Navahermosa - Toledo

El Partido Popular es un partido de los llamados “de orden”, conservador, que exige a los ciudadanos el cumplimiento escrupuloso de la ley y que les promete que tendrá mano dura para quienes no guarden el respeto debido a esas leyes.

¿Qué sucede entonces cuando un juez afirma, tras meses de investigaciones, que ha quedado acreditado indiciariamente que ese partido ha vulnerado durante más de 18 años la ley y que se ha beneficiado de un sistema de financiación ajeno al circuito económico legal?

El PP dice que nada, que no tiene por qué suceder nada. Los tribunales decidirán si esos indicios son hechos y, en ese caso, determinarán qué personas son responsables de ellos. Si coinciden con lo establecido por el juez instructor, dos ex tesoreros y un ex gerente del partido deberán cargar con la culpa. Punto.

Pero no hay punto que valga en este asunto, lamentablemente, porque, por mucho que se quiera bajar el tono y procurar no excitar los ánimos, lo cierto es que se trata de un escándalo formidable y no hay otra manera de mirarlo, ni de decirlo. La financiación ilegal de un partido es un escándalo político enorme y no es posible mirar hacia ningún otro sitio. Punto.