanza”, y a llevar la probadura por calles llenas de barro, tarea esta que era más llevadera gracias a que casi siempre se recompensada al portador de la misma por alguna perra chica, gorda, reales o pesetas según la capacidad del receptor. El uno de Enero pedíamos el aguinaldo, no se podía empezar mejor el año….

Llegada la primavera, pueblo y campo despertaban, el descanso se acababa, se acumulaban labores: poda, escarda, arico, arada. Campesino y segador preparan ya sus aperos: la zuela, el azadón, aguaderas y otros t rastes, atalajes, carros, hoces, la herramienta de la era… disponiéndose muy prestos a demostrar en su oficio cada cual su habilidad, siendo sus cuerpos a ratos manantiales de sudor.

Pasada semana santa,
segundo lunes la fecha,
todos vecinos del pueblo
al alto cielo pidiendo
merced de buena cosecha,
coraje salud y fuerza
para las duras tareas
caminando tras a su virgen
hasta el alto el contadero
en romería¬ procesan.
Allá en el alto del cerro
olvídanse de sus penas
con limonada y rosquilla
ya está formada la fiesta.
Son dos días de alegría y
de vuelta a las tareas.


Mediada la primavera,
Recuerdo con simpatía,
A un joven Ernesto Ramos
que a lomos de su borrica,
voceando a las vecinas
pan de leña le ofrecía.

Tres duros meses aguardan
De siega, acareo y trilla,
De mucho sudor y sueño
y de mimar la botija.
De aventar lo recogido
y a comenzar la vendimia.

Esto señores recuerdo con cariño de mi pueblo y se me encoge el corazón porque volviendo al pasado las nuevas cuentas son viejas pero a pesar de todo cuanto…????

Cuanto daría yo por empezar de nuevo….
Por escuchar los sermones de mi padre….
Por esconder esas cartas de mi novia
Por volverlas a leer y recrearme
Por volver a pasear la carretera despacito
Pa que too el pueblo supiera que la quiero.

Por vivir mí segunda niñez aquí en el pueblo
Recordando con vosotros la primera.






Manuel Hernández. Gato bovedano

Bueno,bueno,.. no sabia yo esa vena de poeta ?
Un Saludo Antonio Hernández

¡Que recuerdos!! yo en el 57 tenía 15 años, pero por supuesto que recuerdo con gran cariño todos esos nombres de profesores y que bailes en el salón del señor Pepe, padre de mi amiga Menti y las sesiones de cine, bueno es bonito recordar y revivir de nuevo aquellos días ¡¡eramos tan jóvenes!!!
Saludos