Picanya - Valencia

Estos son otros tiempos. Los gobernantes que olvidan para qué han sido elegidos, las gentes de sus pueblos se lo harán pagar en las urnas. Esto es lo que ocurre en democracia.

Qué les lleva a las personas a sentirse diferentes a partir de que son elegidos para que gobiernen las Instituciones. Podría ser la falta de talante democrático para saber que un cargo público se debe a todos los ciudadanos por igual y no sólo a los de un determinado pensamiento político.

Estas actitudes dejan mucho que desear en un sistema democrático, que por suerte los españoles conseguimos a partir de que en España acabó la dictadura.

Un cargo sabe que tiene que gobernar para todos los ciudadanos de los pueblos donde ha sido elegido de forma democrática. Cuando un gobernante no tiene en cuenta esto es porque ha perdido el talante democrático para representar a los ciudadanos en las Instituciones por igual. Y hace diferencias entre aquellos vecinos que no comparten su mismo concepto de sociedad. Pero cuando se tiene el mandato de las gentes los recursos que los ciudadanos le entregamos es para que los reinviertan en el interés general y no en razón de intereses ideológicos, como está ocurriendo en muchos casos.

Que ironía. A veces los gobernantes olvidan que los habitantes conocemos su trayectoria personal en los pueblos donde se presentan para que los vecinos les votemos y se conocen sus carencias. Que a veces no tenemos en cuenta aun sabiendo de dónde se viene a nivel ideológico, ya que todas las ideas son legítimas cuando se defienden de forma democrática.

Las personas que se dedican a la política y son elegidas para gobernar no pueden actuar de espaldas a las gentes, porque tendrán poco futuro en un sistema democrático.

Cuando se representa a los ciudadanos en las Instituciones se tiene que tener presente que se merecen la consideración y el respeto porque con sus votos son los que les han llevado a los cargos. Y esto es lo que los gobernantes tienen que tener en cuenta hacia las gentes que ellos representan.

Y lo que estamos comprobando es que para algunos cargos la consideración y el respeto que los vecinos tienen hacia ellos tiene menos valor que el coste de un abanico.

Es triste comprobar algunas actitudes personales, pero en las ideologías todo puede ocurrir.

Un saludo


Tojuga