Castroverde de Campos - Zamora

Se que hoy celebrais la fiesta de los Quintos . Os deseo que paseis un dia muy feleiz.
Yo en su dia también lo celebre, y lo pasé tan bien, que lo llevaré siempre en mi corazón como un recuerdo inolvidable.
A disfrutarlo y un abrazo para todos.

QUINTOS DEL 60

Parece mentira pero hemos cumplido 50 años.
Que rápido ha pasado el tiempo.
Aunque lo importante es seguir viendo la vida con la inocencia y los ojos llenos de curiosidad como cuando teníamos 10 años y las ganas de vivir y aprender de entonces.
Recordar lo primero aquellas escuelas donde los medios a nuestra disposición no tenían nada que ver con la buena voluntad y el sacrificio de aquellos sufridos maestros, nuestra curiosidad era demasiado grande y las posibilidades a nuestro alcance demasiado pequeñas, pero aun así fuimos capaces de hacernos personas de bien
Entonces existía una cosa que se llamaba respeto, por nuestros padres, maestros, y personas mayores, nunca se nos pasaba por la cabeza contestar, desobedecer y mucho menos tratarlos con desdén o desprecio.
En aquellas escuelas había cosas que no podían faltar, un crucifijo, la foto de un señor calvo bien vestido y con un bastón en la mano, que según decían había salvado a España de no sé cuantas catástrofes y flanqueando a este, otro señor, que según creíamos algunos, era primo del anterior y que con el tiempo aprendimos que “primo” era un apellido, (a veces los niños vemos las cosas así).
El crucifijo nos advertía del temor de lo divino y los otros dos retratos nos daban a entender del temor a lo terrenal y entre tanto miedo aprendimos que a veces las cosas no son como nos quieren hacer ver.
Esas escuelas donde las clases de ciencias naturales las llevábamos aprendidas de la calle, todos habíamos visto ese proceso milagroso donde los renacuajos después de unos días les crecían patas y se convertían en ranas.
En la calle donde a base de tirar cantos a los pájaros, aprendimos a amar la naturaleza, supimos porque lo vimos, de dónde salía la leche, como nacía un gato, un perro, o un cordero, los huevos sabíamos que los ponían las gallinas, pues todos lo habíamos visto desde la primera fila.
Vivimos aquella España donde si a nuestro padre el vecino le pedía que le ayudase en alguna labor, este, iba desinteresadamente, a veces dejando su trabajo sin hacer, donde la palabra a veces suplía sin problemas un contrato o un documento, donde tu vecina o vecino podía sonarte los mocos, cuidarte, e incluso darte un azote con la misma pasión que si lo hiciera tu madre.
Hablando de azotes y castigos, entonces cuando nos castigaban, no nos quitaban el móvil, la pley, ni internet. ¿Os acordáis la rapidez de nuestras madres en quitarse la zapatilla?, pero esta habilidad innata la compensaban cuando nos surgía un problema por pequeño que fuera, abriendo sus alas bajo las cuales nos cobijábamos recibiendo el calor, el refugio, o el aliento que necesitáramos en ese momento, sin importar el número de hijos, (que a veces no éramos pocos), siempre había calor y sitio suficiente para todos bajo sus inmensas y protectoras alas.
Nuestros padres nos inculcaron, que la base principal para la convivencia era respetar a los demás y exigir que los demás nos respeten.
Y nos dimos cuenta que en la vida tenemos solo una obligación ineludible, que es intentar ser felices, solo con una premisa de un rango superior, que tenemos que intentar hacer felices a los demás por todos los medios.
Tiempos en los que un rasguño era lo normal y nadie se planteaba ir al médico por tan poca cosa, Entonces conocimos como médicos a D. Jaime y a D. Bernabé.
Bebíamos agua del caño de Pepe Polo, de Santibáñez, la fuente la teja, y de la fuente de la Josa, que rica y fresca estaba y no pasaba nada.
Sabíamos cuando maduraban los perucos de la alameda de la Estación, las cerezas del majuelo del Rubio, las uvas del majuelo de don Galo ( que por cierto, tenía un tempranillo que no se si llego a probar alguna vez,) las almendras del majuelo de lentejilla y los higos de los frailes, los piñones de los Valles, de la Estación y de la Cabaña, nuestras aventuras eran reales, nunca virtuales, el límite de nuestra libertad estaba en el horizonte, cuando salías de casa y tu madre te preguntaba ¿dónde vas? Y le contestabas (aquello tan genérico de, a la calle) y se quedaba tan tranquila, tiempos donde una tiza, unas tabas, una goma, unas canicas, un balón o unos cartones de las cajas de cerillas eran suficiente para jugar y ser felices, eran juegos para compartir, no para estar solos en la habitación o en el salón de casa, así aprendíamos a convivir a entender que no siempre somos los mejores y a aceptar victorias y derrotas sin problemas.
Podías ser de la patrulla Tan Tan, cuyo jefe supremo era nuestro recordado Eduardo, de la de los monaguillos del cura, o de la pandilla de los Márcelos, que eran según dicen, unos chavales rubios muy malos.
Hacíamos casetas en el rio, algunos días, guerras de las de verdad, pero las únicas víctimas como máximo padecían algún rasguño, nos peleábamos de vez en cuando, pero éramos amigos, al día siguiente.
Tiempos de los que aun conservas los mismos amigos, que aunque estén lejos, siempre serán tus amigos del alma y que les vuelves a ver a veces después de años y siguen siendo tus amigos del alma, que cuando sacan las gafas para leer se te escapa una sonrisa, pues sus gafas son casi iguales que las tuyas y no es que veamos menos, lo que pasa que damos menos importancia a las cosas y lo que antes veíamos como muy grande con el paso de los años nos parece mucho más pequeño.
Recordamos con pasión los años 70, cuando despertábamos a la adolescencia y empezó esa España de color, y no por la tele, sino porque cuando llegaba la primavera y sobre todo el verano, nuestras hormonas se habían disparado y esa chico o chica con quien hasta entonces jugábamos con normalidad, se había convertido en una hermosa flor con todos los pétalos abiertos y ya nada era igual, ahora solo su presencia nos sonrojaba y nos producía una sensación desconocida, después nos dimos cuenta que estábamos creciendo.
Cuando paso por mi pueblo, inocente de mí, afino el oído para escuchar los gritos de los niños en el palacio mezclarse con los chillidos de los vencejos, ver mi pueblo lleno de vida y críos jugando como antaño.
Aunque todos sabemos que ya no es posible, soñar es gratis.
La despoblación el progreso y los movimientos de población, dejaron nuestra amada estepa convertida en eso, una estepa. Pero estoy convencido, que los recuerdos mantendrán vivo nuestro pueblo en los corazones de aquellos niños de antaño, a la espera de mejores tiempos.
Mientras tanto volveremos cuando podamos a ver a nuestros padres que se hacen mayores y con la esperanza de que nuestros hijos se peguen a nuestra tierra y aunque solo sea los veranos, vengan al pueblo de sus padres y abuelos, pues vemos que se hacen independientes, pero para eso les hemos inculcado el amor a esta tierra.

Tenemos la suficiente experiencia en la vida como para poder decir a nuestros hijos y a los jóvenes que camino deben seguir, pero debemos mantener también la inocencia e ilusión suficiente como para poder ver la vida con los ojos curiosos de un niño de 10 años y ante todo tener la añoranza de volver de vez en cuando a nuestras raíces, pues tenemos muchos recuerdos y demasiados amigos para volver siempre que podamos a nuestro Castroverde del alma.
BUENO QUINTOS, QUEDAMOS EN EL MISMO SITIO Y A LA MISMA HORA, PARA DENTRO DE OTROS CINCUENTA AÑOS.

El texto anterior es el que se leyo al finalizar la misa de quintos en el convento.

¿ES MUY BONITO , QUIEN LO HA ESCRITO,?

Me he emocionado al leerlo. Enhorabuena.
Un saludo.
Salva

Borrado por su Autor.

La verdad que esta lleno de ternura y sentimiento, lo escribio Marcelo, el de Oliva.

Muchas gracias Marcelo por el tiempo que dedicaste para elaborar esta preciosa carta para los quintos del 60 en Castroverde, realmente hermosa.
Te dedico esta frase de Boris Leonídovich Pasternak :
"El trabajo ayuda siempre, puesto que trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro".
Un abrazo.

Las cosas que se escriben desde el corazón siempre llegan a los demás. Lo que se escribe con frialdad, por muy bien escrito que esté, se parece muchos a las cartas comerciales. Sin sentimiento.
Marcelo, yo tengo algunos años mas que tú,y efectivamente aún sigo oyendo los vencejos del Palacio y el bullicio de los muchachos. También curiosamente, y entre otras cosas, echo de menos el pitido de la lechera sobre las 10 de la mañana.Pero lo que más echo de menos es el tañer de las campanas. Pagaría por volver a oir voltear la campana de Santa María.
Enhorabuena, lo bordaste.
Un abrazo

De tu maligna intervención te diré que Marcelo sí fué a la escuela.
Algunos/as aunque estuvieran todo el día en la misma, nunca conseguirían escribir como él lo ha hecho. Hay mucho zoquete/a que no han salido de la escuela y no saben escribir ni dos líneas seguidas.

Para la o el lumbreras que escribió el mensaje 6112553: decirle que seguramente quien no viera a Marcelo acudir cada día a clase fuera usted. Así, el único modo que hay para que usted aprendiera algo fue escuchando "radio macuto", poniendo atención a chismorreos vecinales y habladurías callejeras, y añadiéndole un mínimo de su propia cosecha (dudo que esté acostumbrad@ a razonar, y mucho menos con sensatez), todo eso mezclado ha dado lugar a semejante parida: "Pero como va a escribir esa carta Marcelo, sino fue ni a la escuela".

Listill@, "como" lleva acento, "sino" se escribe separado en esa frase y le añadiremos signos de interrogación quedando de la siguiente forma: "Pero, ¿cómo va a escribir esa carta Marcelo, si no fue ni a la escuela?". ¿Quién no fue a la escuela lo suficiente?.

De todos modos, nos consolaremos pensando que "una mitad del mundo cae mal a otra mitad" y que no se puede satisfacer a todos por igual.

Saludos.

Mejor no critiques a nadie,¿que sabes tu si ha estudiado?.
La inteligencia no tiene nada que ver con ir a la escuela.

Qué falta de vergüenza criticar a una persona por haber escrito un texto precioso.
Marcelo, ni caso.
Envidia en esto y en tantas otras cosas.
En vez de felicitarte por el esfuerzo y la dedicación que has tenido en la elaboración de esas páginas, por el atrevimiento de hacer algo en público y por la delicadeza y la sensibilidad que manifiestas, pues algún desocupado no piensa en otra cosa que en el menoscabo hacia tu persona. Gracias por habernos hecho felices durante unos minutos y por conseguir ponernos los ojos cristalinos por la emoción que hemos sentido al leer o al escuchar tus palabras.
¡Marcelo, enhorabuena!
Recibe un abrazo.
Salva

Hola, hace unos días me han comunicado que la carta
que ley en la fiesta de los quintos estaba colgada en el foro de
Castroverde, días después me comunican por telefono que hay un comentario al respecto que más o menos es insultante y cuando lo leo veo que
la intención del comentario puede que lo fuera, pero nada más
lejos de conseguir el propósito la persona que lo hizo.
Y no es que para mi haya sido un honor el hecho de no poder ir a
la escuela (que por cierto fui hasta casi los 12 años, desde
cualquier punto de vista un tiempo insuficiente.)
No es que quiera justificar nada pues nada hay que justificar,
cada uno en la vida tiene que vivir las circunstancias que le tocan.
Yo me avergonzaría de haber cometido un delito, de haber
faltado a alguien de hacer mal a alguien de forma voluntaria y yo
la verdad que no tengo conciencia de haber hecho mal a nadie
nunca, (por lo menos de forma voluntaria.)
La verdad que algo no funciona bien en nuestro amado pueblo si
por escribir una carta con todo el cariño y la ternura que he
podido hay que dar explicaciones.
Creo que no he faltado ni he ofendido a nadie pero si ha sido así
ruego me perdone, no volverá a pasar.


MARCELO

Marcelo, no tienes que pedir perdón a nadie. Las personas que han disfrutado y recordado viejos tiempos leyendo tu carta son una gran mayoría. La desafortunada y maliciosa opinión de un individuo no merece consideración ninguna.

"La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren".
Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.

Un abrazo.

Envidia te tienen Marcelo. Fueste a la escuela hasta los doce años como dices, y puedes escribir textos llenos de belleza y ternura. Algunos ni aunque asistan treinta años lo consiguen.
Un abrazo

Yo también quiero dar mi apoyo a Marcelo y decirle que no tiene que disculparse ni pedir perdón a nadie,pues lo escrito po él es una historia real llena de ternura y recordando los años vividos.
Hay una cita de Plinio el Joven que dice:
"La envidia y aun la apariencia de la envidia es una pasión que implica inferiordad dondequiera que ella se encuentre".

Sadulos Marcelo,sigue tal y como eres.

Joder... Esto sí que es complicado de enteder. No pillo nada. Y creo que tampoco te entiende a quien te diriges.
Venga.