El PP no parece que sea un partido democrático, sino una máquina de enriquecimiento ilegal y de codicia sin frenos para sus dirigentes en toda España. Lo único positivo que hizo José María Aznar para su partido, durante su intervención televisiva, fue desviar por unas horas el aluvión de noticias que van destapando la inacabable corrupción -presunta, por supuesto- que roe a la derecha genovesa. Estuvo el propagandista de la guerra de Irak flanqueado por tres periodistas conservadores, dos mujeres y un hombre. Al expresidente popular los periodistas progresistas le producen alergia y, si son del Grupo Prisa, más todavía. Él escribió en los años 1978/79 en el diario La Nueva Rioja y sus artículos de opinión eran cavernarios y, por ende, muy cercanos a la ultraderecha. Criticaba la recién aprobada Constitución y defendía al Antiguo Régimen y a la España del Caudillo. Uno de los accionistas principales de ese periódico era Álvaro Lapuerta, quien le dio de alta en Alianza Popular y pronto pasó ser el jefe de los populares riojanos. Casualidades tiene la vida. Lapuerta ejerció de tesorero del partido. Tesoreros y presumibles fechorías Todos los tesoreros del PP son conocidos y no por sus virtudes, sino por sus más que presumibles fechorías. Desde Ángel Sanchis a Bárcenas sin olvidar a Naseiro y a Lapuerta. O sea, de escándalo en escándalo. Lo hicieron con Fraga Iribarne de presidente de AP, con Aznar de presidente del PP y ahora con Rajoy de presidente del PP. Ninguno de éstos impuso orden y limpieza absoluta en el partido de la derecha. Muchos códigos de ética pero, en la práctica, muchos más chorizos y chorizas. El PP no parece que sea un partido democrático, sino una máquina de enriquecimiento ilegal y de codicia sin frenos para sus dirigentes en toda España. Ni Aznar ni Rajoy han acabado con tanta basura como hay en el PP. Algún día sabremos el alcance de semejante conducta. Enric Sopena. |