Tordesillas - Valladolid

La lucha de los extremistas que defienden los derechos de los animales sube de tono en Europa.

Después de que las autoridades británicas sofocaran los ataques de varios extremistas que defienden los derechos de los animales en el país, parece que la lucha se ha trasladado ahora a Europa continental, donde una serie de compañías y personas conectadas incluso de forma indirecta a la experimentación con animales se han convertido en blanco de agresores anónimos.

En los últimos meses, estos militantes han utilizado grafiti con amenazas e incendios provocados contra ejecutivos de la farmacéutica Novartis AG y el operador de bolsas NYSE Euronext, donde cotiza una de las grandes compañías que experimentan con animales. En Bélgica, un empleado de la farmacéutica Schering-Plough Corp. también fue víctima de los extremistas. A su vez, varios grupos de defensa de los animales aseguran haber destrozado autos y casas de personal de Pfizer Inc., Bayer AG, y el banco británico Barclays PLC, entre otros.

Estos incidentes han abierto un nuevo frente en la batalla que previamente se había limitado en gran parte al Reino Unido, donde a principios de la década los extremistas empezaron a atacar Huntingdon Life Sciences, una compañía prominente que prueba medicamentos y otros productos en animales. Muchos de los ataques más recientes no se dirigen contra la propia HLS sino contra empresas que supuestamente trabajan con el laboratorio o que lo respaldan financieramente. Sin embargo, Novartis señala que no ha utilizado las instalaciones de HLS en varios años.

HLS rehusó hacer comentarios sobre la identidad de sus clientes o sobre los ataques contra Novartis y otras firmas. La empresa asevera que deplora cualquier acto de violencia o extremismo.

Algunos expertos en seguridad dicen que las leyes más severas y un trabajo policial más concentrado en el Reino Unido han hecho que el movimiento se traslade a Europa continental, donde hasta hace poco la mayoría de los grupos de defensa de los derechos de los animales solía protestar de forma pacífica.

La intervención de las autoridades británicas "calmó la actividad en el Reino Unido", dice James Christian, director global de seguridad de Novartis, cuyo presidente ejecutivo, Daniel Vasella, ha sido blanco de los activistas en varios incidentes en las últimas semanas.

En los últimos meses, los autos de siete u ocho empleados de Novartis en Suiza y Alemania han sido destrozados y han aparecido eslóganes amenazantes pintados con spray en sus casas, apunta Christian. A fines de julio, alguien excavó y robó las cenizas de la madre de Vasella de un cementerio suizo. En el pueblo suizo donde vive, ahora pueden verse grafitis que dicen "Muerte a Vasella". Además, a principios de esta semana, su chalé en Austria sufrió un incendio, supuestamente intencional.

La compañía culpa a los militantes de todos los actos. Christian dice que la expansión de esos delitos por toda Europa ha complicado el problema ya que es más difícil coordinar su persecución entre varios países y distintas autoridades.

La policía de Suiza y Austria han confirmado muchos de los ataques, pero aún no cuenta con ningún sospechoso.

Sin embargo, gente anónima que asegura pertenecer a estos grupos extremistas de defensa de los animales se atribuye en Internet la responsabilidad de muchos de los ataques. En abril, por ejemplo, alguien escribió en uno de los sitios Web que había saltado por encima de la valla de la casa de Ulrich Lehner, un miembro de la junta de Novartis, en Dusseldorf, Alemania, y que luego pintó varios grafitis sobre las paredes y tiró disolvente de pintura sobre un Porsche. Christian confirmó el ataque a la propiedad de Lehner. En mayo, otro militante acudió al mismo sitio Web para contar que volvió a la casa de Ulrich para colocar dispositivos explosivos bajo dos de sus autos. Christian lo confirma pero añade que Lehner descubrió los dispositivos y que fueron retirados antes de causar daños. Un vocero de Novartis dijo que Ulrich no estaba disponible para comentarios.

Un portavoz de la oficina de la fiscalía de la ciudad de Colonia confirmó que explosivos habían sido puestos debajo de los autos de empleados de Novartis en el área de Düsseldorf y dijo que los investigadores sospechan de activistas de los derechos de los animales.

Ambas notas aparecieron en el sitio Web dirigido por Bite Back, un grupo de Florida que se describe a sí mismo como diseminadores de información sobre el movimiento radical de defensa de los derechos de los animales. "Sentimos que al darles una voz a los activistas anónimos que eligen violar la ley para ayudar a los animales estamos contribuyendo a un importante debate público sobre los animales en nuestra sociedad", escribió en un email un representante de Bite Back que no quiso identificarse.

Por Jeanne Whalen

Las corridas de toros son un espectáculo bochornoso en tres actos, de unos veinte minutos de duración, que escenifica la falsa superioridad y la fascinación enfermiza con la sangre y la carne de la que se alimentan, contra toda lógica ética y dietética, quienes creen tener un derecho divino a disponer a su antojo de la vida de otros seres sensibles, llegando incluso a justificar y trivializar la muerte del toro como arte y diversión; un comportamiento patológico que nace de una incapacidad para afrontar el dolor de las víctimas y una morbosidad irrefrenable ante la posibilidad de ser testigo directo de alguna cornada, o de la muerte del matador; un riesgo fortuito, infrecuente (un torero por cada 40.000 toros sacrificados), y sobre todo evitable que, sin embargo, incrementa el carácter macabro de la corrida.