Barcial de la Loma - Valladolid

E L saber, el conocimiento, el legado de nuestros ancestros. A lo largo de la historia han existido grandes estudiosos que sin más ayuda que su capacidad para observar y sacar conclusiones, realizaron los más brillantes descubrimientos. Voy a hablarles de aquellos hombres y mujeres que siguieron los pasos de predicadores y falsos profetas, que se atreven a dar lecciones sin ni si quieran encomendarse a la razón y saben hablar de todos, incluso se atreven a dar consejos… son los sabelotodo.

Existen varias clases de sabelotodo, pero uno en especial es verdaderamente peligroso: el sabihondo aconsejador. He llegado a escuchar con espanto cómo aconsejaban a un pobre diablo que ungiera su cuerpo con alcohol para aliviar la sequedad de la piel. Si realmente sus pretensiones eran homicidas, convidarle a una hamburguesa rellena de clavos hubiera sido más piadoso.

En segundo lugar están los sabihondos perseguidores. A menudo los vemos en la lejanía, nos cambiamos de acera, nos refugiamos en los retretes de un bar durante hora y media, salimos y ¡zas!, de narices con él. Sabemos que ha estado acechando, incluso le oímos jadear ansiosamente desde nuestro maloliente refugio, pero como buen depredador, es inteligente; espera a que nos confiemos saltando sobre nosotros cuando no tenemos escapatoria. Te piden humildad, te dan “buenos” consejos incluso se molestan si vas a buscar a sus mimas fuentes. No puedes por que sus ideas son acertadas y las del contrario torticeras y con ganas de tergiversar “su realidad”.

Cuando ya estamos en sus garras bastará el más leve comentario sobre lo que sea, pongamos Woody Allen, para que nos cuente su filmografía con las fechas y argumentos de todas sus películas. No intenten desconcertarle con temas extraños, pues entonces se inventará un rollo que derive en su tema favorito, pongamos Woody Allen, y vuelta a empezar.

Por último, están aquellos sabios de pacotilla que se hacen daño a sí mismos. Son capaces de sufrir una diarrea que les dure seis semanas con tal de no reconocer que el agua del río que afirmaba ser de toda confianza no sólo no es potable, sino que además hiede. Asegurará sin avergonzarse que esos peces panza arriba han muerto de viejos o a causa de una parada cardíaca de tanto nadar contra corriente.

Si conoce a uno de estos individuos no se fie, no permita que le recomiende o aplique remedio alguno, alegue su oposición a la experimentación con animales especialmente si la cobaya es usted. ¡¡Y mira que hay en este foro!!

Para concluir les dejo con una frase de Confucio. “Al pan, pan y al vino, vino”. Es verídica, en serio, de verdad de la buena que no lo he inventado. ¡¡Os lo juro!!



Roberto Ledo

¿Y cuenta algo D. Roberto Ledo acerca de los sabihondos que copian temas de internet y los pegan en los foros?

Decir y no decir comienza con expresarse uno mismo o dejar que sea otro quien hable y nosotros hablar por boca de ganso. Pero el chascarrillo en sí está bien traído.

Muchas personas refuerzan sus afirmaciones con citas de otros personajes consagrados en diferentes materias. Se ha hecho siempre. Sin embargo en este foro opina una serie de eruditos que creen crear escuela por si mismos.
Cuando alguien quiere incorporar algún texto contrastado, si no les gusta dicen que se ha empleado el "copiar y pagar".
Estos mismos son los que "copian y pegan" literalmente artículos de periodicos cuando les interesa.

Borrado por Foro-ciudad.com

Queridos Foreros: Perdonad mi osadía al dirigirme a vosotros para intentar CAMBIAR ESTE SIN SENTIDO DE DESCALIFICACIÓN.
Y gracias también a los que escriben que por fin se han quitado la piel de corderos y sean mostrado como lo que son: Lobos.
Permitidme que me feliciten todos y entre todos nosotros por las críticas que estamos haciendo y los logros que poco a poco voy consiguiendo.
Felicitémonos por todo lo que ya hemos conseguido y sigamos en la brecha por aquello que está por llegar: descalificaciones, insultos, patrañas, mal ambiente, etc.
Para un pueblo que ahora apenas cuenta con unos pocos habitantes, hemos conseguido que algunos no nos podamos ni ver…
"Solo se ve bien si se mira con los ojos del corazón".

Quien siembra vientos, recoge tempestades.

Hay un filósofo que está capiti disminuido por los profesores/estudiantes de la Filosofía. Me refiero a Schopenhauer; cualquiera a quien se le mencione dirá que el pobre diablo estaba loco, pero olvida que los niños, los borrachos y los locos acostumbran a decir la verdad.

Hecho este preámbulo, me permito citar una frase de este pobre diablo que se puede confirmar leyendo su "Argumentación Herística, argumento 30". Dice que es fácil observar que cuando dos personas vulgares, corrientes y comunes discuten, de entre las armas verbales que esgrimen la más utilizada por ambas partes es el de las citas célebres: con ellas se masacran mutuamente.

Con esto quiero decir que nos hallamos ante el que quizás sea el modelo de argumentación más sencillo: no tenemos ni que pensar, nos basta con alegar lo que dicen otros.

Con este sistema de argumentación, cuando queremos apuntalar una opinión, no nos viene mal parapetarnos tras una frase u opinión considerada como solvente ante el auditorio, Es un recurso fabuloso, pues además, si nos equivocamos lo tenemos fácil, ya que quien se equivocó fue el autor de la frase de la que nos hemos adueñado.

Gracias a este truco, utilizado a nuestra conveniencia, por supuesto, aceleramos la persuasión del otro y no tenemos necesidad de gastar nuestras neuronas pensando, ya nos lo dan pensado personas mucho más importantes que nosotros y que, casualmente, "piensan exactamente lo mismo que pensamos nosotros".

Lo malo es que no sabemos más de los personajes citados; asaltamos y atracamos el botín que nos interesa y despreciamos el resto de su pensamiento. Me enseñaron en la Universidad que no hace falta conocer todos los artículos del Código de Comercio, que basta con saber buscar en el Código o, en un caso extremo, basta con conocer a algún amigo que lo sepa. pero así no seríamos juristas, seríamos piratas del Derecho. Extrapolando y elevando la situación al absurdo, hay quien no necesita saber resolver una situación, le basta con que alguien haya opinado algo acerca de ella y conocer la opinión para apoyarse en el prestigio personal del otro.

El fallo de este sistema de actuar es que repetimos informaciones ajenas que creemos fiables porque se apoyan en el argumento de autoridad. Por ejemplo, sabemos quién es nustro padre, o sabemos el día en que nacimos o la fórmula del ADN porque nos las dicen o nos las cuentan personas que consideramos autorizadas.

Pero, ¿qué ocurre cuando vemos que "las autoridades citables" no siempre tienen razón? Herodoto afirmaba que el semen de los etíopes era negro, hoy eso está fuera de discusión; los predicadores del siglo XVII aseguraban que los negros no tenían alma y por eso se les podía esclavizar, hoy nadie en su sano juicio iría por ese camino.

Con esto quiero decir que cuando usamos citas célebres tratamos de arrimar el ascua a nuestra sardina y esto acaba con el debate y la conversación, salvo que el otro se sepa dar cuenta de la añagaza que le tienden. Todos sabemos que hay periódicos, emisoras de radio, de tv, que difunden noticias de manera contraria a como lo hacen otros medios de comunicación similares. Entonces, ¿valdría decir que lo ha dicho El País, cuando sabemos que La Razón o El Mundo dirá lo contrario? Un comentario o un editorial político de la cadena SER es seguro que no coincidirá mucho con la misma en la COPE. ¿Alguien recuerda el tratamiento que recibió en los medios de comunicación la información de la huelga general que se le organizó a Aznar? Urdaci llegó a decir en TVE que no existió huelga alguna, y después se le hizo rectificar por parte del Tribunal Supremo.

De manera esquemática y para acabar, esta manera de actuar, que se puede considerar una falacia, se puede represen­tar como sigue:

A es B, porque un sabio dice que A es B.

Pero ojo, aqúi puede haber trampa. Lo primero que hay que hacer es comprobar que se da por supuesto que quien habla es una autoridad en la materia, y el segundo, que dicha autoridad ha sido bien interpretada. Pero claro, damos por supuesto lo que creemos obvio y firmamos lo que dijo ese otro sin analizar a fondo. Tomemos el mensaje escrito encima del mío: "quien siembra vientos recoge tempestades".

¿Es una cita de una autoridad concreta? Yo dría que no, es algo inconcreto, un refrán, un dicho popular, algo del estilo "...se dice, ... se comenta,, ...se sabe", frases que carecen de valor como autoridad, porque son inconcretas. " según fuentes consultadas... según la versión recogida por este redactor..."

A donde quiero llegar es a decir que no podemos aceptar cualquier autoridad por prestigiosa que nos la presente quien la cita, tiene que ser alguien experto solamente en esa materia, no alguien que opine en ese tema y famoso por ser experto en otro. Que un ingeniero me dé su opinión en Religión no me sirve para nada, que un político me la dé en astrofísica, menos aún, salvo para conocerla. Además, tiene que basarse en datos objetivos y si se me apura, haber dado la opinión de manera imparcial y destinada a una situación idéntica o al menos coherente con la que tenemos entre manos.

Empecé comentando un trabajo de Schopenhauer y voy a traer el ejemplo con el que ilustra la mencionada estratagema número 30:

"El francés Curé, para no tener que pavimentar el trozo de calle frente a su casa, como era de obligación para todos los demás ciudadanos, se amparó en una sentencia bíblica: paveant illi, ego non paveo [quieran los otros temblar, yo no tiemblo], lo que fue interpretado por los espectadores que entendían algo de latín como si paveant viniese del francés paver [pavimentar]. Esto convenció a los delegados de la comunidad"

Señores, señoras, seamos serios: cortar una conversación con una cita célebre no es un signo de cultura, más bien lo es de pedantería y puede ser constitutivo de una falacia de argumento denominada "falacia ad vercundiam" o alguna de sus variantes, como la "falacia de argumentum ad populum", o la de "falsa autoridad" si aquilatamos un poco más.

A pesar de todo lo dicho, no quiero dejar pasar la ocasión y pecar yo también citando a Cicerón, maestro de abogados romanos, quien dejó escrito en su "Pro Licinio":

"Aquí está presente Lúculo, ciudadano libre de máxima autoridad, fe y escrupulosidad, que no dice que piensa que es así, sino que lo sabe; no que lo oyó decir, sino que lo vio; no que se halló presente, sino que pasó el negocio por su mano."

Por favor, tratemos de ser como Lúculo cada vez que demos una opinión.

Saludos cordiales de James.

Como soy joven y mi imaginación no tiene límites, sueño con cambiar el mundo. Según fui haciéndome mayor, pensé que no había modo de cambiar el mundo, así que me propuse un objetivo más modesto intentar cambiar solo mi pueblo
He iniciado actividades cuyo objetivo es cambiar el municipio, pero saben que es lo prioritario: Cambiar la actitud negativa de las personas. Hemos dejado de lado objetivos de comunidad por pensar y pasarnos nuestra vida buscando objetivos individuales.
Basta ya de hipocresía amigos, luchemos por lo que queremos, no queremos un mundo de capitalismo ni extorsión queremos una juventud dinámica y que luche por sus sueños... se basa todo en eso perseguir los ideales sin hacer daño a nadie... amar y ser amado… soy joven y tengo xx años solo soy un pequeño grano de arena en busca de una tierra limpia... hacen falta muchos más... os quiero a todos

El único mensaje que merece la pena en este hilo es el anterior a este. Para mi todas las discusiones están sobrando ya y se están haciendo muy pesadas.

Raúl
Torba

Tardé dos horas en escribir ese "rollo", esa "sentencia", ese "libro" -(léase la oración precedente con el mayor desprecio posible)- para tratar de demostrar que copiar lo que dijeron otros es la mayor estupide que se puede hacer, pues al final, ni chicha ni limoná porque ni quien lo trajo lo asimila. Pero parece que me equivoqué, el "respetable" (los demás no lo sé), prefiere lo antiguo, como decían los romanos: ad antiqum! cada vez que el Pretor daba una ley nueva.

El "respetable" (no sabemos los demás), habla en nombre de todos y dice lo que él quiere que quieran todos: el pasado. Alguien dijo una vez que el pasado es un trampolín, no un sofá, y que cuando alguien se arrellana en el sofá del pasado es porque ya el presente no le importa y la muerte está cercana. No sé en este caso si será la muerte física, pero la intelectual ya ha sido cortado con su guadaña el hilo de vida que quedaba.

Hablemos, pues, del pasado. Al respeto de la opinión ajena que le den morcillas perreras, nuestra capacidad de diálogo y de comunicación la dejaremos para los libros y las sentencias judiciales, que es cosa de gente rara y nosotros no queremos opiniones, queremos cuentos, leyendas y tradiciones y queremos correr tras el viento que pasó hace cincuenta o cien años.

¡Vivan las caenas! Que inventen los demás.

James.

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