Casa Blanca - Valladolid

Un buen día, no muy distinto de los demás, paseaba por un estrecho sendero junto al río. Mi vista no se separaba del pequeño oleaje que provocaba el viento. Era una tarde de otoño. Las hojas casi inundaban el curso de las aguas. De repente, una luz iluminó aún más la maravillosa tarde. Alcé la vista para observar más atento lo que estaba ocurriendo. Los pájaros silenciaron su alegría, el viento calmó su furia.
La luz se transformó en una dulce criatura, se acercó a mi lado y pude ver que se trataba del ser más maravilloso que había visto jamás. ¿Era un Ángel o un Hada?. No, ¡¡¡ ERAS TÚ!! mi amor.
Cerré los ojos, me besaste y, sin saber cómo, me vi lanzado a un mundo maravilloso lleno de sencillez, cariño, entrega, amor a los demás...
Ser yo tu amado, me llena de gozo
Te amo, te deseo, te quiero, te necesito.