Llaurí - Valencia

Con un poco de tiempo pasado se puede reflexionar sobre este tema.
Antes de ser lo que es hoy, el recinto no se utilizaba apenas para nada, era punto de reunión discreto y secreto de la chavalería. Allí fumaban, bailaban, cantaban, compartían su aburrimiento...en fin. Se colaban desmontando parcialmente una valla para poder acceder. Estaba cerrado para ellos.
Ahora también lo hacen, se cuelan por la misma valla, lo que indica que el deporte no les interesa, lo que les interesa del recinto es la intimidad que les ofrece cuando los adultos no están.
Éste era uno de los argumentos de peso que se esgrimían para defender la necesidad de que el ayuntamiento ofreciera un servicio que la población no demandaba. La prueba de esto es que los abonos anuales para jugar al tenis, balonpie, baloncesto y demás es mínima.
Es mas, con el dinero recaudado por este concepto, no llega ni para que la empresa que lo iba a gestionar lo encontrara rentable, de modo y manera que la gestión está desierta. Organizando torneos de aficionados se intenta obtener algún dinero sin resultados, ya que las aportaciones de las inscripciones se las llevan los premios. Lo único que se consigue es que haya actividad para que se note menos el fiasco. Con la venta de bebidas tampoco se mejoró el asunto económico. Todo esto había que haberlo pensado antes.
Se me viene a la mente el hecho por todos conocido del papa que le compra el juguete al niño como excusa para jugar él. Mientras los adultos ocupan las pistas, algunos niños juegan a lo que pueden en las zonas no ocupadas, las que no interesan a nadie. El extrarradio.
No hay nadie para ocuparse de ellos. Ni siquiera les encienden los focos para que jueguen a gusto.
¿Es imprescindible que el ayuntamiento ofrezca este servicio público?, ¿Está obligado a ello?, ¿Qué debe hacerse con un servicio que no es de primera necesidad deficitario?

Exito Valenciano