Foro- Ciudad.com

Castroverde de Campos - Zamora

Poblacion:
España > Zamora > Castroverde de Campos
09-01-14 12:23 #11788680
Por:castroverdino

Ribadelago se acuerda de sus vítimas.
J. A. G. La población de Ribadelago celebrará hoy la tradicional misa en recuerdo de las víctimas dejadas por la catastrófica rotura de la presa de Vega de Tera y la consiguiente tragedia provocada en el pueblo de Ribadelago. El violento desembalse dejó 144 muertos y sembró la ruina material del pueblo en las primeras horas del 9 de enero de 1959, tras derrumbarse la mitad de la presa construida en el alto Tera. La celebración religiosa tendrá lugar a las 12.00 y será oficiada por el párroco José Antonio Lafuente. Año tras año, residentes en Ribadelago y algunos afincados en los pueblos de la zona cumplen con la misa en recuerdo de las víctimas de un suceso que conmocionó al mundo.
Puntos:
09-01-14 16:19 #11790257 -> 11788680
Por:castroverdino

RE: Ribadelago se acuerda de sus vítimas.
55 años de la tragedia de Ribadelago.(09/01/1959/--09/01/2014)

M.ª JESÚS OTERO PUENTE.- En diciembre del 58 se decidió llenar la presa, a pesar de que sus deficiencias no estaban subsanadas, y el 8 de enero del 59 alcanza su máximo nivel. Petra, como los demás niños, ese día fue a la escuela, por la tarde se reunió con sus amigas en la Peña y volvió a casa mojada por la lluvia. La abuela había encendido un fuego muy grande y el hogar estaba acogedor. Hizo los deberes, la familia se reunió para la cena y luego se durmió cerca del fuego. Su madre la despertó para que se fuera a la cama, sus hermanas mayores habían salido para recoger algún paquete que le traían desde la ciudad en Auto-res, sus hermanos pequeños se fueron a dormir también.

De repente una horrible pesadilla la despertó, oía voces desgarradoras, gritos de dolor y desesperación, mujeres y hombres que entre llantos llamaban a sus familiares. Petra quiso abrir los ojos pero un desfondamiento infinito la invadió, una sensación angustiosa la ahogaba. Quizá no fuera una pesadilla. ¡Estaba en el infierno, había muerto! La oscuridad era absoluta. ¡Papá! ¡Mamá! Gritó. Reconoció la voz de Carmen, la vecina más próxima, que desde la peña los llamaba con desesperación y decía entre sollozos:

-Se han ahogado todos, los ha llevado el agua-. Y gritaba más fuerte y con más desesperación. Petra quiso llamar a sus padres de nuevo pero no podía. -Claro los muertos no hablan- pensó.

En el umbral de la puerta vislumbró la silueta borrosa del padre que decía: ¡La presa, es la presa, ha reventado la presa de Vega de Tera, arriba, vamos, deprisa, vamos!

Petra no entendía nada, seguía en el infierno y desde allí veía y oía a sus padres en este mundo.

De pronto la palabra presa la sacudió: -¡Ah claro, me he ahogado con el agua de la presa!

Se encontraron todos en el corredor, confundidos, desconcertados y horrorizados. El agua rodeaba la casa, todo, menos la peña que estaba detrás, había desaparecido. La madre y la abuela lloraban desconsoladamente, el padre trataba sin éxito de averiguar algo. Nada, ya no existían los caminos, no se podía salir, la oscuridad era total. Fuera, los gritos eran cada vez más terribles, más intensos, más desesperados. Una densa niebla húmeda y fría hacía aún más fantasmal el ambiente. Hacía mucho frío.

Carmen y sus hermanas llegaron por las peñas con su madre enferma; estaba delicada del corazón, el agua había derrumbado su casa. La madre y la abuela la acostaron en el escaño junto al fuego para que estuviera calentita y acompañada. Así transcurrió la larguísima y fría noche, esperando el ansiado amanecer.

Petra no se movía del corredor, miraba al frente, a las tierras que estaban ahí mismo al otro lado del camino, no se podía ver nada pero se adivinaban unos enormes bultos y comenzaba a divisar el mar de agua en que se había convertido la vega. Lo peor eran los gritos desgarradores que no cesaban: ¡Pura! ¡Madre! ¡Clementinaaa! ¡José! ¡hijo mío!?

Con las primeras luces del día el padre salió de casa y luego las hermanas mayores. Petra salió detrás sin consultar con nadie. El espanto amordazó su voz, quería llorar pero no podía. Todo era desolación y destrucción. Pronto tuvo que dar la vuelta. Su barrio había desaparecido y en su lugar una enorme montaña de piedras, como otra morrena del glaciar, impedía transitar por lo que había sido calle hasta unas horas antes. Todas las casas habían desaparecido. Un escalofrío la estremeció cuando vio el solar de la casa de su amiga Paquita a quien había despedido allí mismo esa tarde. Decidió volver por el camino del pajar del abuelo. Al pasar junto a la finca oyó gritos desgarradores muy cerca, decidió bajar a lo que había sido el prado; allí bajo el cerezo joven, entre un amasijo de ramas, ropas, cordeles, cables, maderas, piedras y animales, vio el primer cadáver que se encontró ese día. Al lado, entre otros vecinos estaba Amable, desgarrado por el dolor, desolado, llorando a su madre. Fue una visión dantesca que Petra lleva en su mente, junto a la de su amiga Angelita, a la que pudo ver horas más tarde en la improvisada morgue. Después lloró, lloró sola sentadita en una peña con la cara entre las manos, con los llantos y los gritos de los vecinos como sonido de fondo. No sabe cuánto tiempo pasó allí. Luego, sonámbula y sin sentir su cuerpo, vagó hasta casa sin saber cómo ni por dónde. Sus pies estaban ateridos, ensangrentados; no se había dado cuenta de que había perdido los zapatos o ¿había salido sin ellos? En ese momento Petra recobró la consciencia de que estaba viva, su tío Tomás, que llegaba por la peña salvadora, la abrazó llorando. Su casa, los animales y todo, se lo había llevado el agua pero ellos estaban vivos. Luego llegaron otros familiares buscando auxilio y cobijo.

Lo que ocurrió después fue tan intenso, tan trágico, tan doloroso, que Petra no quiere hablar de ello. En los días sucesivos pasaron del llanto a una especie de limbo; no sabían muy bien qué había pasado. La naturaleza tiene sus recursos para amortiguar el dolor extremo, anestesia para soportar los momentos límites.

Petra trata ahora de pensar en todo aquello, sigue viendo la niebla espesa y fría que censura en su memoria ciertas imágenes; pero le hace frente y quiere recordar, pasar el luto por sus amigas arrebatadas tempranamente, por sus vecinos, por tantas cosas que formaron parte de su infancia feliz. Han tenido que pasar muchos años para poder hacerlo, para ver claro, para asimilarlo. Analiza desde su madurez cómo ha llevado durante tanto tiempo el peso de este hecho traumático que arrebató parte de su vida y ha marcado su existencia. Hoy puede pensar con serenidad y esperanza, en todos los seres y lugares que perdió para siempre. Todas las víctimas y las idílicas imágenes de su pueblo, permanecen en su memoria, y en ella, único lugar donde pueden existir, las guarda como uno de sus tesoros más preciados. Aquel reino de la infancia no evolucionó como ocurrió en los otros lugares, se truncó en una sola noche, se convirtió en la nada y luego en otro lugar para ella casi desconocido.

Le gusta pasear sola por las callejuelas de los restos del antiguo pueblo, recordando a las personas que las habitaron, recordando la vida que fue barrida, reconstruyendo historias infantiles. A veces eleva una plegaria por sus amigas, otras, habla en silencio con ellas. Y espera que el altísimo precio pagado por ellos sea el pendón que guíe a los hombres poderosos para que la esencia de la vida -el ser humano y la naturaleza- esté siempre por encima del dinero y de cierto «progreso».

En su corazón guarda Petra, el cariño que recibieron de todos los niños de España, sus cartas, sus regalos, su solidaridad, el apoyo de tantos españoles y ciudadanos del mundo que los ayudaron en aquellos tristísimos días, la entrega de las señoritas voluntarias de la Granja Escuela de Zamora donde casi todas las niñas pasaron los tres meses siguientes, las monjas y chicos del Colegio del Tránsito, en el actual Parador, donde estuvieron acogidos los niños y el esfuerzo de tantas personas anónimas por suavizar tanto dolor.

Ahora contempla el lago con la misma admiración que antes, pero con un respeto sublime porque en sus entrañas reposan todos aquellos seres queridos, contempla la montaña y recuerda las palabras de don Manuel: «dile que encontrará el lago y la montaña como los dejó» y cree que no es del todo cierto, han cambiado muchas cosas en la montaña y en el lago. Pero siguen allí dando testimonio de la suprema belleza y de los errores de los hombres. Ha conseguido conciliarse con sus recuerdos y está convencida de que «la vida cotidiana significa el nivel más hondo de la existencia humana». Y vive contenta, con intensidad e infinito agradecimiento. Pero de vez en cuando, como en San Manuel «se lee en sus ojos azules como las aguas del lago alguna honda tristeza».
Puntos:

Tema (Autor) Ultimo Mensaje Resp
RIBADELAGO, 52 AÑOS DESPUÉS Por: salvapor 09-01-11 22:54
salvapor
0
Simulador Plusvalia Municipal - Impuesto de Circulacion (IVTM) - Calculo Valor Venal
Foro-Ciudad.com - Ultima actualizacion:08/08/2020
Clausulas de responsabilidad y condiciones de uso de Foro-Ciudad.com