Castroverde de Campos - Zamora

¿CÓMO TE LLAMAS, MAJETE?

El buen señor llevaba gorra visera, camisa a cuadros de manga larga y pantalón oscuro. Se apoyaba en una cacha recia y tenía un deje neto de uno de los pueblos de la comarca de la Guareña, la mía. Con la mano libre tiraba de un zagal entrado en carnes, impecablemente vestido para la ocasión y con pintas de aburrido.
- ¡Vamos Garakoitz, que van a soltar el toro y nos perdemos lo mejor!
Con las prisas atropelló a otro anciano –camisa blanca, sombrero de paja, alpargatas azules- que se apresuró a interesarse por el niño que había caído junto a él.
- Jordi, ¿estás bien? ¿te has hecho daño?
El novillo estaba a punto de salir a la pradera y, tras una de las merinas, una mujer - pamela, blusa de toda la vida y falda fresca hasta la rodilla – se desgañitaba:
- Jennifer, retírate de la talanquera que ese sitio es peligroso. Y dile a tu hermana Jessica que ni se le ocurra meterse en el prado, que esos bichos tienen cuernos!
La escena, con ligeras variantes, se puede contemplar cualquier día de esta semana en los encierros taurinos de Argujillo, Villamor de los Escuderos, Fuentelapeña, Villsbuena del Puente, Venialbo, Villsalpando, Morales de Toro, etcétera. Y también con pequeñas variaciones se repite en casi todos los pueblos de la geografía zamorana (y regional) en estos agostos de retornos, descubrimientos y constataciones.
- ¿Cómo te llamas, majo?
- Gorka y mi hermana Izaskun.
Lis hombres que están de cháchara a la izquierda de los chopos miran al infinito, se rascan la cabeza y ponen, sin aspavientos cara de no entender . Uno de ellos lo explica.
- Es que el chico mío está en Rentería y allí se ve que se lleva eso.
Los otros asienten. Uno tiene un nieto que se llama Unai; otro una nieta bautizada como Marixell y un tercero le ha caído un Kevin Kosner en la familia sin que aún entienda de dónde ha sacado su hija tantas kas seguidas.
- Dice que es cosa del cine o de la tele; vete tú a saber.
¿Se imaginan que un matrimonio vasco asentadp desde hace años en Zamora pusiese a su retoño Atilano por aquello de adaptarse al patrón de la ciudad que le acoge?, ¿creen que alguna pareja de catalanes vecina de Zamora, llamaría a su hija Tránsito por aquello del asentamiento cultural y todo eso? Sinceramente no. Lo más probable es que, por añoranza, bautizaran a sus críos con nombres que les recordaran a su tierra o su familia. Por el contrario, la mayoría de nuestros emigrantes opta por marcar distancias y6 por borrar las huellas que le vinculen a su pasado. Pero no solo lo hacen los que han tenido que buscarse la vida en zonas con idioma propio y bastante animadversión, alimentada por nacionalismos excluyentes, al castellano, sino que el fenómeno se da en lugares como Madrid, Valladolid o la propia Zamora capital. ¿Por qué? Lo ignoro, aunque sospecho que tiene mucho que ver con el miedo a que a uno le llamen paleto si pone al chico Florentino y a la chica Berrnarda. Sin embargo, uno será moderno o hasta chic si inscribe al niño como Joel y a la muchacha como Margot. Piensen la que se podría montar si la mamá llega con su criatura, orgullosa ella, dice que se llama Brigitte y alguien le comenta:<<Ah, Brígida, como la bisabuela>>. La mamá no vuelve al pueblo ni a heredar (bueno, ahora con la crisis, sí).
Desde hace unos cuantos años recojo nombres raros, mejor dicho, nombres que fueron normales hasta hace poco en esta tierra y que pueden desaparecer porque ya no se estila llamar a alguien Cipriano, Teodosio, Orosia o Dorotea, por citar algunos de los más suaves. Tengo unos 1500, algunos espectaculares como Agujérico, Escojonato, Baraquioso, Bugundófila, Anfiloquia, o tan increíbles como Isaurotesalonicocrídes, pero hay muchos otros que no desmerecen como los glamurosos Andoitz, Oriol o Jónathan de ahora.. ¿Dónde está escrito que Gotxone es más bonito que Eulalia, o que Bernat supere en estética lingüística a Flavio? Hasta en esto estamos perdiendo imaginación. Ahora y aquí ya solo encontramos Pablo, Raúl, Jorge, David, Roberto, Lucía, María, Noelia,…
Los nombres propios son una expresión más de una forma de cultura, de tradición, de una forma de entender la vida. También estamos perdiendo esa seña de identidad, para arrojarnos, sin comprender por qué, en brazos de los Koldos, Hermes o Cristian de turno.
Y eso es poco recomendable. Cuando, solo por moda o por vergüenza mal entendida, se cede en el idioma y en la esencia, es que la invasión ha sobrepasado la primera defensa y y puede arrasar con todo. De ahí a la anulación como pueblo únicamente resta un paso. Así que no se rían mucho cuando vean en estos días a señores renqueantes llamar a sus nietos Andoitz, Maia o Catherine. Es más serio de lo que parece..

LUIS MIGUEL DE DIOS.