Fragmento de un diario de viaje a El Salvador Fragmento de un diario de viaje a El Salvador Por razones profesionales estuve en a El Salvador (XLII Conferencia de la Federación Interamericana de Abogados) entre el 17 y el 25 de junio. Entre mis propósitos a cumplir allí se encontraba el de profundizar en al investigación acerca de Consuelo Suncín, la mujer Antoine de Saint Exupéry. Acompañado por Erasmo de Paz visité la pequeña localidad de Armenia (a 41 kilómetros de la capital), donde nació Consuelo. También nació allí la gran poeta salvadoreña Claudia Lars, que fue amiga de Consuelo. Esta visita me hizo comprender un dicho de Consuelo. Cuando muy joven alguien del lugar le dijo que ella era muy valiente por irse a estudiar inglés a San Francisco ella respondió: valientes son Uds. que tienen el coraje de quedarse aquí. El lunes 19 de junio, mientras una fuerte lluvia tropical caía, recibí la visita de Abigaíl Suncín –sobrina y ahijada de Consuelo- quien ha publicado hace unos pocos años un libro que se titula: “La Rosa que cautivó al Principito” (con prologo del Dr. Alfredo Martínez Moreno, ex Presidente de la Corte Suprema de El Salvador). La conversación con Abigail excedió el tema original y terminamos hablando de otras muchas cosas de la historia reciente del país. Nació en mí el deseo de contactar con los protagonistas del proceso de paz posterior a la guerra civil que ese país sufrió durante 12 años. Tuve suerte con este último objetivo al conocer a Alejandro Solano, abogado local, quien me dio todas las pistas necesarias para comprender y tratar el tema de la paz en El Salvador. Fue él quien me presentó a tres personas claves de ese proceso (hoy diputados) con las que pude conversar largamente y aprender mucho. Me refiero a Rodolfo Parker (de la Democracia Cristiana), Roberto Lorenzana (del FMLN) y Gerson Martínez (del FMLN). Después de largas conversaciones sobre Consuelo Suncín, Abigail me llevó el sábado a conocer la capilla en la que fue asesinado Monseñor Romero en la tarde del lunes 24 de marzo de 1980. Todavía hoy se desconoce a ciencia cierta quien efectuó el único y certero disparo y las versiones que corren pueden confirmarse en un futuro cercano. Podría haber sido un militar extranjero. Mientras escribo este texto y gracias a la tecnología del Instituto Cervantes y su fonoteca, escucho la famosa homilía de Monseñor Romero del día antes de su muerte. Se puede acceder a ella a través de: https://ww.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?portal=0&Ref=6165&audio=1 Dijo Monseñor Romero en tiempos muy difíciles para El Salvador: “Ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: NO MATAR… Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios… Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla… Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado… En nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios: ¡¡cese la represión!!” Monseñor Romero era acusado en vida de estar muy cerca de los guerrilleros. No tengo certeza de ello. Es posible. Creo que éstos también cometieron en esos años atrocidades absolutamente inaceptables. Lo interesante de ese país es que hoy tienen una armónica paz y lograron, dentro de lo posible, superar el trágico pasado. Mucho tuvo que ver para ello el trabajo de la Comisión de la Verdad surgida de los Acuerdos de Paz suscriptos en 1992. Esta comisión actuó con ayuda de las Naciones Unidas y de otras personas y países. Beltrán Gambier |