Santurtzi - Vizcaya

Cuando todavía era Jefe de la Comisión Nacional del Juego, mi querido amigo Jose Ignacio Cases, me contaba que hasta el desgraciado día en el que Vicente Mosquete perdió la vida, al caer por el hueco de un ascensor, los dirigentes de la ONCE iban a verle utilizando un humilde Citröen 4L. Desde entonces ha llovido mucho en el país y en el seno de la ONCE… La ilusión de todos los días, trajo abundancia, vino, telecincos y gescarteras a la Organización del Cupón, autorizado por el Gobierno de Burgos del Generalísimo Franco. Y también, “ dos huevos duros “ además de mejores coches.


Ahora, sin ir más lejos, han desaparecido el frio y la incertidumbre económica del mundo de los invidentes. La labor social de la ONCE está plenamente consolidada y si sus objetivos de ingresos no se cumplen, todos los españoles estamos condenados por ley a la aportación de lo que falte. No tienen, por tanto, nada que envidiar al ejercicio de las carambolas de Felipe II o a los salmones de su padrino, el Caudillo.


Parece pues un disparate pensar que, con tan finos y consistentes hilos, necesiten mancharse el traje con la trampa. No tiene sentido pero, al mismo tiempo, también sorprende la cantidad de impedimentos que utilizan a la hora de permitir la libre asistencia a un Sorteo que debe ser obligatoriamente público. No se entiende muy bien que se haya pasado del deslumbrante sorteo- espectáculo con luz, taquígrafos , Notarios, Televisión ,Carmen Sevilla y tetudas patilargas, al escenario reducido, sombrío y en una localidad con dos o tres Notarios como máximo. Da qué pensar…