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España > Toledo > Yuncos
30-01-09 19:38 #1706567
Por:Candela00

EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR.
La verdadera tolerancia no es aquella que acepta "de boquilla"otros pensamientos. La verdadera tolerancia es aquella que es partidaria de la existencia de mùltiples pensamientos, donde cada uno con libertad, y siempre respeto, pueda sostener diferentes opiniones. Pero la falsa tolerancia, èsa que usamos tanto es este foro(me pongo la primera, ¿eh?), y en otros muchos como en la vida misma, no permite en ocasiones expresar con libertad ideas sin que se pudiese caer en la sospecha de ser un "apestado": intolerante, antidemocrata, fundamentalista religioso( "meapilas", les gusta a algunos), homòfobo, racista, machista...., y no sè cuantas cosas màs. Y digo yo..:¿Què nombre le pondriais a aquellos que tratan de establecer e inculcar un pensamiento base para empezar a opinar, y convertirlo en correcto y bueno, desprestigiando a otros?. En mi pueblo, a eso no se le llama desde luego ser tolerantes. La verdadera tolerancia tendrà que fomentar un pensamiento plural,donde cada cual SIEMPRE con respeto a las normas,( eso sì que es importante y fundamental) pueda sostener diferentes posiciones, sin ser tachado de intolerante.Hemos de respetar distintas ideas, aunque a veces nos remuevan las entrañas , y tengamos ganas hasta de exterminarlas; el mundo es asì. Pero.., para el "pensamiento correcto", que lo invade todo cada vez màs, existen dos formas de ver las cosa: una la tolerante, la avanzada, la verdadera, la luminosa, la que busca una felicidad falsa(!èsa es otra!). Por contra esta su opuesta: la retrògrada, la cavernìcola,la aburrida, la represora,la oscura, la infeliz, y "de pensamiento incorrecto". Lo triste, es que la mayorìa sigue siempre a los "gurùs" de turno que marcan la tendencia, a veces dirìa yo de hasta con el miedo de opinar y decir algo que fuera incorrecto, y se apartara de las bases y reglas intocables...Me viene que ni al pelo(esta vez no serà un refràn), el cuento del traje nuevo del emperador de Andersen,(que corto y pego para que leais). Espero que algunos como el niño pierdan el miedo , se atrevan a alzar la voz, y contradigan "la verdad", sin que sean intolerantes, !Dios nos libre!........Saludos a todos, y no os enfadèis....

EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR.
Hace muchos años había un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos, que gastaba todas sus rentas en vestir con la máxima elegancia.
No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera para lucir sus trajes nuevos. Tenía un vestido distinto para cada hora del día, y de la misma manera que se dice de un rey: “Está en el Consejo”, de nuestro hombre se decía: “El Emperador está en el vestuario”.
La ciudad en que vivía el Emperador era muy alegre y bulliciosa. Todos los días llegaban a ella muchísimos extranjeros, y una vez se presentaron dos truhanes que se hacían pasar por tejedores, asegurando que sabían tejer las más maravillosas telas. No solamente los colores y los dibujos eran hermosísimos, sino que las prendas con ellas confeccionadas poseían la milagrosa virtud de ser invisibles a toda persona que no fuera apta para su cargo o que fuera irremediablemente estúpida.
-¡Deben ser vestidos magníficos! -pensó el Emperador-. Si los tuviese, podría averiguar qué funcionarios del reino son ineptos para el cargo que ocupan. Podría distinguir entre los inteligentes y los tontos. Nada, que se pongan enseguida a tejer la tela-. Y mandó abonar a los dos pícaros un buen adelanto en metálico, para que pusieran manos a la obra cuanto antes.
Ellos montaron un telar y simularon que trabajaban; pero no tenían nada en la máquina. A pesar de ello, se hicieron suministrar las sedas más finas y el oro de mejor calidad, que se embolsaron bonitamente, mientras seguían haciendo como que trabajaban en los telares vacíos hasta muy entrada la noche.
«Me gustaría saber si avanzan con la tela»-, pensó el Emperador. Pero había una cuestión que lo tenía un tanto cohibido, a saber, que un hombre que fuera estúpido o inepto para su cargo no podría ver lo que estaban tejiendo. No es que temiera por sí mismo; sobre este punto estaba tranquilo; pero, por si acaso, prefería enviar primero a otro, para cerciorarse de cómo andaban las cosas. Todos los habitantes de la ciudad estaban informados de la particular virtud de aquella tela, y todos estaban impacientes por ver hasta qué punto su vecino era estúpido o incapaz.
«Enviaré a mi viejo ministro a que visite a los tejedores -pensó el Emperador-. Es un hombre honrado y el más indicado para juzgar de las cualidades de la tela, pues tiene talento, y no hay quien desempeñe el cargo como él».
El viejo y digno ministro se presentó, pues, en la sala ocupada por los dos embaucadores, los cuales seguían trabajando en los telares vacíos. «¡Dios nos ampare! -pensó el ministro para sus adentros, abriendo unos ojos como naranjas-. ¡Pero si no veo nada!». Sin embargo, no soltó palabra.
Los dos fulleros le rogaron que se acercase y le preguntaron si no encontraba magníficos el color y el dibujo. Le señalaban el telar vacío, y el pobre hombre seguía con los ojos desencajados, pero sin ver nada, puesto que nada había. «¡Dios santo! -pensó-. ¿Seré tonto acaso? Jamás lo hubiera creído, y nadie tiene que saberlo. ¿Es posible que sea inútil para el cargo? No, desde luego no puedo decir que no he visto la tela».
-¿Qué? ¿No dice Vuecencia nada del tejido? -preguntó uno de los tejedores.
-¡Oh, precioso, maravilloso! -respondió el viejo ministro mirando a través de los lentes-. ¡Qué dibujo y qué colores! Desde luego, diré al Emperador que me ha gustado extraordinariamente.
-Nos da una buena alegría -respondieron los dos tejedores, dándole los nombres de los colores y describiéndole el raro dibujo. El viejo tuvo buen cuidado de quedarse las explicaciones en la memoria para poder repetirlas al Emperador; y así lo hizo.

Los estafadores pidieron entonces más dinero, seda y oro, ya que lo necesitaban para seguir tejiendo. Todo fue a parar a sus bolsillos, pues ni una hebra se empleó en el telar, y ellos continuaron, como antes, trabajando en las máquinas vacías.

Poco después el Emperador envió a otro funcionario de su confianza a inspeccionar el estado de la tela e informarse de si quedaría pronto lista. Al segundo le ocurrió lo que al primero; miró y miró, pero como en el telar no había nada, nada pudo ver.
-¿Verdad que es una tela bonita? -preguntaron los dos tramposos, señalando y explicando el precioso dibujo que no existía.
«Yo no soy tonto -pensó el hombre-, y el empleo que tengo no lo suelto. Sería muy fastidioso. Es preciso que nadie se dé cuenta». Y se deshizo en alabanzas de la tela que no veía, y ponderó su entusiasmo por aquellos hermosos colores y aquel soberbio dibujo.
-¡Es digno de admiración! -dijo al Emperador.
Todos los moradores de la capital hablaban de la magnífica tela, tanto, que el Emperador quiso verla con sus propios ojos antes de que la sacasen del telar. Seguido de una multitud de personajes escogidos, entre los cuales figuraban los dos probos funcionarios de marras, se encaminó a la casa donde paraban los pícaros, los cuales continuaban tejiendo con todas sus fuerzas, aunque sin hebras ni hilados.
-¿Verdad que es admirable? -preguntaron los dos honrados dignatarios-. Fíjese Vuestra Majestad en estos colores y estos dibujos -y señalaban el telar vacío, creyendo que los demás veían la tela.
«¡Cómo! -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré tan tonto? ¿Acaso no sirvo para emperador? Sería espantoso».
-¡Oh, sí, es muy bonita! -dijo-. Me gusta, la apruebo-. Y con un gesto de agrado miraba el telar vacío; no quería confesar que no veía nada.

Todos los componentes de su séquito miraban y remiraban, pero ninguno sacaba nada en limpio; no obstante, todo era exclamar, como el Emperador: -¡oh, qué bonito!-, y le aconsejaron que estrenase los vestidos confeccionados con aquella tela en la procesión que debía celebrarse próximamente. -¡Es preciosa, elegantísima, estupenda!- corría de boca en boca, y todo el mundo parecía extasiado con ella.
El Emperador concedió una condecoración a cada uno de los dos bribones para que se las prendieran en el ojal, y los nombró tejedores imperiales.
Durante toda la noche que precedió al día de la fiesta, los dos embaucadores estuvieron levantados, con dieciséis lámparas encendidas, para que la gente viese que trabajaban activamente en la confección de los nuevos vestidos del Soberano. Simularon quitar la tela del telar, cortarla con grandes tijeras y coserla con agujas sin hebra; finalmente, dijeron: -¡Por fin, el vestido está listo!
Llegó el Emperador en compañía de sus caballeros principales, y los dos truhanes, levantando los brazos como si sostuviesen algo, dijeron:
-Esto son los pantalones. Ahí está la casaca. -Aquí tienen el manto... Las prendas son ligeras como si fuesen de telaraña; uno creería no llevar nada sobre el cuerpo, mas precisamente esto es lo bueno de la tela.
-¡Sí! -asintieron todos los cortesanos, a pesar de que no veían nada, pues nada había.
-¿Quiere dignarse Vuestra Majestad quitarse el traje que lleva -dijeron los dos bribones- para que podamos vestirle el nuevo delante del espejo?

Quitose el Emperador sus prendas, y los dos simularon ponerle las diversas piezas del vestido nuevo, que pretendían haber terminado poco antes. Y cogiendo al Emperador por la cintura, hicieron como si le atasen algo, la cola seguramente; y el Monarca todo era dar vueltas ante el espejo.

-¡Dios, y qué bien le sienta, le va estupendamente! -exclamaban todos-. ¡Vaya dibujo y vaya colores! ¡Es un traje precioso!
-El palio bajo el cual irá Vuestra Majestad durante la procesión, aguarda ya en la calle - anunció el maestro de Ceremonias.
-Muy bien, estoy a punto -dijo el Emperador-. ¿Verdad que me sienta bien? - y volviose una vez más de cara al espejo, para que todos creyeran que veía el vestido.

Los ayudas de cámara encargados de sostener la cola bajaron las manos al suelo como para levantarla, y avanzaron con ademán de sostener algo en el aire; por nada del mundo hubieran confesado que no veían nada. Y de este modo echó a andar el Emperador bajo el magnífico palio, mientras el gentío, desde la calle y las ventanas, decía:
-¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo!
Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido tanto éxito como aquél.

-¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño.
-¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! -dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.
-¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada!
-¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el pueblo entero.
Aquello inquietó al Emperador, pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola.
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01-02-09 13:55 #1712779 -> 1706567
Por:Boxer

RE: EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR.
El círculo del 99

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre. Un día el rey lo mandó a llamar. Paje -le dijo- ¿Cuál es el secreto?¿Qué secreto, Majestad?¿Cuál es el secreto de tu alegría? ¡No hay ningún secreto, Alteza!. No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.

No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto. ¿Por qué está siempre alegre y feliz? ¿Por qué? Majestad, no tengo razones para estar triste. Amo a Dios sobre todo, su Alteza me honra permitiéndome atenderlo, tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar, dijo el rey-. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado!!!! Pero, Majestad, no hay otro secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando...Vete, ¡Vete antes de que llame al verdugo!

El sirviente sonrió un poco asustado, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana. ¿Por qué él es feliz? Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo..¿Fuera del círculo? Así es. ¿Y eso es lo que lo hace feliz? No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.

-A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
-Así es.
-¿Y cómo salió?
-Nunca entró
-¿Qué circulo es ese?
-El círculo del 99.
-Verdaderamente, no te entiendo nada.
-La única manera para que entendiera, sería mostrártelo en los hechos.
-¿Cómo?
-Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
-Eso, obliguémoslo a entrar.
-No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
-Entonces habrá que engañarlo.
-No hace falta, Su Majestad.
-Si le damos la oportunidad, él entrará solito, solito. Son pocos los hombres tan grandes que sean capaces de resistir.
-¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
-No, al contrario. Pensará que es su fortuna.
-Y después, cuando se sienta infeliz, ¿no podrá salir?
-Si podría, pero muy pocos hombres son capaces de lograrlo. Les llamamos "santos".
-Que esperas, hagamos la prueba.
-Majestad, ¿Está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?
-Sí
-Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
-¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso? Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
-Hasta la noche.

Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: “Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste.”Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver la escena.

El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido de la bolsa sobre la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían, ¡Era una montaña de monedas de oro! Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él. El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60 hasta que formó la última pila: 9 monedas !!!Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa.“No puede ser”, pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja.¡Me robaron -gritó- me robaron, malditos!!Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro “sólo 99”. “99 monedas. Es mucho dinero”, pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo, pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.

El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguno de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?.Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. “Doce años es mucho tiempo”, pensó. Quizás pudiera decirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡¡¡Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.... vender.... Vender.... estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno?¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien. El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99... Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando y amargado.¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo. Nada me pasa, nada me pasa.

Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo. Hago mi trabajo, ¿No? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje del círculo del 99.

Solo hay una ambición que es santa:

I Tesalonicenses 4, 9-11
En cuanto al amor mutuo, no necesitáis que os escriba... Pero os exhortamos, hermanos, a que continuéis practicándolo más y más, y a que ambicionéis vivir en tranquilidad, ocupándoos en vuestros asuntos, y trabajando con vuestras manos, como os lo tenemos ordenado,

I Corintios 12,31-13,1
¡Aspirad a los carismas superiores! Y aun os voy a mostrar un camino más excelente. Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.

Mateo 6, 25
«Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?


El siervo del rey no repudió directamente a Dios y a su familia por el dinero, pero si los relegó a un segundo plano. Suficiente para perderse. Quizás pensó que su amor al dinero era para el bien de su familia, pero no era verdad. La avaricia lo cegó.

Puntos:
01-02-09 17:52 #1713684 -> 1712779
Por:Candela00

RE: EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR.
Gracias Boxer por el cuento. Me ha gustado. La intuiciòn me decìa que podìa ser de Bucay, pero ha sido Google quièn me lo ha confirmado. !La codicia y el inconformismo!,! Ay amigo!, que en ocasiones nos ciegan y no nos dejan ver o valorar lo que realmente tenemos. El mundo que nos rodea nos enseña ya desde nuestra màs tierna infancia a poseer bienes materiales, y hasta personas (eso es màs triste)...La avaricia , el egoismo el inconformismo y la falsa felicidad nos acompaña a todos. Gracias a Dios las personas tenemos la capacidad de elegir el camino, pero no creo que haya muchas dispuestas a salir del cìrculo del 99.
Mirando algo positivo de esa inconformidad,debemos tambièn pensar que el ser inconformista tien su parte positiva, como todo si se encauza bien, y se aprende a ponerle un lìmite: la lucha , el esfuerzo y el espìritu de superaciòn, que tambièn han hecho que los humanos vivamos mejor. Lo que sì que es verdad , es que nunca somos felices con lo que tenemos. A menudo envidiamos lo que tienen aquellos que estàn muy por encima de nosotros, y hasta nos consolamos de no estar como los que tenemos debajo. El caso es ser infeliz, y buscar el 1 que le falta al 99.................Saludos.
Puntos:
01-02-09 19:00 #1713994 -> 1713684
Por:Candela00

RE: Uno del cìrculo del 99....
Leyendo la prensa digital he encontrado a un "pobre" del cìrculo del 99 (!Què làstima!). No podìa dejar de ponerlo..Es una noticia cierta de la prensa de hoy

Un vecino de una pequeña localidad de Orense, millonario desde hace seis años gracias a un premio de la lotería, apareció muerto de un disparo en la cabeza el lunes pasado. Según sus vecinos, José Manuel Calvo Vaz era un hombre modesto al que en 2003 le tocaron casi diez millones de euros (1.600 millones de las antiguas pesetas).
Ninguno se imagina las causas que le llevaron a (presuntamente) quitarse la vida. Chemanel, como era conocido en el pueblo, tenía 49 años, una mansión, tres coches de lujo, un coto de caza y una empresa de maquinaria para el campo.
Su empresa había suspendido pagos en 2007.Ésta última no le iba muy bien. Según los testimonios recogidos por El Mundo, había comenzado varios negocios en los que no tenía ninguna experiencia y que no supo cómo manejar.
Hasta que aquel boleto de lotería le cambió la vida -a él, a su mujer y a sus dos hijas- José Manuel trabajaba en el Ayuntamiento de Riós como operario municipal.
El premio le trajo la felicidad material y un cambio de apodo: de ser el Frasco pasó al O Millonario. Desde entonces y hasta su repentina muerte, el carácter de Chemanel se fue agriando, al decir de los que le rodeaban, aunque hasta los últimos tiempos, cuando los problemas económicos le acuciaban, seguía comportándose de forma sencilla “igual que antes, pero con más oro”.
El pequeño pueblecito del interior de Galicia, sus 2.000 habitantes aún no se explican lo sucedido, ni su muerte ni la pérdida en tan poco tiempo de todo el patrimonio que le trajo la suerte.
Puntos:
01-02-09 19:05 #1714015 -> 1713994
Por:Boxer

RE: Uno del cìrculo del 99....
No olvides Candela, que no es más rico el que mas tiene, si no, el que menos necesita.
Y eso es rigurosamente cierto.
Conozco un caso parecido, de una persona a la que la lotería, le cambió la vida.
Ahora, pocos años después, está arruinado y en la miseria.
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