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Barcial de la Loma - Valladolid

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España > Valladolid > Barcial de la Loma
21-09-09 15:55 #3302772
Por:No Registrado
Días de vino y Gloria"
Ya las mañanas habían refrescado, y había que salir con algo de abrigo. A las siete clareaba, cada día menos; con los gallos cantando en los corrales y algunos perros ladrando a lo lejos, que parecía que se escuchaban más fuerte porque el frío hace más silencio de fondo, y hace ese engaño.
Cuando fue a arrancar el coche, tuvo que repetir cuatro o cinco veces, porque la batería no iba a la primera. Los faros redondos del viejo “doscaballos”, el primero y el único del pueblo, se encendieron poco a poco, con una luz amarillenta, tan perezosa como la mañana.
Los cristales de las ventanillas y el parabrisas se empañaron nada más salir del portalón; al bajar un poco el cristal, el aire frío se coló dentro con el olor de la leña y de la paja que ya quemaban en la cocina de la abuela Martiniana. Con toda seguridad con el puchero de las sopas ya puesto a buen recaudo junto al fuego y el agua del pote caliente para lavarse

Camino de la estación, vio sobre la bajas tapias de algunos corraes a los pastores afanándose para terminar los ordeños de la mañana. Se les veía a pesar del frío de este otoño en manga corta y sudando.
En la cuesta que sube a la bodega vislumbró a Gabriel. Iría ya de mañana a dar vueltas al mosto recién pisado del día anterior. En estos días apenas se sale de la bodega.
Junto al barrero, Marino el Jabero y sus hijos Marinín y Caqui movían el barro y le ablandaban antes de comenzar la fábrica de adobes.
Camino del pinar en su carro de mulas y flanqueado por los varales el Sr. Francisco, llegado de Pedrajas, se dirigía al pinar de Carrespinar a recoger las piñas. Ese año las había comprado.
Frenética actividad, en una mañana fría de otoño en un pueblo pequeño, donde la mayoría de la gente, hasta llegar el invierno, madruga más que los gallos.

Sacó bajo el asiento una botella de orujo, mordió el corcho con los dientes, escupió este a la mano y se dio un buen trago. Carraspeo y se estremeció todo su cuerpo. ¡¡Agua del cielo!!
Como si fuera el “doscaballos” quien se hubiera tomado el trago, este animó su marcha y llegó al taller de Sixto.
Giró a la derecha y llegó a la estación.
El sr. Blanco preparaba los preparativos diarios de recibir el Automotor. El primero de la mañana.
Aún no había llegado ninguno de los pasajeros que diariamente no faltaban.
Paró el coche en la parte posterior de la estación, junto al cuarto donde Tito guardaba su 4-4 y el Sr. Blanco cebaba su cerdo.
Al salir se caló la mascota y se subió el cuello de la gabardina. Fuera se había levantado una neblina que daba más sensación de frió.
Llamó a la puerta trasera de la estación. Hablo con el Sr. Blanco, firmó el albarán de recogida y pago el importe de los dos sacos de salvao que el día anterior habían llegado de Ríoseco. Recogió el primero y apretándole fuerte contra su cuerpo lo sacó fuera y lo dejó junto al doscaballos. Volvió por el segundo y repitió como un autómata los movimientos. Abrió una de las puertas traseras del “doscaballos” y primero uno y luego otro introdujo los dos sacos en el asiento trasero.
Fue a despedirse del sr. Blanco.
Vio a dos chiquillos en el andén y a su madre. Marina y sus hijos. Venían medio dormidos los chiquillos, la niña en brazos de la madre, que parecía más vieja con la toquilla que traía echada sobre la cabeza, tapando con un pico a la pequeña. Era ya viuda, pero joven.

Volvió tras sus pasos hasta la casa de nuevo. Al entrar con el coche por el portalón de atrás esperó esta vez a que salieran Javier, “el Moreno” y uno de los mozos, que llevaban dos parejas de mulas a la herrería.

-¡Atad las mulas en la puerta y ayudadme a descargar el salvao!
Descargaron y continuaron su trabajo llevando las mulas.
Gruñían los cerdos con cierta desesperación hambruna.
En la cocina habían encendido la cocina, y ya tenían los tazones puestos en la mesa, esperando la leche que en el puchero de latón se calentaba. El olor a la achicoria invadía la casa y el corral en sus cercanías.

Las mujeres entraron todas corriendo al oír a los jornaleros entrar a desayunar.
A rebanada de pan por cabeza y leche caliente con achicoria.

En la calle ya los niños chicos se acercaban a la escuela. Los niños grandes se arremolinaban en la plaza esperando que alguno viniera a buscarles para trabajar el día.

Cuando acabaron de desayunar, ya eran casi las nueve.
En la torre tocaba el último para la Misa. Las madres que pudieron se fueron a la misa de D. Gregorio.
Las que no se llevaron a los niños a la huerta alta, a coger acerolas.

En el salón de la casa habían encendido el primer brasero, y toda la casa olía a alhucema, desde el zaguán al corral. También olía a sabanas frías, nunca calentadas. A habitaciones ventiladas y a la humedad del otoño que comenzaba. Y este año como otros, comenzaba frío.
¡Días de vino y gloria!

Raúl F. Catón
Torba
Puntos:
22-09-09 14:14 #3312858 -> 3302772
Por:No Registrado
RE: Días de vino y Gloria
Joio Torba eres un fenomeno....
¡¡Que Bonito!!

Un abrazo..cabonazo
Puntos:
22-09-09 19:18 #3316427 -> 3312858
Por:No Registrado
RE: Días de vino y Gloria
Dias de Vino y Gloria... nunca mejor dicho. Nunca más acertado el título, Torba.
Se había terminado o se estaba terminando la vendimia. La uva pisada era ya mosto o era ya el germen del futuro vino, reposando en cubas y toneles.
Días de vino.
Y días de gloria. Con los primeros frios del otoño, los cuerpos cansados y desgastados de nuestros ancianos requerían ya calor. Entonces las casa olían a manojos y paja del año quemados en la gloria.
Olían a gloria.

F.C.
Puntos:

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