Olías del Rey - Toledo

En el planeta del que vengo las tortillas de patata se hacen con cebolla y poco cuajadas, al pote se le añaden unas gotitas de curry y unos piñones pasados levemente por la sartén, y los bocadillos de calamares han llevado a la muerte a más de un vago masticador. Los domingos, si hace bueno, solemos salir a tomar unas cañas o un vermú a la plaza, esperando encontrarnos con amigos para comentar la semana o rezar a alguno de los 1754 dioses de nuestro panteón. Aunque no somos religiosos, es de buen tono ejercitarse en el arte de la genuflexión para mantener fuertemente unidas las vértebras del "sí puedo hacerlo", que enlazan con las del "me parece estupendo lo que has hecho y te estoy agradecido" o "está bien eso que dices, aunque yo pienso de otra manera".!!!Todo es tan fácil y bonito en mi planeta desde que nos gobierna un topo¡¡¡
Desde que este pequeño mamífero insectívoro apareció surcando el aire como un zeppelin nada es lo mismo. Tardó un tiempo en convencernos de nuestros errados planteamientos políticos y nuestra equivocada conducta social. Le costó un poco más convencernos de que hay que levantar la taza del vater antes de orinar o que está muy requetamal pegar los mocos bajo la mesa. También le costó hacernos ver que no conseguimos nada dejando el suelo de las salas de los multicines llenas de mierda de las palomitas o los refrescos. Pero ahora que estábamos totalmente limpios de majaderías, salvados para construir un planeta perfectamente imperfecto para todos, va el topo y se nos muere.
En este mi planeta los políticos habían sido reducidos a cenizas por orden del topo, los banqueros fueron descuartizados (todo pacíficamente, no creáis), y sobre todo, el dinero había sido erradicado y no ocupaba lugar más que en los libros antiguos y en las casas de algunos nostálgicos.
Ahora, tras la muerte del topo, un incierto futuro se cierne sobre nosotros. Los blogs están saturados de nostálgicos, de pusilánimes, de rencorosos. Las manos izquierdas ya no obedecen al lóbulo temporal derecho que tan divinamente las gobernaba. Las manos derechas, lejos de obedecer a sus correspondientes neuronas, han tomado las de Villadiego y no dejan de agitarse en un movimiento extrañamente acaparador que recuerda a la danza de apareamiento de los gorilas siberianos. Pero, ¿adónde nos ha llevado todo esto?
Ayer, en mi querido pueblo de Olíasking, apareció muerto un hombre tras el terraplén que hay detrás de las pistas de pádel. Vestía un chándal gris de viscosilla, con tres gruesas bandas de color amarillo. Parecía estar dormido y del bolsillo izquierdo de su pantalón sobresalían unas llaves que luego la guardia civil constató que eran las de las pistas de pádel. ¿Acaso este individuo, indocumentado y extraño, había tenido la osadía de copiar las llaves del ayuntamiento para ocupar por las noches, al amparo del frío invierno, los gloriosos céspedes diligentemente cuidados por los operarios del pabellón? No lo sabemos, y aunque dudamos de que el individuo se hiciera la copia de las llaves para no pagar los ocho euros del alquiler (recordemos a los lectores que en esta cultura el dinero había desaparecido), no deja de ser paradójica la sensación de que este hecho, de por sí nada pueríl, ha dejado en todos y cada uno de los habitantes del pueblo un poso indeleblemente amargo (a café amargo, se supone).
Las autoridades provisionales ya se han puesto manos a la obra pero la desconfianza entre los habitantes del pueblo ya se ha extendido como una pequeña marabunta de escarabajos peloteros. Todos se miran entre sí pensando lo peor, y más de uno ha desempolvado los viejos carnets del psoe, o incluso los del pp de la etapa oscura de Aznar...

Crónica mutante de 8 de febrero de 2010

ida de pinza?