Villasequilla - Toledo

El marketing que manejan y ponen en práctica las cadenas de comida rápida está estudiado al milímetro y todo conduce al mismo objetivo: que el cliente consuma lo máximo posible.
A pesar de los alimentos hipercalóricos que encontramos en la oferta de estos establecimientos, su estrategia de seducción funciona como un reloj suizo para que el cliente termine pidiendo más de lo que necesita comer.
Como relata el diario El Confidencial, en estos locales todo se presenta atractivo, sin la necesidad de cruzar sus umbrales. Desde lejos, sus luminosos en vivos colores anuncian de su existencia, siempre en zonas muy transitadas.
Una vez entramos, todo invita a que tengamos hambre para consumir, en primer lugar, el olor. Los espacios son amplios y siempre hay sitios libres que invitan a sentarse.
La inexistencia de servicio de mesas está justificada también: durante la espera en la cola, nos da tiempo a mirar las fotografías con los menús suculentos y a ver cómo van pasando a nuestro lado otras personas con bandejas apetitosas.
El menú se presenta como la mejor opción y la más económica, pese a que no tendría por qué ser así si el cliente no tiene demasiada hambre. Pero incluso en este caso, la opción siempre es pedir todo, con las patatas y el refresco.
El tamaño de los envases donde se presenta la comida también invita a su completo consumo. Envases más pequeños provocarían que pidiéramos y consumiéramos menos, pero los de tamaño gigante -al estilo de los cubos del Kentucky Chicken- logran que tengamos que dejarlo limpio.
Una relación que empieza en la infancia
La música suave de estos locales también invita a comer más despacio y a pasar un mayor tiempo sentados, lo que favorece que acabemos consumiendo más: ese helado de postre, otra ración de patatas...
En definitiva, todo es fácil y sencillo. Como guinda, otro de sus logros es crear al cliente desde su tierna infancia. Con el reclamo de regalos y juguetes para los más pequeños, se establece una relación entre diversión y comida rápida que quedará grabada en el imaginario del niño y futuro consumidor adulto.

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