Barcial de la Loma - Valladolid

Tal cual.

Pedro J. Ramírez vuelve a cargar contra Rajoy y contra los mariachis del PP que hacen las veces de ministros por sus constantes mentiras en materia económica respecto a lo que fue su programa electoral. El director de El Mundo, que le reprocha, con datos, sus subidas de IRPF, del IVA y otros impuestos, se sitúa en la línea de los escraches, tan criticados por el Partido Popular, y llama a la "rebelión activa", a "asaetar a ministros y diputados del PP".

Los profetas, los descreídos, los desengañados, la oposición y los defensores a ultranza del PP pueden leer la carta dominical de Pedro J. Ramírez que publica hoy el diario rojo hasta la médula EL MUNDO.

Donde no lo verán será en 13TV, el paladín de la libertad de información.

Saludos.

La carta de Pedro J. llamando a la "rebelión activa" contra el gobierno del PP se puede leer aquí:

https://lmundo.orbyt.es/2013/05/04/orbyt_en_elmundo/1367699195.html

Si no estás suscrito a EL MUNDO también la puedes leer aquí, donde la copian al pie de la letra:


https://-pesimo.blogspot.com.es/2013/05/carta-del-director-pedro-j-ramirez-al.html

Al camello ya le ha crecido la trompa.

Al camello ya le ha crecido la trompa


Izquierda Unida lidera la ruptura de la legalidad y el «estallido social» como método para el asalto al poder. Decimos una y otra vez que Rajoy no está cumpliendo el programa electoral en materia tributaria. ¿Cuánto hay de verdad en ello? Aclarémoslo en un par de clics. Se entra primero en la página web, se va al apartado Documentos y se selecciona el titulado Propuestas Electorales, Elecciones 2011. Saltemos la presentación del líder y pasemos directamente a lo mollar. El capítulo primero se titula Propuestas económicas para salir de la crisis y su apartado segundo está dedicado a la fiscalidad. Es ahí en la página 8 donde se anuncia «una reforma fiscal justa que permita situar el empleo por encima de todo». Y en la página 9 donde se propone «establecer dos nuevos tramos en el IRPF». Veamos qué era lo prometido y qué es lo que se ha hecho.

En primer lugar, el programa proponía «para las declaraciones comprendidas entre 60.000 y 120.000 de base liquidable una elevación del tipo del 43% al 45%». A la hora de la verdad el 45 se ha convertido en un 47 y se ha bajado a 53.407el umbral para entrar en este saco. ¿Son tan graves estas desviaciones, no estarán exagerando ustedes, los periodistas y políticos liberales, en su crítica al Gobierno?

En segundo lugar se anunciaba «un último tramo en el IRPF para cuotas líquidas superiores a 120.000anuales con un tipo del 50%». Bueno, pues entonces tampoco es para tanto, están montando ustedes una tormenta en un vaso de agua: si el programa decía que el tipo máximo estaría en el 50% y por mor de la crisis ha habido que ponerlo en el 52%, eso más que un incumplimiento es un ajuste técnico. Calma, que seguimos adelante.

En tercer lugar el programa cuantificaba con gran precisión el número de contribuyentes que iban a verse afectados por las subidas de estos «dos nuevos tramos»: 732.400. ¿Y en la práctica cuántos han sido los empitonados? Pues 997.424. O sea 265.024 más. Mire, la verdad, si consideramos el conjunto de los contribuyentes, tampoco son tantos.

Pero es que, en cuarto lugar, el programa no decía nada en esa página 9 de las rentas de menos de 60.000 lo cual sólo podía ser entendido como un compromiso implícito de cuando menos no aumentar su tributación. ¿Y qué ha sucedido con ellas? Pues al margen del sartenazo ya comentado que supone tributar al 47% en el momento en que llegas a los 53.407, no hay tramo al que no se le haya metido un mayor o menor rejón. Y aquí ya estamos hablando de otros números, pues hay 1.932.253 contribuyentes a los que se les ha subido del 37% al 40%, hasta 5.355.489 que han pasado del 28% al 30% y nada menos que 10.191.214 que antes tributaban al 24% y ahora lo hacen al 24,75%. Claro, claro, esto ya son palabras mayores.

Es decir que mientras en el programa electoral sólo los 732.400 que más declaran –que no son los españoles más ricos, sino los pillados con una nómina más alta– iban a verse afectados por una leve subida fiscal, ahora resulta que es a los 18.476.390 contribuyentes que existen en España, pensionistas incluidos, a los que se les ha metido la mano en la cartera en contra de lo prometido.

Con estas nuevas y abrumadoras cifras, parece evidente que esa desviación respecto a lo establecido en la mencionada página 9 del programa, que al final ha supuesto arrebatar, incautar, confiscar, o como quiera que técnicamente se llame al latrocinio, doce puntos de su renta disponible – o sea casi una sexta parte de lo que les quedaba tras tributar al 45% – a 28.687 españoles, ha sido una demagógica cortina de humo para poner la venda del resentimiento social sobre la herida de la mayor y más generalizada sangría fiscal de la historia de la democracia.

Todavía recuerdo la risita de conejo de Montoro y su explicación cuando en enero del año pasado le reproché en la Cope la puñalada trapera que supuso esa brutal subida del tipo marginal del IRPF: «Me río porque hemos desconcertado a la izquierda, porque hemos hecho un ajuste equitativo, sí señor».
¡Un ajuste equitativo! Así es como el ministro de Hacienda del PP denomina la crucifixión de 28.687 contribuyentes para tener entretenidos, mientras se les flagela con el látigo de clavos, a los 18.450.000 restantes. ¡Un ajuste equitativo! Que no me tiente el señor Montoro, que estoy a punto de adjudicarle el remoquete con que El Zurriago distinguía a su ilustre antecesor en la cartera don José Canga Argüelles…

Sí, ya sé que los programas electorales son a menudo como los contratos de los futbolistas cuando te salen rana. Y no podemos caernos del guindo como si fuéramos nuevos. Esto ya nos ha pasado unas cuantas veces, aunque es verdad que hay decepciones, requetedecepciones y el non plus ultra. La semana pasada les hablaba del caso de Kaká y después del derbi contra el Atlético y el coitus interruptus ante el Borussia ahí sigue el tío, sin bajar de los cuatro millones de euros por gol en competición oficial.

Las cuentas finales de Rajoy no las sabremos hasta que no termine su cuarta temporada pero, si hemos de guiarnos por sus propios cálculos, la diferencia entre lo publicitado en esa página 9 del programa electoral en relación al IRPF y lo que nos está quitando hay que cifrarla ya en 12.000 millones. Y dale con el programa electoral. ¿Pero es que no puede usted tomar otras referencias menos deletéreas?

De acuerdo, vale, vale… tomemos otras referencias menos deletéreas. Según datos distribuidos por Eurostat esta misma semana, el tipo máximo del IRPF está ahora mismo en Alemania en el 47,5%, en Francia e Inglaterra en el 45% y en Italia en el 43%. Es decir entre ocho y trece puntos más bajo que en España, si tenemos en cuenta los recargos con que las autonomías tienen a bien permitirnos agasajarlas.

Mientras en esas cuatro grandes economías europeas que nos superan en PIB y renta per cápita la tendencia reciente ha sido bajar ese marginal, Rajoy ha hecho lo contrario. Y no de forma prudente y moderada como podría esperarse de un hombre de orden: recuérdese el informe de KPMG según el cual sólo la Zimbabue de Mugabe había subido más el IRPF que España. Todo esto significa que en vez de apostar por la convergencia a través de la competitividad fiscal, se favorece bruscamente la divergencia y así nos va en términos de crecimiento y empleo, tras convertir en papel mojado esa página 9 del programa.

Oiga, ya está bien con lo del programa, programa, programa. Parece usted don Julio Anguita… ¡Pues sí… y es que si no lo suelto ya, reviento! Agárrense a la silla porque ese compendio de amenazas tributarias, ampliamente desbordado en todos los tramos del IRPF por el sadismo recaudatorio del Gobierno, del que llevo hablándoles desde el comienzo del artículo no está en la página 9 del programa del PP sino en la página 9 del programa de Izquierda Unida. Cualquier escéptico, estupefacto o patidifuso puede comprobarlo por sí mismo.

Perdónenme por tomarles el pelo de esta manera tan vil pero me ha parecido la única manera de estar a la altura de lo que están haciendo con nosotros los actuales gobernantes. Ver para creer: si sumamos los recargos autonómicos, aprobados en la mayor parte de los casos por ejecutivos de su mismo signo, los tipos del IRPF aplicados por un partido como el PP que dice creer en la libertad personal, el individuo, el mérito y el estímulo al esfuerzo están en todos los tramos entre dos y seis puntos por encima de los que reclamaba una coalición como IU que preconiza la solidaridad, la redistribución de la riqueza y la progresividad fiscal hasta extremos muchas veces tildados de demagógicos y colectivistas.

Increíble pero cierto: así es como gobierna Rajoy. Después de haber prometido durante la campaña que bajaría los impuestos y haber anunciado solemnemente en la sesión de investidura que no los subiría, en cuanto se topó con la primera dificultad se apresuró a desbordar no ya su programa o el del PSOE, sino el de Izquierda Unida. Por algo ha escrito Miguel Sebastián en su magnífico artículo del 23 de abril que «el señor Montoro y el señor Cayo Lara parece que comparten el gusto por unos tipos impositivos del 50% para las rentas del trabajo». Manda narices, por cierto, que el primer político en pedir «bajar los impuestos cuando las cosas van mal», adelantándose a la propia Esperanza Aguirre, haya tenido que ser un socialista.

Resumiendo la posición oficial, Feijóo insistió el jueves en que el «único» motivo de ese tantarantán fiscal fueron los 90.000 millones de déficit «oculto» que les dejó el PSOE. A ello cabe replicar que, a mucho tirar, lo «oculto» no llegaría a la tercera parte y en gran medida fue consecuencia de incumplimientos de autonomías gobernadas por el PP lo que excluye el factor sorpresa. En todo caso, resolver un desequilibrio así subiendo el IRPF era, como acaba de decir Draghi, tomar «el camino fácil». Pronto quedó claro que estaba relacionado con el calendario político y en concreto con las elecciones andaluzas en cuya campaña Javier Arenas proclamó que sólo Rajoy se atrevía a subirles los impuestos «a los ricos».

Por eso evoqué entonces la estrategia de la reina Semíramis que, al tratar de conquistar la India, disfrazó a sus camellos de elefantes, creyendo que vencería si sus ejércitos se asemejaban a aquellos a los que trataba de desalojar. Ocurrió exactamente lo contrario: los babilonios perdieron su agilidad sin ganar el empaque pretendido y fueron fácilmente derrotados. Es lo mismo que le ocurrió a Arenas que dilapidó una oportunidad irrepetible de gobernar en Andalucía al inducir a sus votantes a quedarse en casa sin lograr, naturalmente, abducir a los de la izquierda.

Sin embargo a Rajoy le resultó tan cómodo obtener gran parte de la reducción del déficit de 2012 a través de una mayor recaudación fiscal –subiendo también el IVA, las plusvalías, los especiales... todo– que ahora resulta que le ha cogido el gusto. Hasta el punto de haber interiorizado como normal lo que tildó de extraordinario. Por eso dijo un miércoles que «no habrá impuestos el viernes» y cuarenta y ocho horas después el Gobierno anunció que la subida del IRPF prevista para dos años se extendía a un tercero, dejándonos a todos la sensación de que encima nos tomará por tontos, desmontándola en el 2015 electoral. O sea, que al camello le ha crecido ya la trompa –la función crea el órgano– con la que succiona el fruto de nuestro trabajo, pero está dispuesto a enrollarla el día que se abran las urnas para que no tengamos que tropezarnos con ella en el momento de votar.
¿Qué hacer de aquí a entonces? Propongo una rebelión activa, asaeteando a ministros y diputados del PP con una lluvia de cartas, llamadas, mensajes de móviles y tuits con el código #bajadadeimpuestosYA.
También cabe la rebelión pasiva: a ver, escriba cien veces . Y queda por último la vía de la resignación. A quienes opten por ella les recomiendo como cura La Servidumbre Voluntaria de Etienne de la Boétie. pedroj.ramirez@elmundo.es

Propongo una rebelión activa, asaeteando a ministros y diputados del PP con mensajes y tuits con el código

#bajadadeimpuestosYA
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