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Villasequilla - Toledo

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España > Toledo > Villasequilla
20-12-09 13:42 #4222942
Por:No Registrado
Buena documentación sobré LA CRISIS
LA CRISIS EN ESPAÑA
España y Estados Unidos
Este capítulo pudiera titularse, como la popular
novela de García Márquez, «Crónica de
una muerte anunciada», porque numerosos fueron
los economistas que llevaban años prediciéndola.
El actual gobernador del Banco de España,
por ejemplo, en un artículo titulado
«Cambiar cuando todo va bien» [El País 5 marzo
2004], sostenía que había que abandonar un
modelo de crecimiento basado en la demanda
interna (es decir, básicamente, la construcción)
e ir a otro basado en la competitividad internacional,
la mejora de la educación, la investigación,
y los colegios bilingües, y anunciaba que
eso haría su partido, el Socialista, si ganaba las
elecciones. Pues bien, después de cinco años largos
en el poder, el gobierno habla ahora de
«cambiar el modelo», lo que significa que el
Partido Socialista no lo cambió cuando llegó al
poder pocas semanas después de publicarse dicho
artículo, tras ganar las elecciones el 14 de
marzo de 2004. Ni parece realmente decidido
ahora a llevar a cabo ese famoso cambio de modelo.
La situación de la economía española en
2007 tenía puntos de semejanza con la norteamericana
pero también, naturalmente, grandes diferencias.
Como en Estados Unidos, la construcción
se había convertido en un sector de gran
actividad, por razones muy parecidas: bajos tipos
de interés, gran afluencia de inmigrantes, mejora
del nivel de vida. Al igual que en Estados Unidos,
aunque mucho más recientemente, España se había
convertido en un país imán para los inmigrantes,
también por varias razones: por su cercanía
al continente africano, de donde provenía una
parte importante de los recién llegados; por el
idioma español y la cultura latina, que atraían a
otro fuerte contingente, el de los provenientes
de Iberoamérica; por el clima mediterráneo y
los precios relativamente bajos, que atraían a inmigrantes
del norte de Europa sobre todo, en
este caso no en busca de empleo, sino de un retiro
asequible y cálido; y por las facilidades que
se daban a los inmigrantes, especialmente a partir
de alcanzar los socialistas el poder en la pri-
mavera de 2004, no sólo en la aceptación de los
«sin papeles», es decir, los inmigrantes ilegales,
sino también por la generosidad con que se admitía
a los ilegales a los servicios médicos y asistenciales
de la seguridad social. Por todos estos
factores, España se convirtió en el país del mundo
(con la excepción de Luxemburgo y Suiza)
que mayor tasa de inmigrantes recibía en relación
con su propia población. Una de las consecuencias
de este influjo de inmigrantes, cuyas
tasas de natalidad eran mucho más altas que las
de los nativos, fue un fuerte aumento de la población.
Desde el punto de vista económico, tal
incremento inmigratorio creaba la situación
ideal para el crecimiento del sector de la construcción
de viviendas: de un lado, los inmigrantes
demandaban nuevas viviendas; de otro, ellos
mismos constituían la mano de obra relativamente
barata que las empresas constructoras
empleaban.
A este respecto, un punto en que Estados
Unidos y España diferían era el relativo al precio
del suelo. En Estados Unidos hay pocas restricciones
a la construcción; en España, en cambio,
las condiciones requeridas para construir
son engorrosas y onerosas; la calificación sobre
la edificabilidad del suelo está, en su mayor parte,
reservada a los Ayuntamientos, que utilizan
este poder como una fuente de ingresos, a menudo
ilícitos. En consecuencia, los precios del
suelo alcanzaban mayores cotas en España que
en Estados Unidos; la mayor densidad de población
española (aunque baja en el contexto
europeo) contribuía también a la carestía del
suelo.
Otro rasgo en común entre las economías
española y estadounidense se refiere a su balanza
de pagos: por razones diferentes, ambos países
tienen desde hace mucho tiempo (en España
es un problema secular, en Estados Unidos más
reciente), una tendencia crónica al déficit comercial,
es decir, a importar más mercancías de
las que exportan. Este problema no tiene por
qué ser grave si otras partidas de la balanza de
pagos compensan el desequilibrio; por ejemplo,
el país puede convertirse en exportador de servicios,
que pueden ser de transporte (caso tradicional
de Inglaterra y Holanda), de seguros,
bancarios, de tecnología, de turismo (caso proverbial
de España, de Italia, de Francia, etc.), o
de mano de obra. Estas exportaciones de servicios
afectan a renglones diferentes de la balanza
de pagos, pero de un modo u otro constituyen
exportaciones que a menudo se designan como
«invisibles» y que sirven en muchos casos para
equilibrar o compensar el déficit comercial o de
mercancías. Por supuesto, si la balanza de cuenta
corriente, que es la que resulta de estas exportaciones
al contado, sean de bienes, sean de
servicios, sigue estando en desequilibrio, se
compensará con la otra gran partida, la balanza
de capital (que pudiéramos llamar, más familiarmente,
«de préstamos»). Si un país compra
más de lo que vende, tendrá, o bien que pedir
prestado (importación de capital), o bien que
echar mano de sus ahorros, recurriendo a sus
reservas de metales preciosos o de divisas.
Como antes vimos, el déficit estadounidense
se financió en gran parte por el prestigio
internacional del dólar, que movió a varios países,
en especial China, a acumular los dólares
que recibía para saldar su favorable balanza comercial.
Para España, miembro fundador de la
Eurozona, la situación era parecida: su déficit
con los demás miembros de ese área económica
no tenía repercusiones monetarias de ningún
tipo; y su déficit con el resto del mundo afectaba
poco al euro, como el déficit de un estado
norteamericano afecta poco a la cotización del
dólar. El problema del déficit comercial y de
cuenta corriente crónico podría afectar a los
agentes individuales, públicos y privados. Es
decir, si las empresas españolas compraban regularmente
más de lo que vendían, alguien ten-
dría que prestarles para que no se declararan
en quiebra. Esto explica el alto endeudamiento
exterior, sobre todo privado, de la economía
española, del que más adelante hablaremos. Este
endeudamiento español (como el estadounidense)
se vio favorecido por los bajos tipos de
interés que imperaron en los mercados internacionales
desde mediados de los años Noventa
del siglo pasado.
Si el mercado hubiera funcionado libremente,
estos fuertes endeudamientos hubieran
hecho saltar las alarmas, y los tipos de interés
hubieran subido, reflejando la desconfianza de
los prestamistas. Pero, como vimos al hablar del
caso norteamericano, nadie se atrevió a poner
el cascabel al gato, o a retirar el champán en pleno
guateque.
En el caso español la cuestión era aún más
grave que en el estadounidense, al menos por
dos razones: la primera, que la economía estaba
menos diversificada; la segunda que la estructura
productiva era mucho menos avanzada.
Como veremos más adelante, el sector de la
construcción, el protagonista de la burbuja en
ambos países, era mucho mayor en términos relativos
en España que en Estados Unidos. El
crecimiento español dependía de unos pocos
sectores muy poco competitivos, como la cons-
trucción y el turismo. Esos sectores son poco
competitivos porque dependen de factores no
exportables: el suelo, la localización, la estructura
de la población. En una palabra, la demanda
de vivienda en España apenas se ve afectada
por el stock de viviendas en otros países; la industria
turística tiene una cierta competencia de
otros países, pero los efectos de esa competencia
son lentos, tardan años en hacerse sentir, y
tienen en su favor también factores de localización
y condiciones naturales que son casi monopolísticos.
Para un inglés es más barato volar
a España que a Turquía o al Caribe, y quien quiera
admirar la Alhambra, la Sagrada Familia, o el
Museo del Prado no tiene más remedio que venir
a España. Por estas razones se trata de actividades
relativamente poco avanzadas técnicamente, y
poco adaptables a la demanda. Requieren trabajo
relativamente poco formado que, en caso de cambios
en la demanda, tiene poca flexibilidad para
adoptar otro empleo. Y ése era, es, el gran problema
de la estructura productiva española: bajo
nivel técnico, poca diversificación, y gran rigidez.
La mano de obra poco educada tiene graves
problemas para pasar de un empleo a otro, y
además ofrece poca productividad.
La única clara ventaja que tenía España era
que su sistema bancario estaba ya vacunado
contra las crisis. Había sufrido mucho con la de
los años Setenta del siglo XX y había salido con
un sistema de inspección y supervisión mucho
más eficaz que el norteamericano. No sólo porque
las normas eran severas y relativamente
modernas, sino porque la supervisión es más fácil
cuando se trata de poco más de trescientos
establecimientos, como en España, que cuando
se trata de miles, como en Estados Unidos. Pero
nuestro sistema bancario tiene un talón de
Aquiles: las cajas de ahorros, que desde los años
de la Transición fueron equiparadas a los bancos
funcional, pero no estructuralmente. Esto
quiere decir que las cajas han dejado de ser entidades
asistenciales sin afán de lucro y han pasado
a ser algo parecido a bancos, pero han
conservado la estructura que tenían cuando
eran asistenciales, y eso es una anomalía muy
peligrosa, porque actúan como si fueran sociedades
anónimas sin serlo, como si tuvieran afán
de lucro sin tenerlo. Y eso las convierte en presa
fácil de intereses ajenos al mercado y a la lógica
económica. Al no tener accionistas ni capital,
las cajas han pasado de hecho a depender en
gran parte de los políticos locales, como en
tiempos del franquismo fueron instrumento del
Ministerio de Trabajo de José Antonio Girón
de Velasco. Esto significa que sus inversiones,
en lugar de estar prudentemente relacionadas
con la probable solvencia del cliente, pueden estar
determinadas por los objetivos políticos de
aquéllos que las controlan. Y esto puede llevarlas
a prestar a proyectos inviables o a clientes
poco dignos de crédito pero bien relacionados
en las altas esferas. Todo esto parece haber ocurrido
durante la burbuja inmobiliaria.
La burbuja inmobiliaria
Prueba de que la crisis española no es achacable
a lo ocurrido en Estados Unidos, aunque
esto haya actuado como detonador o haya contribuido
a empeorar la situación, es, en primer
lugar, que los precios de la vivienda en España
estaban ya aumentando a tasas decrecientes desde
2005; y, en segundo lugar, y como consecuencia
de lo anterior, que las primeras quiebras
de inmobiliarias españolas son anteriores al verano
de 2007, cuando los primeros signos serios
de crisis comenzaban a despuntar en Estados
Unidos. En efecto, la inmobiliaria española Astroc,
después de un ascenso fulminante en bolsa,
experimentó una fuerte bajada en abril de
2007, y tuvo que ser abandonada a sus acreedores
antes del verano. Pocos meses después, en
octubre, fue la inmobiliaria valenciana Llanera
la que suspendió pagos. Por entonces, verano
de 2007, ya se sabía que la deuda de las inmobiliarias
era enorme (se había multiplicado por
9 desde 2000) y sus cotizaciones empezaban a
desplomarse en bolsa.
El problema en España, por tanto, no ha
sido propiamente del sistema bancario, sino de
las constructoras e inmobiliarias. Pero lo preocupante
es que, sin haber cometido los excesos
y extravagancias de los bancos y chiringuitos
norteamericanos, los bancos españoles prestaron
con excesivo optimismo a estas compañías;
y que la otra mitad del sistema crediticio, las cajas
de ahorros, cometieron además serias imprudencias
al estar controlados, en muchos casos,
por intereses políticos y no tener que dar
cuenta anual a una junta de accionistas.
Ya en agosto de 2007 la bolsa española dudaba
de la solidez de las compañías inmobiliarias
y constructoras e incluso las conocidas agencias
Moody’s y Standard & Poor’s predecían el fin de
la bonanza española. En el verano de 2007 los
problemas de las constructoras se reflejaron ya
en aumentos del número de desempleados, que
sobrepasaron los 2 millones en agosto (cifras
publicadas a primeros de septiembre). En otras
palabras, las primeras grietas aparecieron a la
vez en el edificio norteamericano y en el espa-
ñol. Ahora bien, naturalmente, las tribulaciones
del gigante influyeron en las del pigmeo, y no
al revés.
En el otoño de ese mismo año los signos
de pesimismo se multiplicaban, desde las advertencias
del Banco de España, las caídas en los
precios de la vivienda, los aumentos de la morosidad
en la banca, y las previsiones sombrías
del BBVA, hasta las súplicas del presidente del
gobierno a los bancos para que prestaran «en
particular al sector inmobiliario.» Las advertencias
del Banco de España iban en sentido diametralmente
opuesto: pedían a los bancos, ante
todo, precaución.
A finales de 2007 la crisis de las inmobiliarias
y constructoras españolas era vox populi y
se reflejaba en una tasa de paro entre los trabajadores
inmigrantes que se calculaba en el 30
por 100. En diciembre tuvo lugar la primera crisis
de una inmobiliaria importante: Colonial,
una de las cinco grandes (Martinsa-Fadesa, Colonial,
Reyal Urbis, Realia, y Metrovacesa), la
mayor de Cataluña. Se derrumbó en bolsa, y su
presidente y su consejo dimitieron en pleno.
Quedó en manos de sus principales acreedores,
la Caixa y el Banco Popular, pero siguió con
grandes dificultades para devolver lo que debía.
Se calculaba por entonces que el descubierto de
las inmobiliarias en la banca era de unos 30.000
millones de euros. Luego resultó ser mucho
más. El ambiente de pesimismo se extendía y
las inmobiliarias seguían cayendo. Habitat, otra
catalana, de tamaño medio, admitió estar al
borde de la suspensión de pagos en febrero de
2008, pero alcanzó un acuerdo con sus bancos
acreedores, los principales de los cuales eran
BBVA, Popular, Sabadell, Banesto y Caixa Catalunya;
además tenía una importante deuda
con la también constructora, pero multinacional,
Ferrovial. Este arreglo la mantendría pendiente
de un hilo durante unos meses. Al cabo
suspendería pagos en noviembre. Dos pequeñas
constructoras suspendieron pagos en febrero: la
sevillana Contsa y la gaditana Jale Construcciones.
Otras, más afortunadas, podían desinvertir
o reconvertirse: así, Montebalito abandonó la actividad
inmobiliaria y se dedicó a las energías renovables.
Realia optó por desinvertir en España
y concentrarse en la Europa del este. En marzo
se supo que la inmobiliaria Nozar estaba en situación
difícil. Se rumoreaba que el gobierno presionaba
a la banca para que aplazara sus apremios
hasta después de las elecciones (9 de marzo) y
así evitara quiebras sonadas.
En la segunda quincena de marzo (justo
después de las elecciones) suspendió pagos la
inmobiliaria Seop; y Martinsa-Fadesa, cuyo
drama saldría a la luz cuatro meses más tarde,
manifestó «confia[r] en evitar el concurso de
acreedores». También por entonces se supo que
las cajas de ahorros acumulaban 1.600 millones
en créditos dudosos de constructoras e inmobiliarias;
y de éstas, las que no suspendían pagos
despedían trabajadores por miles. En mayo cerró
la constructora vasca Urazca y en junio la
inmobiliaria mallorquina Drac.
El gran drama fue el de Martinsa-Fadesa,
una de las grandes, propiedad de Fernando
Martín, que había sido por un breve tiempo
presidente del Real Madrid Club de Fútbol y
que era a la sazón presidente del más importante
grupo español de empresas inmobiliarias. Su
deuda era de más de 5.000 millones, y sus principales
acreedores eran La Caixa, Caja Madrid
y el Banco Popular. Martín intentó un crédito
puente del Instituto de Crédito Oficial (ICO),
y la negativa de éste precipitó la suspensión,
dando lugar a la mayor quiebra hasta entonces,
y muy sonada. Fue seguida de las de una serie
de filiales y proveedoras.
Las consecuencias de la suspensión (o concurso
de acreedores) de Martinsa-Fadesa fueron
tales que los bancos españoles llegaron al acuerdo
informal de no permitir una repetición, y
prefirieron aceptar inmuebles en pago de las
deudas de las inmobiliarias. De esto resultó que
los grandes bancos, en particular el Santander,
se encontraran con grandes stocks de bloques
de viviendas y pisos, lo que afectaba a su margen
de maniobra. En total se calcula que en España
hay en la actualidad un millón de pisos sin
vender.
No era el inmobiliario el único sector seriamente
afectado por la crisis: los relacionados
con el turismo, y varias ramas industriales, como
el automóvil, también sufrieron mucho. Las
aerolíneas se hallaban en serias dificultades entre
la caída de la demanda de vuelos y la subida
de los precios del petróleo. Algunas compañías
pequeñas y medias, como Spanair, Futura, o
FlySur se vieron en apuros y despidieron a muchos
empleados. Futura y Flysur cerraron en
septiembre y octubre de 2008 respectivamente.
Spanair, que ya estaba en muy mala situación,
se hundió tras el gravísimo accidente que un
avión suyo tuvo en Barajas el 20 de agosto. Poco
tiempo después fue vendida por su matriz,
la escandinava SAS, a un consorcio catalán con
respaldo de la Generalitat y el Ayuntamiento
de Barcelona.
Pero el drama de las inmobiliarias continuaba.
Una pequeña extremeña, Econisa, cerró
estallido de la burbuja inmobiliaria, el gobierno
ha decidido prestarle apoyo creando un llamado
Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria
(FROB) con 50.000 millones de euros para
compra de activos a la banca y 100.000 millones
de avales inicialmente, a imitación del TARP
(plan para recuperación de los activos tóxicos)
estadounidense aunque de magnitud relativa al
PIB muy diferente: 14 y 5 por 100 respectivamente
a comienzos de 2009 según Recarte. Es
aún pronto para saber el resultado que dará el
FROB, pero es indudable que contribuirá a ampliar
el ya espantoso déficit presupuestario. La
situación que se crea, por tanto, tras el derrumbe
inmobiliario es su apuntalamiento por el sistema
financiero y el apuntalamiento de éste por
el Estado español.










Puntos:
20-12-09 20:56 #4226370 -> 4222942
Por:levis

RE: Buena documentación sobré LA CRISIS
Vaya rollo que nos has metido, supongo que habrás estado dos días escribiendo estas tonterías, anda apaga el ordenador y vete a dormir que te has lucido hermoso, solo te faltaba poner en el pie tu nombre como de constumbre.
Puntos:
22-12-09 18:40 #4236658 -> 4226370
Por:19lobo61

RE: Buena documentación sobré LA CRISIS
En este foro sólo una persona pone su nombre cuando habla. Si te refieres a Antonio Caño: TE HAS EQUIVOCADO.

Y si tu eres más listo que él podrías dar argumentos para rebatir el rollo en lugar de dar una espantada.

Por otra parte, lo que se dice en el rollo que nos ha soltado, posiblemente La Mano, no es nada del otro mundo y no hace más que reflejar la realidad del momento actual. Quien no lo quiera ver es su problema.
Puntos:
24-12-09 19:50 #4245393 -> 4226370
Por:No Registrado
RE: Buena documentación sobré LA CRISIS
Gracias por sacar la cara por mí. Efectivamente que no he sido yo quien ha escrito lo que se dice con anterioridad. Pero si lo hubiera escrito tampoco pasaría nada, la verdad es que todavía no lo he leido.

Pero lo voy a leer ahora, en cuanto termine de escribir estas cuatro letras.

Gracias por sacar la cara por mí pero hasta ahora me defiendo solo porque defenderse de esta saga de payasos no es tan difícil.

Saludos a todos. Feliz Navidad.

Antonio Caño
Puntos:
24-12-09 20:01 #4245456 -> 4226370
Por:No Registrado
RE: Buena documentación sobré LA CRISIS
Bueno, pues acabo de leerlo y no veo que esté mal lo que se dice , ni que sea falso lo que se expone. Alguna cosa tengo que objetar y es que al igual que el PSOE, el PP, tampoco puso mucho empeño en controlar a los sin paleles. Todos ponen más empeño en llevarles a su terreno y que les voten que controlar la llegada masiva de inmigrantes sin papeles.

Por lo demás es reiterar lo que tantas veces se ha hablado ya. Posiblemente esto sea un cortar y pegar. Yo hubiera dicho lo mismo (excepto lo del control de llegada de sin papeles) de forma más corta y más clara.

Saludos

Antonio Caño
Puntos:
26-12-09 18:51 #4252921 -> 4245456
Por:No Registrado
RE: Buena documentación sobré LA CRISIS
Suena un poco prepotente, pero bueno ya que te ofreces podrías repertirlo mas corto y más claro para que lo entendamos los ignorantes, pero sin megáfono, por favor.
Puntos:

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