!Buenos días tenga Usted, Sr. maestro! Lee uno la prensa estos días y se le queja el orgullo. Recurrir a la autoridad, entendida como potestas, del profesorado para el cumplimiento de sus deberes dentro del aula, es reconocer a éste como un inútil profesionalmente. Nos dicen las propagandas de los diferentes partidos que las mejoras en educación se persiguen mediante las innovaciones, la profesionalización docente y qué se yo, sólo para darse la media vuelta y agarrar de nuevo el símbolo autoritario de antaño, de la escuela clásica. Vamos a ver, el desprestigio del profesorado ha sido progresivo. Con él se iba al carajo la salud de nuestra educación. A tó esto dándole vueltas a la gallina, acusando a las diferentes administraciones, a los adolescentes, a la sociedad, a las universidades ineficaces y monolingües, etc. Y ¿los implicados en el asunto? A ellos les damos autoridad, y !listo! ¿Qué tenemos si en un aula se juntan la metodología de antigua usanza y los factores sociales del S.XXI? Fracaso escolar. Y ¿Qué se hace para solucionarlo? Se echa la culpa a los padres o tutores y punto. Que el niño no está motivao en mi clase, los padres que no enseñan respeto. Que el niño no tiene hábito de estudio, los padres que no enseñan respeto. Que el niño no tiene ganas de aprender, los padres que no enseñan respeto. Que el niño no es participativo en mis clases, tan ricamente así no tengo que aguantar problemas de comportamiento. Ah, y de paso, los padres que no enseñan respeto. Si no fuera porque se trata de la educación, el panorama es de risa. Poner autoridad en el mismo saco que contexto inclusivo, aprendizaje cooperativo, innovación educativa, desarrollo del pensamiento crítico, etc … es el mayor oxímoron que he leído en materia educativa en mucho tiempo. Así no se llega ni a Polonia ni a ningún sitio.
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