Yuncos - Toledo

Había una vez un pueblo en el que cuando entrabas sus calles parecían transportarte a otra época, todo era de color rojizo. Había tierra y contenedores de metal por todas las calles, todo estaba levantado y lleno de polvo un polvo que hacía irrespirable el aire. Según bajabas dirección Toledo cuando llegabas a la parada del autobús se divisaba un majestuoso parque, pero solo era un espejismo de lo que en su día fué pues al acercarte todo se volvía color marrón, los vivos colores de árboles y demás plantas también se habían apagado y en el estanque que lo engrandecía ya no había ningún tipo de anade, sus aguas tenían un color verdoso y la atmósfera en este lugar era irrespirble. La gente pasaba de largo, ya nadie corría por las calles del parque, los árboles mustios y debilitados por su tristeza parecían despedirse de los transeúntes, agotados de luchar contra la mano que les dió la vida y después poco a poco se la arrebató de golpe y sin pensar en sus consecuencias. Los niños ya no tenían donde jugar, pasaban los días encerrados en casa preguntándoles a sus padres "papá, ¿cuando tú eras niño podías salir a jugar sin miedo al hombre de las golosinas envenenadas?", a lo que sus padres contestaban "hijo mío, cuando yo era joven se nos dió la oportunidad de cambiar todo esto pero decidimos seguir viviendo con la mentira".
Y así pasaban las semanas....los niños daban clase en sus propias casas, pues no quedaba ya terreno para colegios y la asistencia médica solo venía en casos muy urgentes puesto que el centro médico había sido rehabilitado como sala de fiestas.
Un buen día los vecinos de este pequeño pueblo se despertaron con un ruido extraño pero a la vez agradable y alegre...en las calles se respiraba un olor especial...los más tempraneros corrieron a sus ventanas a intentar averiguar lo que pasaba. Miles de gentes extrañas pero con apariencia amable habían inundado sus calles, llevaban extraños instrumentos que tocaban con las manos, los pañuelos de colores y pelotas malabares inundaban el aire...Todo era como un extraordinario pasacalles. Los vecinos empezaron a salir de sus casas y poco a poco se empezaron a unir a estas extrañas y divertidas personas. Recorrieron todo el pueblo hablando, cantando, bailando, sin miedos y llegaron al parque al ir a entrar en este de repente se dieron cuenta de que aquellas personas que parecían no reconocer eran vecinos del pueblo a los que no veían desde hacía mucho, mucho tiempo. Les explicaron que a causa de los acontecimientos tuvieron que permanecer en la resistencia, trabajando para reconstruir su hermoso pueblo... y todos juntos comenzaron a devolverle a este el color y armonía perdidos.


MORALEJA: ESTE CUENTO PUEDE SER UNA HERMOSA REALIDAD.

Enhorabuena por el cuento y sinceramente espero de todo corazón que se haga realidad y todos los vecinos unidos podamos conseguir para este desafortunado destino que lleva a nuestro pueblo a lo mas profundo de un pozo sin fondo se cambie radicalmente.