Villasequilla - Toledo

Si los españoles nos diésemos cuenta de lo vergonzoso que es que nos represente un individuo como J.L. Rodriguez Zapatero, intentaríamos con todas nuestras fuerzas quitárnoslo de encima cuanto antes.

La última de este individuo cuyas alteraciones mentales e intelectuales le llevan a creerse dios, la hemos tenido ante el presidente de Chile, una nación con la que hasta que Zapatero sacó su "personalidad" nos llevávamos bien y si lo seguimos haciendo hoy es por la bondad de los chilenos, no por nuestro respeto hacia ellos. Nuestro presidente ha faltado al respeto al presidente chileno, por tanto España ha faltado al respeto a Chile. Así debería entenderse y por eso son tan importantes las acciones de los representantes de un pueblo.

El hecho ya conocido es que Zapatero creyó oportuno ofender a su homólogo chileno cuando nos visitaba con tal de contestar de manera "graciosa" (para los ignorantes) a una frase hecha dicha por Rajoy y, dicho sea de paso, por el noventa y nueve por ciento de los españoles. Rajoy habla pidiendo una política energética "como Dios manda" y hasta el menos letrado es capaz de entender que no está hablando de religión, sino que aplica una frase hecha de nuestro idioma cuyo significado ha perdido toda connotación religiosa que sí tuvo en su origen. Sin embargo el "ocurrente" de nuestro presidente no desaprovecha la ocasión para ridiculizar tanto a Rajoy como a la Religión Católica (mayoritaria en España) haciendo una mezcla que ofende a creyentes y no creyentes. El colmo de todo es que, como ya he dicho en otras ocasiones, nuestro vergonzoso presidente, que no sabe nada acerca de las normas del protocolo, hace esto ante el presidente de Chile, país amigo al menos hasta ese momento.
Los que presenciaron el acto saben que El Presidente de Chile se sintió molesto e incluso algunos de los españoles presentes intentaron justificar los comentarios, pero el daño ya estaba hecho.
Este tema no tiene nada que ver con la religión, pero el hecho es que nuestro vergonzoso presidente no puede oir ni hablar de Dios. Podía habérselo pensado antes de acceder a la Presidencia del Gobierno de un país católico en su mayoría.

Señor Rodriguez Zapatero, he de decirle dos cosas, la primera es que usted nunca será Dios por mucho que lo desee o que se lo digan quienes desean darle gusto, la segunda es una pregunta: ¿se habría atrevido usted a hacer una mofa análoga con Mahoma o Alá como protagonistas y ante el Rey de Marruecos?
Yo sé que no, sé que usted sólo "se siente envalentonado" ante quienes sabe que no le ofrecerán represalias.

No contento con todo lo anterior, nuestro vergonzoso presidente, al día siguiente, volvió a ofender a su invitado durante una recepción que se celebraba en el Congreso al más alto nivel.
Este tipo de recepciones, para quien no lo sepa, se reservan para mandatarios de países con los que España guarda una estrecha relación. A lo largo de ellas, se hace entrega de las medallas del Congreso y el Senado y el invitado se dirige desde la tribuna del hemiciclo a los diputados. Todos estaban allí, como se puede imaginar, todos excepto Zapatero que volviendo a hacer gala de su magnífica ignorancia, no se presentó.
¿Cómo debemos esperar que sean nuestras relaciones internacionales? Me refiero, naturalmente a las relaciomnes con países normales y que nos puedan aportar algo, no a las relaciones con dictaduras islámicas o izquierdosas.
La impresión que da este señor que tan vergonzosamente nos representa, es la que damos todos los españoles. Si entendiésemos bien ésto lo echaríamos inmediatamente de La Moncloa sin pararnos a mirar otros desmanes cometidos por él, aunque éstos sean muchos y muy importantes.