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Barcial de la Loma - Valladolid

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España > Valladolid > Barcial de la Loma
26-10-12 11:28 #10705195
Por:Eco51

La desaparición del socialismo
Herodoto, en sus “Historias” cuenta que los persas educaban a sus hijos en dos máximas: primera, nunca mentir; segunda, nunca incurrir en deudas, porque el que lo hace, acaba mintiendo.
El razonamiento económico y sociológico que subyace a la progresiva desaparición del socialismo en Occidente es profundo pero inexorable y está muy ligado a las máximas arriba expuestas de Herodoto. Los postulados socialistas se basan desde mi óptica en el triple concepto de un incremento del peso del sector público como porcentaje del PIB, una elevada intervención del poder público en la regulación sobre cómo los individuos deben interactuar, bajo la falsa premisa de que el gobernante es más inteligente que el gobernado, y la financiación de dicha acción política con endeudamiento público. Que conste que con esta opinión personalísima no me refiero sólo a la política del Partido Socialista Obrero Español y sus congéneres occidentales. Gestiones como la desempeñada por Camps en Valencia, por Ruiz-Gallardón en Madrid o por el PP con muchas de “sus” cajas de ahorro se acercan mucho a dichos postulados.
El loable objetivo del socialismo, una reducción de las desigualdades (si esta reducción se consigue “hacia arriba”, no “hacia abajo”, como en Cuba), está detrás de dicho pensamiento. El milagro económico europeo, en los años 50 y 60, basado en enormes incrementos de productividad por hora trabajada, permitió financiar el estado social que habría de actuar como supuesto motor de reducción de las desigualdades. A medida que las productividades se fueron reduciendo, consecuencia lógica de la utilidad marginal decreciente y del aumento intervencionismo, fue preciso acudir a los mercados de deuda, cada vez en mayor cantidad, para sostener el gasto social. Así se rompió el segundo precepto de Herodoto, y de él se derivó el primero.
De esta forma, se cumple una lógica política cargada de una absoluta inmoralidad: con el argumento de proteger “al débil”, se captan votos mediante emisiones de deuda, dejando el pago de ésta a los que en realidad son los más débiles y desfavorecidos: los niños que no tienen capacidad de voto, que son los que afrontarán el pago futuro de dicha deuda. De esta forma, se confabula deuda y mentira. Una vez la deuda alcanza niveles cercanos al distress (superiores al 80% de PIB) y que el crecimiento económico estructural se sigue reduciendo a medida que el peso de la deuda y del Estado ahogan la iniciativa privada, la deuda y la demagogia dejan de funcionar. Se alcanza así el final de dicha acción política.
Estamos asistiendo estos días a su funeral.
Si alguno opina que el fin justificase los medios (yo no, y a propósito, el que encuentre dicha máxima en “El Príncipe” de Maquiavelo que me escriba) se podría argumentar en defensa del socialismo que, si consigue su objetivo mediante tan discutibles fines, pues entonces tendría una justificación. Sin embargo, los datos apoyan lo contrario: desde 2004 la desigualdad ha aumentado en España más que en ningún otro país europeo, como se puede ver analizando coeficientes de desigualdad (GINI, datos de Eurostat).
Hace tiempo escribí cómo la lógica marxista, de que un cambio en la infraestructura acabaría produciendo un cambio en la superestructura, podría conllevar la paradoja de que el enriquecimiento de la clase media china desembocaría, por lo tanto, en el final del Partido Comunista Chino. La hipocresía acaba inexorablemente consumiendo y fagocitando a sus actores. A pesar de su “comunismo”, China es hoy el país con una de las mayores desigualdades del mundo: el 10% más rico de la población controla el 85% de la riqueza.El comunismo fue desenmascarado y vencido ideológicamente precisamente por ex comunistas, como Koestler (“El cero y el infinito”), o por ex integrantes del ejército rojo, como Grossman (“Vida y Destino”), o Solzhenitsyn (“Archipiélago Gulag”). Hoy son los mercados de bonos los que desarman ideológica y financieramente al binomio deuda-demagogia.
Quizás también en otra paradoja pueda residir la salvación del socialismo: en el propio capitalismo. Las únicas fórmulas para lograr los fines socialistas han de ser capitalistas: fomentar el emprendimiento como fuente última de la riqueza de una nación, generar productividad mediante un sistema educativo serio, reducir la intervención del poder público, para así generar productividad e ingresos que puedan costear un sistema social abarcable, limpiar la banca de activos tóxicos para asegurar que puede volver a prestar a Pymes exitosas, promover el microcrédito para erradicar la pobreza creando mini negocios y facilitar el acceso de las Pymes al mercado de capitales para de esta forma generar empleo (algo que han hecho muy bien los alemanes). Las llamadas “finanzas de impacto social” pueden ser el mejor aliado de esta revolución capitalista al servicio del noble ideal socialista. Por ejemplo, la banca ética, desarrollada en el norte de Europa (que tiene su origen precisamente en las cajas de ahorro, que en su concepción tenían una base ética y de desarrollo social impagable). Dicha banca ética presenta una doble vertiente, bancos eco-sociales (donde se publica el destino de cada crédito y su impacto social previsible), como GSL, o la banca sin interés con impacto social (como JAK en Suecia y en Dinamarca). También los microcréditos para financiar mini-negocios, sobre todo entre mujeres, (Grameen), que están detrás de la erradicación de la pobreza en amplias zonas del mundo como hemos escrito en el pasado.
El socialismo, tal y como se ha entendido hasta hoy, está muriendo. Está muriendo porque ha incumplido sistemáticamente los dos preceptos que Herodoto subrayaba en una buena educación persa. El único remedio es su rearme ideológico basándose en el capitalismo y las finanzas de impacto social. Sólo una nueva generación de micro emprendedores puede contribuir a crear la riqueza necesaria para sostener el estado social y para reducir las desigualdades “hacia arriba”.
Por lo tanto, el mejor consejo que se puede dar a un amigo socialista de cualquier partido político es una lectura renovada de “La riqueza de las naciones” de Adam Smith.
Ignacio de la torre. Elconfidencial.com
Puntos:
26-10-12 21:28 #10707247 -> 10705195
Por:GRS1944

RE: La desaparición del socialismo
Bien, tenemos que el socialismo tiende a desaparecer debido a la practica del binomio “demagogia-mentira” (que coincidencia los demagogos son quienes son, y no los que alguien pretende que sean), pero puede encontrar una solución por el camino del capitalismo (una autentica paradoja).
Tenemos las finanzas de impacto social en marcha, ya tenemos concedidos los micro créditos, se ha limpiado la banca de activos tóxicos y esta puede prestar a las pymes, que a su vez se hacen productivas, la clase media va poco ascendiendo económicamente y en esa situación comienza a reducirse la desigualdad de abajo para arriba.
Y después ¿Qué?..., a mi, me parece bien que esas desigualdades se corrijan y que continúen disminuyendo paulatinamente, pero entonces cual sería el papel del socialismo, por que en ese estado de cosas, prácticamente en gran parte se va a solapar con el capitalismo, no con ese capitalismo absorbente, manipulador que pretende tragarse todo cuanto sale a su paso, pero si con parte de la ideología capitalista moderada.
¿Podemos encontrarnos entonces con un socialismo capitalista?, ¿o con un capitalismo socialista?..., de hecho algo de eso esta ya ocurriendo, pero me pregunto ¿Quién de los dos desaparecerá realmente?, por que alguno de ellos tendrá que quedar como freno y contención del capitalismo excluyente que todo lo maneja, y mucho corrompe, por que este, seguro, seguro, que no desaparece, poderoso caballero es don dinero.
Puntos:
26-10-12 22:18 #10707453 -> 10707247
Por:

Borrado por Foro-ciudad.com
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27-10-12 10:37 #10708300 -> 10707453
Por:Eco51

RE: La desaparición del socialismo
Después de la caída

Los dirigentes del PSOE deben ser lúcidos y enfrentarse al clientelismo o a su deriva nacionalista

Ya se cumplió el vaticinio y el PSOE se vino abajo en Galicia y en el País Vasco. Ciertamente es un desastre regional que parece pequeño tras el fracaso de las generales, pero solo es el anticipo de las catalanas. En poco más de un año el centro-izquierda español puede haber sido liquidado por completo. Quizá ya haya pasado el tiempo de las admoniciones y estemos en el de echar una mano. Este país es peligroso, pero lo sería mucho más sin el PSOE.

En primer lugar, los dirigentes del partido han de ser lúcidos sobre sus errores. Han de averiguar (o decidir) si la desafección se produce, sobre todo, por su incomprensible deriva nacionalista. La habitual alianza con toda clase de partidos patrióticos ha acabado por desconcertar al elector. Si alguien vota socialista, ¿qué está eligiendo? ¿A los que legalizaron Bildu? ¿A los casi independentistas catalanes, como el conjunto Maragall? ¿O a los sindicalistas andaluces? Este primer punto debe esclarecerse de inmediato, teniendo presente que el socorrido “federalismo” no se lo cree nadie. Es más, no se lo creen ni quienes se dicen federalistas porque no han sido capaces de aclarar a qué federalismo se refieren, en qué consiste y por qué iba a servir para algo.

Sobre este punto, el antiguo votante socialista cree recordar que el partido fue, algún día, un partido español y constitucional. Y que tenía perfectamente claro que el nacionalismo solo puede ser una ideología reaccionaria: es sentimental e irracional, pone al territorio por encima de los ciudadanos, se basa en la pedagogía del odio, oculta tras la bandera la despiadada explotación de la oligarquía así como las corrupciones de los oligarcas, es totalitaria, es excluyente, practica la mentira sistemática y roza los comportamientos fascistoides.

Frente a estas obviedades, los socialistas se han visto atemorizados por un pretendido “nacionalismo español” que no merece la pena ni comentar. Ese supuesto nacionalismo es el que permite que partidos secesionistas controlen las regiones periféricas, sumerjan en la lengua nacional a la población y multen a quienes escriben en castellano. Un nacionalismo un tanto particular, el español. Por desgracia, es justamente la acomplejada dejación de los socialistas lo que puede propiciar que el nacionalismo español, el de verdad, el que se parece al de Otegui y al de Mas, el de Blas Piñar, se levante de su tumba.

Una vez solventada esta cuestión, deberán emprender una segunda investigación. Una gran mayoría de la población cree que son los partidos socialistas los que arruinan las cuentas del Estado por su desaforado clientelismo. Sin llegar a la siniestra etapa de Zapatero, los lugares en donde aún mandan los socialistas, como Andalucía, son semilleros de funcionarios, de empresas paraestatales o semiestatales, de subvenciones opacas, de ayudas nepóticas, de consejeros, ayudantes, comisionados y una infinidad de empleos subalternos que no tienen la menor utilidad, pero gracias a los cuales viven miles de afiliados al partido y sus familiares. Si a eso se añade el general cabreo por los escandalosos privilegios de la clase política, la animadversión hacia los socialistas, principales protectores de los privilegios, se hace colosal. Quien arguya que eso también lo practica el PP está hundiendo la dignidad de la izquierda.

La tercera discusión tiene que ver con el momento de extrema miseria económica del país. Una considerable cantidad de votantes cree inadmisible que los socialistas animen constantemente a los sindicatos, a las asociaciones y a cualquier grupo o grupúsculo de indignados o aficionados, a tomar la calle y paralizar la vida ciudadana. Más bien al contrario, solo un pacto de Estado del PSOE con el PP podría hacer menos dolorosa la sangría. En todas las encuestas, incluso en aquellas que el propio partido socialista encarga, se sitúa en uno de los primeros lugares la exigencia de un gran pacto de Estado entre los dos partidos. No hay la menor indicación de que ese pacto haya sido imposible debido al rechazo del PP, como suelen aducir en el PSOE. El constante acoso a los ciudadanos (esta semana hay en Madrid convocadas 80 manifestaciones, ¡80!, además de la huelga de transportes) se percibe siempre, justa o injustamente, como una cacería propiciada por el partido socialista, como si este buscara la identificación con Grecia en las fotografías de la prensa anglosajona.

Por último (y es casi imposible que algo así suceda), debe cambiar la cúpula dirigente. Buena parte de ella viene de la nefasta etapa de Zapatero y no tiene ya la menor credibilidad. Su actual dirigente, Rubalcaba, es un hombre eficaz en tareas subterráneas, ocultas, comisariales, pero carece del menor atractivo político y no se le conoce una sola idea. Esta increíble acefalia cubre el conjunto socialista hasta extremos desatinados. Un alto responsable del partido en Cataluña me decía que su actual dirigente, Pere Navarro, ha logrado convertir a Montilla en un Churchill. Por no hablar de la señora Chacón, esfinge sin secreto. Por mera prudencia, el PSOE debería ir preparando un desembarco en Cataluña con sus propias siglas.

El párrafo anterior puede parecer cruel, pero hay que tener en cuenta que estamos hablando de una cadena de fracasos, de una pérdida enorme de poder, de una catástrofe general y de un posible cataclismo que deje a este país sin alternativa de centro-izquierda. Todo ello propiciado por quienes en la actualidad ocupan los sillones principales del partido como si no hubiera pasado nada. En cualquier país europeo, tras cada una de las derrotas, unos cuantos responsables habrían regresado a sus hogares a gozar de las prebendas que se han concedido a sí mismos los profesionales de la política española. Teniendo en cuenta la que se avecina en las provincias vascas y en Cataluña, más vale que en el PSOE haya gente con un poco de seso para enfrentarse a la fiera tradicionalista.

La ausencia de ideas es paralela con un discurso basado obsesivamente en la crítica del partido gobernante. Está muy bien criticar al Gobierno y esa es la tarea de la oposición, siempre que se tenga alguna alternativa. Acusar a Rajoy de todos los recortes, olvidando que los comenzó Zapatero y por mandato de Bruselas, es deshonesto. Si hay alternativa a la política económica ordenada por Merkel, debe ser expuesta públicamente con claridad. Si no se hace, entonces toda la crítica de la oposición parece una pataleta de colegiales.

Comprendo que es extremadamente difícil inventar un discurso alternativo al de la guerra fría, que sigue siendo el relato dominante en un partido anquilosado y con escasas fuentes de información. Tan es así que muchos antiguos votantes desearían el regreso de Felipe González. Si la ideología no ha cambiado, ¿por qué no volver al origen? Por fortuna, González no está loco y jamás reaparecería en la corrala de la política española.

De manera que son las nuevas generaciones socialistas las que deben imponer su criterio. Si este es el de una radicalización que les aproxime a los comunistas, bienvenida sea. Y si por un milagro se plantean una política menos ideológica y más pragmática, menos reaccionaria y más técnica, una política que tenga menos que ver con la imagen y más con la realidad, a lo mejor es posible volver a votarles algún día.

El pais. 24.102012 -Félix de Azúa es escritor.
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