Sonseca - Toledo

La ducha mañanera de hoy es la responsable de este himno a vosotras. Mujeres trabajadoras, madres, amas de casa, malabaristas, mujeres que callan y actuan, mujeres todas.

Ha sido una ducha apresurada y aún así apretujaita de eventos. Eventos que sólo la mente de un ninño de poco más de medio metro puede maquinar.
Ya dentro pongo como tengo por costumbre un pie (no tengo preferencias aquí de derechas o izquierdas)en la mampara, impidiendo que mi hijo de un empujón caiga de bruces bajo el chorro de agua. Ahora apelo a vuestras memorias, pues que no creo oportuno repetir semejantes exclamaciones. Decir que en su momento eran de lo más natural, eso sí. El agua caiga como chuzos congelados que te herían como agujas. Esperando a ver si era que el niño tiró de la cadena de water...

Agarro la toalla y al niño y me bajo a urgar en donde está el casillero con todos estos botones e instrucciones que a su vez, no sólo no están en un segundo idioma sino en un tercero. No les hago caso nunca, asi que ésto me es igual. Los juanetes (mis pies salieron a mi padre) dolidos por el suelo frío y el niño no quieriendo cooperar, me voy pa arriba. Me meto en la ducha y en un pis pas escalofriante ya está.

Como buena madre y además castellana, le enseño a mi hijo los entresijos del idioma: ¿me pasas, por favor, la toalla hijo? (con lo listo que es mi hijo! seguro que me la trae arrastrando). Entre la titiritera de dientes y que me tengo que depilar, !Un cuadro! Y el angelito, tras pasearse sin rumbo por una eternidad, agarra uno de los miles de trocitos de papel higiénico ahora repartidos equitativamente, eso sí, por el suelo y me lo ofrece con cara exitosa. "Gracias, corazón."

Las mujeres! Estiramos el jornal como el chicle aquel que te llenaba la boca aunque el sabor te lo habías tragao con dos masticaduras; cambiamos el aceite del coche... o es acaso el anticongelante... da igual, el resultao es que siempre salimos pa´lante. La casa, los niños, el trabajo, las comidas, la acera de la calle por éso del qué dirán, ah, y el marido. Los maridos hay que cuidarlos. Y sabemos como nadie yá lo que ellos necesitan. Pachasco! Sin saberlo ellos, les hacemos creer que esas ideas brillantes salieron de ellos solitos. Detrás de un hombre feliz, está una mujer inteligente. Y como les queremos, pues éso y más.

La mujer de hoy ha aprendido a apretar los dientes hasta el desgaste y no rendirse. Es la Mafalda crecida que ya no quiere bajarse del tren, porque sino va a perderse lo mejor del trayecto. Y ha aprendido a gustarle la sopa, la política, a cuidar de los Guille indefensos que nos necesitan más hoy que nunca (por eso de la globalización y la pérdida de fronteras), a hacer tratos justos con los Manolitos, y si llega el caso, jugar con Elenita y su principe azul. Hemos crecido con los tiempos y aunque se nos dé el apelativo de pera (o era manzana), haremos todas un peral para hacer historia. Juntas y también revueltas.

Tenemos todas nuestros malos momentos. Para algunas coincide con esa semanita donde el marido o compañero se pregunta: "¿a éstas horas, donde encuentra uno un exorcista?" Pero con codos de acero vamos adelantando esos cachos de vida despreciable y cruel y fijamos nuestras miras en los nuestros, en quien nos quiere. La familia !magnífica invención de supervivencia!

Y desde aquí, un olé fuerte en castellano para todas vosotras: "OLE, MUJERES!"