Valladolid - Valladolid

01-11-13 10:34#11660744
Salustiano Borrascas

ZARANDAJAS

Los del PPodrido , como los bankieros, el Clero español y la CEOE, ahora todos juntos en el poder, no hay día del año ni siquiera por los Santos Difuntos de todas las condiciones sociales, que no me
arranquen un ataque de sardónica ironía de esas tan corrosivas que usan ellos para vendernos sus cuentos españoles. Esos tan educativos y descriptivos, que no hace falta ser linces para captar inmediatamente la mala leche que encierran.

Uno de los muchos que se oyen con respecto a Catalunya es ese de la historia compartida durante siglos o el de el respeto debido a la costitución vigente aunque retocada en los apartado convenientes a bankieros y políticos de triple faz en general.

Lo de la historia compartida es de risa de hiena al acecho porque, cuando dicen eso quieren decir que no pueden dejar escapar a su control una comunidad que aporta al erario público un 21% por ciento del PIB por el que, los gobernantes mesetarios manchurrianos o no y algunos iluminados como el bellotari o el o los señoritos andaluces, están dispuestos a partirse el pecho. Lo de compartir la historia está muy bien de cara a la galería, para que no se note mucho que desde que el aragonés Ferran se unió en santo matrimonio con la mesetaria Isabel, a los habitantes de Catalunya se les ha sacado un rédito acojonante. Motivo a fin de cuentas de tantas batallas entre expoliadores y expoliados. Historia quizá a la que se refieren los malandrines gobernantes centralistas, cuando hablan de historia compartida en la que siempre ha habido un seguro perdedor, los catalanes, todos.
Ahora andamos otra vez en eso. Nadie habla del consorcio vasco-navarro, Todos contra Catalunya, todos contra las provincias rebeldes. O sea, asfixiarlas en lo económico para que doblen la cerviz y paguen y callen mientras, que aprovechando el revuelo y la cizaña que han sembrado y siguen abonando a diario en la mente de los naturales de los otros pueblos más afines a una idea de España única, grande y libre para seguir chupando la sangre a todos, se les exprime también a ellos y, como decía el séptimo Fernando de la saga Borbónica mas conocido como el Felón, palo a la mula negra, palo a la mula torda. Y así todos felices, los ya citados de siempre viviendo a cuerpo de rey, y los demás dándonos guantazos los unos a los otros porque, España y yo somos asina señora mía, que dijo aquél súbdito exiliado en París en los tiempos en que teníamos a un tigre en la capital del Maestrazgo, Morella, y no un cacique en Castellón, que es papá de una señora muy fina llamada Andrea, que aulló vehementemente en el Congreso que los parados se jodieran y que, a su vez es mamá de unos hijos a los que el abuelo le enseñó orgulloso su aeropuerto.

Toda esta panda de chupopteras sanguijuelas, desde Sevilla a Carmona pasando por Murcia y Zamora o, por Zaragoza, Valencia y Albarracín, están ahí, siempre agazapadas y siempre hincando los riñones para que la galga frene las ruedas y el progreso de los pasajeros de ese carro llamado España, al precio que sea y cueste o lo que cueste.

Ejemplos tenemos demasiados a lo largo del IXX y del XX con la consiguiente “movilidad” a la fuerza y mortandad si procede, de las poblaciones más débiles y su trasiego de unos territorio a otros pero, subyaciendo debajo de todas esas aberraciones, los mismo actores, un pueblo que quiere vivir, un españolito que quiere vivir y a vivir empieza entre una España que lo odia y desprecia y la otra que, inane, bosteza.

Es la vida, me dirá una sevillana resalá ella, que si conoce a Catalunya es porque un día unos correligionarios suyos la invitaron a la colocación de algunas medallas de otro su igual por la feria de abril en Montornés o en el Puerto Olímpico, pero la cosa está ahí, en la calle y, la gente, si tiene que manifestarse se manifestará y si tiene que practicar la desobediencia civil, la practicará y, si le da la espalda a políticos timoratos o atados a un pasado que es eso, se la dará. Desde luego, quien no pinta nada en este cuento, es esa resalada señorita, señorona o señorón, en este cuento.