Mentiras de Guerra Ha vuelto a mentir Zapatero sobre la llamada Guerra de Irak con motivo de la intervención militar en Libia. Resulta que envía a Libia fuerzas aéreas y navales porque es “una guerra legal, no como la de Irak”. Zapatero ha mentido siempre sobre aquella guerra al decir que España participó en ella y que era una “guerra ilegal”. En un Pleno del Congreso Zapatero llegó a afirmar que la Guerra de Irak de 2003 era una “guerra ilegal contra la ONU”. Otro disparate más. La de 2003 era la segunda parte de la Primera Guerra del Golfo, de 1991, en tiempos de Felipe González. Se produjo porque Sadam Hussein no cumplió las condiciones impuestas por la coalición tras su derrota. El paraguas de la ONU estaba vigente durante el periodo 1991-2003. Desde 1990 la intervención multinacional en Irak, liderada por EE UU y el Reino Unido estaba recogida en 64 resoluciones de la ONU. Desde la primitiva resolución 661 a la 1510. Las resoluciones que pinchan la pertinaz mentira de Zapatero, tan utilizada antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004 y resucitada cuando le conviene, son sobre todo la 1483 y la 1511. En vísperas de la Segunda Guerra del Golfo se aprueba la resolución 1441/2002, que expresa la vigencia, entre otras, de las resoluciones 678/1990, 686/1991 y 687/1991. Se recuerda que la ONU “en su resolución 687/1991 había declarado que un cese del fuego estaría subordinado a que Irak aceptara las disposiciones de esa resolución”. No se encontraron armas de destrucción masiva, es verdad, (lo que no supone que no las hubiera; Sadam Hussein las había usado contra los kurdos), pero no hay un solo testimonio anterior al conflicto que dudase de su existencia. España no participó en la guerra. En el informe anual (2007) del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), por cierto contrario a la Guerra de Irak, Jolyon Howorth afirma: “Solamente cinco países enviaron a Irak fuerzas de combate: Estados Unidos, 150.000 hombres; Reino Unido, 45.000; Australia, 2.000; Rumanía, 278; y Polonia, 200”. España no figura. En ese informe hay otros testimonios relevantes reafirmando a Howorth. Otro informe, el del catedrático de Derecho Constitucional Carlos Ruíz Miguel, redactado a petición del Instituto Elcano en abril de 2004, señala: “Lo dispuesto en la resolución 1483 fue detallado en la resolución 1511 del Consejo de Seguridad, de 16 de octubre de 2003. En su preámbulo califica las acciones violentas producidas tras el derrocamiento de Sadam como “terroristas” y no como “acciones de guerra”, lo que significaba reconocer, de nuevo, que ya no había una situación de “guerra” en Irak. Para conseguir el objetivo de su resolución 1511, el Consejo de Seguridad “autoriza una fuerza multinacional bajo un mando único para tomar todas las medidas necesarias que contribuyan al mantenimiento de la seguridad y la estabilidad en Irak”. “Amparándose en el llamamiento que hace la resolución 1483 a los Estados miembros (y no sólo a EE UU y al Reino Unido) para que contribuyan a crear condiciones de “estabilidad y seguridad” en Irak, por un lado, y en las competencias constitucionales de dirección de la política exterior (artículo 97 de la Constitución) por otro, el Consejo de Ministros de España en su reunión del viernes 11 de julio de 2003 dispuso la participación militar española en la misión de estabilización de Irak”. España apoyó políticamente la intervención militar amparada por la ONU porque Sadam Hussein era un dictador sanguinario (ahora nadie duda de que lo es Gadafi), envió un contingente militar de ayuda humanitaria que llegó tras el fin formal de la guerra, y mandó posteriormente fuerzas en misión de seguridad y reconstrucción del país, porque respondió al llamamiento de la ONU. Zapatero, ya nuevo presidente del Gobierno, a instancias de los aliados y de la propia ONU, se comprometió a retirar las tropas de Irak no antes del 30 de junio de 2004 “si no existía una nueva resolución de la ONU”. Pese a que esa resolución se produjo, Zapatero retiró nuestras tropas inmediatamente. No lo decidió en Consejo de Ministros ni llevó la propuesta al Parlamento, que es lo que había exigido al Gobierno de Aznar. De modo que las tropas que habían sido enviadas a Irak respondiendo a una petición de la ONU y por acuerdo del Consejo de Ministros, regresaron contra las resoluciones 1483 y 1511 de la ONU por una decisión personal de Zapatero. No estaba retirando las tropas de una guerra, sino de una misión humanitaria de reconstrucción, estabilización y seguridad del país. Quien actuó “contra la ONU” fue Zapatero. Y poco tienen que ver los riesgos de aquella misión en un Irak con un régimen desarmado y vencido con la misión actual en Libia ni en su desarrollo ni en sus posibles consecuencias FUENTE: La Gaceta por Juan Van Halen (académico correspondiente de la Historia y senador) |